Liam despertó en medio de un bullicio, estaba en el suelo, boca arriba, sin camiseta. Tenía la garganta y la boca totalmente secas, tanto que una sensación irritante le recorrió la laringe tratando de pasar algo de saliva. Miró a su alrededor sintiéndose pesado y confundido, con una especie de aturdimiento que no le permitía levantarse todo lo rápido que quería, y cuando por fin se incorporó en el piso, cayó en cuenta que seguía en una fiesta, en su casa, y él estaba tirado en medio de la sala, rodeado de personas sudadas que se divertían de una manera más tonta, casi cualquier cosa los hacía reír a carcajadas, todo lo hacían como zombis, y con miradas que dejaban ver que el alcohol y otras sustancias los tenían dominados. Su espalda dio un espasmo doloroso, gritándole que decidir dormir en el suelo no había sido su mejor opción, y con cuidado movió su cuello, tratando de estirar los músculos dolorosamente entumecidos.
Se levantó quedamente, sintiendo las piernas como espaguetis que en cualquier momento le fallarían y acabaría en el piso, pero para su suerte no fue así, logró dar un par de pasos, y tuvo la suficiente fuerza para subir las escaleras e ir a su habitación. La cabeza le palpitaba terriblemente, y el volumen de la música en su sala solo lo empeoraba, pero no planeaba ponerle fin a nada de lo que acontecía. De uno de los cajones de su mesa de noche tomó un frasco de pastillas para la resaca y de este sacó dos, tragándoselas sin preocuparse por una posible sobredosis por ingerir dos de un tirón, y sin ayuda de un poco de agua, cosa que lamentó, ya que sintió claramente como las pastillas bajaban rasposamente por su garganta, lastimándole un poco. Bajó a la cocina apoyándose de todo cuanto se atravesaba, incluso se guindó a una chica bajita, que parecía menos estable que él, pero que logró afirmar su postura; sin querer acabó posicionando su barbilla en la cabeza de la desconocida, para descansar un poco, aunque no había recorrido casi nada, y esa pose le permitió oler su cabello, que se miraba algo grasiento, llenando su olfato de un terrible olor que de inmediato le provocó nauseas, olía a sudor viejo.
Bueno, llevaban ahí tres días de fiesta, muy pocos se habían ido, y aunque no había ido a verificar su baño, estaba casi seguro de que al menos la mitad de las personas presentes tenían esa misma cantidad de días si bañarse.
Prácticamente corrió lejos de la chica, para evitar olerla a toda costa. Llegó a la cocina y a pasos apresurados fue al grifo del lavaplatos, el cual abrió para con la boca recibir el agua y beber directamente de ahí, saciando su boca seca, incluso su estómago se lo agradeció. Se dio la vuelta, recostándose al mármol de la cocina y notó que en un rincón de la habitación estaba Rebecca durmiendo, con la boca abierta, el cabello revuelto, vistiendo únicamente su ropa interior, lo cual la hacía abrazarse a sí misma por el poco frío que hacía, se miraba terrible.
No soportando su propio peso, este se tumbó al suelo, recargando su espalda a los gabinetes bajos, fregó sus ojos y su rostro sintiéndose algo cansado, pero no sabía de qué exactamente, acababa de despertar y eso no le permitía explicarse a sí mismo la sensación que cubría su cuerpo.
De pronto, su mente, tan traidora como siempre, le trajo un viejo recuerdo, uno agridulce, porque era lindo, pero estaba cargado de dolor puro. Se sujetó los cabellos, jalando un poco de ellos, como si con ese movimiento pudiese prohibirle a su mente reproducir ese recuerdo, pero ella no obedeció; él no pudo controlarlo.
―Liam, mi amor ¿Podrías alcanzarme la guitarra? ―Cuestionó con una linda sonrisa, Liam obedeció contento, que ella le pidiera eso solo indicaba que estaba a punto de tocar y cantar alguna hermosa canción. A Liam le gustaba verla cantar o tocar su guitarra, sentía que con eso su madre recuperaba algo de la vida que se le estaba yendo poco a poco, le ponía muy feliz cuando ella le miraba a los ojos en medio de alguna canción o hacía alguna mueca graciosa. Amaba ver a su madre cantar, era simplemente único.
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Con un propósito #TA2021 [EN PAUSA]
EspiritualAbihail es una joven cristiana llena de sueños y metas, y entre ellos el más importante de todos es conseguir agradar a Dios y poder enseñarle a los demás acerca de él. Y a causa del cumplimiento de su más grande sueño, se muda a un nuevo barrio, s...