Capítulo 12

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Los ojos de la pelinegra comenzaron a picar por el foco de luz que se encontraba cerca, vagamente Abihail abrió sus ojos que, en un reflejo de protección por la repentina luz, volvieron a cerrarse fuertemente.

En un intento por fregar sus ojos y aliviar la molestia, notó la presencia de una vía intravenosa inyectada en el dorso de su mano. Abihail siguió con sus ojos el fino tubo transparente que la llevó a mirar una bolsa de suero que pendía de un colgadero de metal gris.

Fue entonces que cayó en cuenta que no estaba en un lugar familiar.

Aún acostada, miró a su alrededor notando que estaba en una habitación amplia, de colores cálidos que te daban una sensación de paz, con algunos muebles decorativos y sofás; miró también una pequeña cama individual puesta a un lateral de la camilla donde ella estaba y miró las dos puertas que poesía el lugar.

Reconoció que estaba en una clínica, una que ella muy seguramente no podía pagar y a la cual, dedujo, no llegó por sí sola.

Cuando estuvo sentada sobre la camilla, el sonido de una puerta captó su atención, y de ella salieron Leonardo siendo empujado en su silla de ruedas por María. Pudo ver que venían de lo que era el baño.

-¡Oh, niña! -Exclamó una aliviada María al verla- Gracias a Dios que despertaste, tenía los nervios de punta.

-¿Qué... q-qué pasó? -Preguntó Abihail algo desorientada.

-Eso aún debemos hablarlo -El tono de María cambió abruptamente de uno animado a uno demasiado serio-. Pero no ahora. Iré a avisarle al doctor que ya despertaste -Dijo, y antes de salir le dirigió una mirada a Leonardo, una que este esquivó totalmente.

Cuando María salió, el sonido de la puerta al cerrarse retumbó un poco en la habitación, dejando instalado un silencio un poco incómodo para ambos. Leonardo estaba callado, pero quería una explicación de qué era lo que había escuchado y Abihail se sentía un poco extraña con como se sentía su cuerpo, y lo que había pasado anteriormente con Leo.

-Yo...

-Quiero que me expliques, Abihail -Enseguida la cortó, sin mirarla directamente.

-Explicar, ¿Qué? -Entonces Leonardo la miró a los ojos y con su palanca hizo mover su silla para acercarse.

-Tú dijiste... cuando estabas... perdiendo la conciencia, tú me dijiste algo -Manifestó con cierto tono de desconcierto-, y no sé cómo, no me lo explico, pero hablaste en un idioma extraño... como... griego, no lo sé. El punto es que me dijiste algo que yo pude entender, pero luego seguiste hablando y no entendí más; quiero que me expliques cómo cara** hiciste eso.

Abihail se sorprendió un poco, quedando igual de confundida que él con la nueva información. Intentó en su mente darle alguna explicación; las personas que hablan en lenguas inspiradas por Dios deben estar cubiertas por el Espíritu Santo, ¿Cómo es que Leonardo pudo entender lo que ella decía si el Espíritu Santo aún no mora en él?

Entonces, como si fuese un pensamiento, su mente respondió:

El maligno y sus secuaces son espíritus, y el espíritu maligno, aunque es contrario, conoce y atiende al mandato del Buen Espíritu.

Lo que sea que estaba en Leonardo, pudo hacerlo ver a él lo que el Espíritu Santo decía.

Abihail dio un suspiro, la situación era complicada de explicar.

-Ni siquiera yo sé que dije -Confesó ella, cosa que hizo que Leonardo la mirara con intensidad-. Lo que sé es que el Espíritu Santo le habló, y Dios permitió que lo entendiera directamente.

Con un propósito #TA2021 [EN PAUSA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora