𝐶𝑎𝑝𝑖𝑡𝑢𝑙𝑜 10

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Wei Ying empezó a despertar, y al no sentir a su almohada hum...es decir, la calidez y el aroma de Lan Zhan, frunció el ceño y abrió los ojos.

Al no verlo se sentó rápidamente en la cama.

Luego recordó que estaba con los conejos y Lan Yuan, así que alguien debió traerlo al Jingshi.

Algo desorientado, se levantó y salió de allí, por la posición de la luna eran al menos las once de la noche, caminando lentamente se dejó llevar por su instinto.

Y así llego a la primavera fría.

Las temperaturas eran bajas en el lugar y por un momento pensó en regresar, pero entonces notó las túnicas blancas dobladas cuidadosamente y puestas sobre una roca.

Se acercó y entonces vio a alguien de espaldas, pensó que era Lan Zhan debido al porte de dicha persona, pero vio cicatrices en su espalda y dudo.

¿Porque alguien como Lan Zhan tendría cicatrices en su espalda?.

El era una de las personas que más seguía las reglas, no, más bien era las reglas hecha persona, por lo cual, esas marcas no podrían ser de el, y además, nunca antes las había visto.

Con duda en su voz decidió preguntar.

—¿Lan Zhan?-su voz sonó con duda.

Vio como la persona frente a él se tensaba y giraba lentamente, entonces vio esos ojos dorados.

Era el.

Era Lan Zhan.

Frunció el ceño y apretó los puños.

Quitándose las botas y la túnica exterior, se adentró al agua, Lan Zhan iba a voltearse pero una mano rozando su espalda hizo que se detuviera, Wei Ying habló, su voz sonaba molesta.

—¿Quien..?-pregunto y Lan Zhan quedó paralizado al sentir como unos dedos empezaban a trazar cada una de sus cicatrices.

Wei Ying estaba tan enojado que no le importó poco el agua completamente fría en la que se encontraba, estaba enojado, por primera vez desde que empezaba a volver a ser el, se encontraba enojado.

Alguien había dañado a Lan Zhan, y eso le ponía furioso.

¿Como osaban a tocar y lastimar su perfecta piel?.

¿Que pecado cometió para merecerlo?.

No, no importa que haya hecho, el no merecía que lo lastimaran así, no se trataban de tablas, esas no hubieran dejado esas cicatrices, por lo cual dedujo que fueron látigos.

Treinta y tres.

Las contó, habían treinta y tres cicatrices en su antes impecable piel.

Al no tener respuesta, camino y se puso enfrente de el, los ojos dorados miraban profundamente a su persona.

Ba-dumph.

𝐻𝑒𝑎𝑙𝑖𝑛𝑔 𝑦𝑜𝑢𝑟 𝑠𝑜𝑢𝑙 (𝑤𝑎𝑛𝑔𝑥𝑖𝑎𝑛)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora