Capítulo 23

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Leonardo pasó casi todo el viaje pensando si hablarle o no a Abihail, ella, durante una hora escuchó música con sus auriculares, luego se quitó los mismos y se dio una siesta por un largo tiempo, pero justo en ese instante, estaba despierta. Mantenía sus brazos cruzados, y Leo notaba como hacía esfuerzos por no mirarlo directamente al rostro, y mientras tanto él se debatía internamente en si disculparse con ella o dejar que ella misma viniera a él, porque bien sabía que quisiera o no, ella en algún momento tendría que hablarle.

Y su debate interno tomó muy largo tiempo, tanto que, sin darse cuenta, ya habían llegado a su destino.

Bienvenidos a Playa Buena Vista, recalcó un letrero de autopista que rápidamente dejaron atrás. Y tan solo minutos más tarde, se encontraban aparcando en el estacionamiento de un hotel lujoso y primoroso.

Abihail, al ver el edificio, tuvo que controlarse para no abrir la boca por la alta belleza del paisaje del edificio y la playa juntos, pudo notar que, de todos los hoteles, este era el más cercano a la playa y eso le agradó. Traía las mayores ganas de dormir escuchando las olas del mar en suavidad y armonía.

Cuando hubieron acordado sus datos con el parquero, y este les buscó ubicación, fue que todos bajaron de dichos vehículos. Leonardo bajó por una rampa especial que tenía su camioneta, seguidamente Abihail, y fueron al encuentro con los demás.

-¡Es bellísimo! ¿No crees, Abi? –Le manifestó María al abrazarla como saludo, muy emocionada, mientras hacía rodar su maleta.

-Sí, este lugar es hermoso –Suspiró Abihail.

-Deja que te presente a la Sra. Marta –Dijo, al tiempo que la atraía un poco más a la mujer.

-Oh, ¿Esta es la muchacha enfermera de Leonardo? –Cuestionó la mujer con una sonrisa sincera al ver a Abihail. Esta sonrió en correspondencia.

-Mucho gusto Sra. Marta, me llamo Abihail –Extendió su mano a la mujer.

Marta era una mujer mayor, de unos pasados sesenta años, pero al mismo tiempo parecía ser alguien de buena vibra y muy activa. Tenía el cabello teñido de un tono negro que adornaba al mismo tiempo con sus canas naturales, look que le sentaba muy bien. Tenía el cabello corto hasta los hombros y era de estatura baja, algunos centímetros más baja que Abihail.
La mujer con buena cara le extendió la mano, y le dio un apretón suave y elegante.

-El placer es mío, Abihail. María me ha hablado muy bien de ti –Dijo, al tiempo que separaban sus manos.

Ante el comentario, Abihail solo sonrió y procedió a saludar a Ricardo y Carolina, para entonces entrar al lugar. Y si el edificio ya era hermoso por fuera, por dentro lo era diez veces más; era muy abierto y grande, de muchas ventanas que daban luz natural, con varios jardines y piscinas, muy colorido y natural, decorado con preciosas estatuas, plantas y muebles. La pelinegra vio algunos carteles anunciaban dar servicios de spa y salón de belleza, como también gimnasios y jacuzzis, entre otras cosas que pintaban ser divertidas.

Leonardo, al ser llevado por María, pudo observar las reacciones de Abihail, que miraba todo con fascinación, la vio tomar folletos que el mismo hotel ofrecía de sus servicios y posibilidades, y mirar cuadros que decoraban el espacio. La vio sonreír, y descubrió que la sonrisa de ella extrañamente lo hacía sonreír a él por igual.

-¿Leo, estás oyéndome? –Preguntó María cuando por tercera vez este no le contestaba.

Leonardo tuvo que despegar los ojos de Abihail como un rayo; sin embargo, María, algo confundida, miró en la dirección en la que este había quedado fijo, descubriendo a Abihail. Arrugó sus cejas al no entender, pero decidió dejarlo estar.

-¿Te ubico en la misma habitación que tus hermanos? –Preguntó.

-María, sabes que no me llevo para nada bien con Ricardo, y Carolina, bueno… ella ni me quiere cerca. ¿En serio lo preguntas?

-¿Qué hacemos entonces? ¿Quieres estar conmigo y con tu abuela? Compartiremos habitación, y puedes hacernos compañía.

-No, no me sentiría cómodo.

-¿Quieres entonces una habitación para ti solo?

Leonardo lo pensó, y le dirigió una mirada rápida a Abihail que le dio una idea. Pero le hizo señas a María para que se acercara y así poder susurrarle al oído su plan.

Tal comportamiento le resultó un poco extraño a Marta, ¿Desde cuándo era su nieto “penoso” como para manifestar sus peticiones en secreto? No dijo nada, pero era algo que le preguntaría luego a María a solas. Por otro lado, Ricardo volteó sus ojos ante la ridiculez de Leonardo, el niñito debía ser escuchado en voz baja.



-Toma Abi, esta es la llave de la habitación en la que te hospedarás. Es la 75 del piso cinco. Nos vemos en el restaurante del hotel en una hora para comer algo ¿Okey?

-Me parece perfecto, nos vemos allá –Dijo con una sonrisa de dientes ocultos. En eso, un hombre con uniforme del hotel apareció y le ayudó a llevar su maleta al piso indicado.

Abihail en compañía del sujeto subió en el ascensor, y una vez allí, fue en busca del número de su habitación con mucha emoción. Todo era hermoso en ese lugar, y ahora quería ver las habitaciones. Y al entrar, descubrió la más fina seña de un estilo playero con elegancia y modernismo.

Hermosa, su habitación era hermosa. Pero aun así, le llamó la atención que para ella hubiesen escogido una habitación con dos camas individuales; cosa a la cual decidió no darle importancia.

-Señorita, dejaré su maleta por acá –Dijo el sujeto colocando su maleta en el centro de la habitación-. En la mesita de noche está un panfleto indicativo que señala todo lo que se puede hacer en la habitación. Que pase buena mañana, disfrute su estadía en el Hotel –Manifestó educadamente y se retiró.

Abihail sonrió mirando todo en derredor y se sentó a la orilla de una de las camas y acarició la superficie de esta, descubriendo las sabanas muy suaves, y la cama y almohadas perfectamente acolchadas, tomó el panfleto señalado anteriormente y leyó de él.

El baño tenía acceso a agua fría, tibia o caliente, explicaba a demás como manipular los aparatos para acondicionar el agua. También señalaba que existía un teléfono de habitación el cual podía ser usado para llamar a personas ajenas y nombraba números especiales para llamar a servicios como: limpieza, cocina y enfermeros. Le pareció súper increíble todo lo que ahí se ofrecía.

Soltó el folleto al acabar de leerlo e informarse, y fue a un lugar que la llamaba desde hacía rato: el balcón. Abrió la puerta, y recibió todo el aire que venía de afuera, e inevitablemente una suave paz le llenó el corazón al presenciar la magnitud del mar, el sol y la arena, se dio un tiempo para pensar y para liberarse de la presión que aún existía por su reciente desacuerdo con Leonardo. Entonces decidió orar.

-Padre, ayúdame a perdonar –Pidió-, sé que la actitud de Leonardo es pesada, pero yo soy hija tuya y sé que puedo controlarme con la fuerza que tú me das. Él debe aprender una lección por su comportamiento, pero libérame a mí de todo rencor.

>>Así también ayúdame a mantenerme ahora que estaré muchos días apartada de mi congregación, se tú mi pan de cada día y no me desampares en la soledad. Guarda de mis hermanos, y direcciona a Felipe para que pueda dar palabra verdadera, confío mi Dios en que tú así lo harás por cuanto es hijo tuyo. En el nombre de tu hijo amado Yahshúa, amén y amén.

Y permaneció ahí, tranquila, admirando la belleza de la playa, el sol potente que irradiaba el poderío abrazador de Dios, a la mucha gente que nadaba en el agua o tomaba el sol, los niños jugando, y el mar, el precioso y azul mar fue fuente de inspiración para un pequeño cantico nuevo.

-La tierra es de Yahweh, con todo lo que hay en ella, el mundo y los que en el habitan –Decía la alabanza-. Porque el establece sus fundamentos en los mares y los afianza sobre los ríos. ¿Quién?, ¿Quién hay que sea como Dios?, ¿Quién ha de subir a su lugar santo? Aquellos de manos limpias y corazones puros, los hijos suyos (Salmos 24).

Justamente cuando terminó de cantar, a tan solo segundos, escuchó la puerta de su habitación ser abierta, así que fue al encuentro de quien entraba al espacio.

Se sorprendió al ver a Leonardo, a él solo. Este luego de entrar, se hizo a un lado y detrás de él vino un sujeto con uniforme que dejó la maleta y se despidió deseando una feliz estadía.

-Creo que te equivocaste de habitación –Anunció ella-. María me había dicho que esta era mi habitación.

Leonardo sin decir una palabra mostró las llaves, y que esta tenía justamente el número de la puerta. No se trataba de una equivocación.

-Compartiré habitación contigo –Le anunció y avanzó con su silla hasta el centro de la habitación.

-Ah –Expresó escasamente, y seguidamente tomó su maleta para acomodar sus cosas en la mesita de noche.

-Abihail, yo…

-¿Vas a disculparte? –Cuestionó antes de que él terminara de hablar. Leonardo dudó un momento, pero luego asintió con la cabeza-. Me parece perfecto, te perdono, pero he de decirte que no vas bien por ese camino de hacer daño y pedir perdón simultáneamente.

-Lo sé, lo sé… es que… lo que pasa es que...

-¿Qué es lo que pasa? –Cuestiono ella al tiempo que detenía sus actos de doblar ropa y meterla en las gavetas de la mesita de noche- ¿Cuál es la excusa ahora?

Leonardo quiso preguntarle si acaso el pelirrojo era su novio, pero eso se vería muy fuera de lugar, además ¿En qué parte sería eso su asunto?, ¿Cómo es que a él le afectaba eso?

-Lo que pasa es que me siento asustado con esto –Dijo, y aunque era verdad, ese no era el asunto que lo llevó a tratarla de tal modo a ella-. Es la primera vez que veo a mi abuela desde que mi madre murió, me siento asustado porque no sé si al saludarle ella manifestará su rechazo hacia mí como todos los demás.

-Leonardo, ¿Por qué te rechazaría tu abuela?

-¿No te has dado cuenta, Abihail? –Cuestionó mientras sostenía su frente con estrés, al tiempo que negaba con su cabeza.

-¿De qué hablas? –Este dio un suspiro como intento de llenarse de fuerzas para no llorar al contar aquello.

-Mi familia me culpa de la muerte de mi madre, Abihail, todos, mi padre, mis hermanos, mis tíos, ¿Por qué mi abuela no lo haría? Creo que la única que no me ha culpado es María, y tú, porque me conociste luego de su muerte, sino quizás ahorita me culparas de ello también.

Abihail recibió aquello como algo bastante grave, y sintió algo de compasión por él.

-Eso… ¿P-por qué crees que ellos piensan eso?

-Los he escuchado hablar, lo insinúan cuando me hablan a mí directamente, pero las miradas, solo me basta sus miradas para confirmarlo. Sé que ante sus ojos, fui yo quien mató a su madre.

-Tengo entendido que la Sra. Helena murió de un infarto, ¿Cómo pueden culparte de eso? –Leonardo dio un suspiro profundo.

-Abihail, cuando no… -Le costó decirlo- cuando no era paralitico, fui alguien malo, peor de lo que conociste la primera vez, mucho peor, y además fui una amargura para mi madre. Ellos dicen que yo provoqué su infarto con mis actitudes –Se cortó-. Y lo peor es que… tienen razón.

Leonardo, sin poder controlar sus sentimientos, sintió su corazón achicarse y latir con rapidez, sus ojos ardieron, así que hizo un gran esfuerzo para que las lágrimas que amenazaban con salir, se esfumasen. Abihail no supo que hacer, por un momento se trabó al ver como los ojos de Leonardo se cristalizaban. Él era duro y fuerte, por lo que verlo vulnerable era algo que sorprendió mucho a la pelinegra, dejándola incluso sin palabras.

Cuando por fin su cerebro respondió, ella se acercó a él y se arrodilló a su frente para verle el rostro, y efectivamente Leonardo estaba a punto de llorar; sus ojos habían llenado de agua y se enrojecieron ligeramente al igual que su nariz perfilada, Abihail elevó un poco su mano y alcanzó la mejilla de Leonardo para acariciarlo.

Leonardo al sentir su mano se quedó inmóvil, solo la observó, y ella le regalo una apacible sonrisa que muy en el fondo lo hizo sentir mejor. Fue en ese instante en que él tomó la mano de Abihail que estaba en su mejilla y la aferró mucho más a su rostro, para acurrucarse en su caricia y sentir su reconfortante calor.

-Entonces, ¿No vas a hacer nada para demostrarles que cambiaste? –Le cuestionó.

-No es… tan fácil, además ¿Cómo podré cambiar el pasado?, ¿Cómo les sacaré esa idea de la cabeza de algo que ya pasó?

-Con obras nuevas –Le dijo ella al tiempo que quitaba su mano de sobre su mejilla-. Déjales ver con obras nuevas que estás arrepentido, que ya no tienes un corazón de piedra insensible. Lo  mismo aplica para Dios, ÉL deja de acordarse de nuestros malos actos cuando hacemos lo posible por cubrirlos con buenos actos.

-¿Y cómo disfrazaré esto, que es tan grave?

-No es disfrazarlo, es pagar por ello. Ya diste lo malo, ahora paga con benignidad, y te lo aseguro, si haces las cosas bien, las malas obras las olvidarán, porque escrito está.

-Eso va a estar muy difícil…

-Y va a tomar mucho tiempo, mucho sacrificio, va a costar mucho dolor, va a ser de mucha vergüenza, te rechazarán al comienzo, te lo pudo asegurar porque yo lo viví y lo vivo, pero como te dije es un precio que pagar. Nuestros actos generan consecuencias a las que debemos tarde o temprano dar cuentas, pero no hay mayor acto de justicia y mansedumbre que aceptar la voluntad de Dios, quien permite todo por alguna razón.

Leonardo ante sus palabras, tragó saliva espesa. Por mucho tiempo había evadido la situación, había puesto una coraza de “no me importa” que ya se estaba resquebrajando pero que él se negaba a dejar caer y hacía lo posible por mantenerla, pero así también anhelaba poder ser perdonado por su familia, quería poder entablar una conversación con ellos y no sentirse excluido o rechazado, quería poder conversar con alguien que compartiera su sangre y tener la suficiente confianza como para reír juntos. Eso implicaba dejar su orgullo a un lado, dejar de tratar a todos como lo hacía, arriesgarse a ser lastimado.

Ya Abihail se lo estaba avisando, iba a ser muy difícil recuperar lo que por culpa de él mismo perdió.

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¿Que tal? -w-🖑 Dios les bendiga y les de paz.

Disculpenme por otra de mis lindas ausencias, pero he iniciado la universidad y pos... toy al tope de tareas jsjsjsjs sin embargo, Dios me regalo el tiempo y la inspiración para continuar la historia uwu...

¡Sin más preambulo, las preguntas!

¿Que tal va la semana?

Hablando fuera del tema de la historia... ¿Son estudiantes universitarios, de bachillerato o ya trabajan? :0

¿Que tal el avance sentimental de Leo?

¿Donde está Líam? ;-;

¿Alguna vez Dios les regaló un cántico nuevo?

Por cierto, el nombre de la playa es aleatorio, ya que no baso mi novela en un pais como tal, solo me baso en Latinoamérica xd

Con un propósito #TA2021 [EN PAUSA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora