Capítulo 1

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Era mediodía, un día nublado de finales de verano, en un lugar olvidado del planeta.

La luz era poca en su habitación, debido a las cortinas azules oscuras que pintaban el lugar, gracias a la luz de afuera, de ese mismo color llenándolo todo de una espesa oscuridad cálida, pero al mismo tiempo muy fría y cargada de soledad. Había despertado cerca de las 10:30am pero su cuerpo se sentía tan pesado que ni siquiera se había molestado en desayunar, no le apetecía comer nada. Y por como iba el día, tampoco almorzaría. Desde que despertó, no había movido ni un dedo; ni un ojo, solo miraba el techo perdido en todos los pensamientos de su mente, preguntándose cosas a sí mismo, al aire, a Dios… se sentía solo, pero tampoco anhelaba compañía.

-Ay, por favor- Dijo una voz femenina y chillona-. ¡Son las doce del mediodía, Liam!- Reclamó.

De un momento a otro, encendieron las luces de la habitación llenando cada esquina de luz, mostrando los diversos tonos grises de la habitación y uno que otro matiz de color por acá y por allá. Los colores y la repentina luz hicieron que sus ojos se lastimaran abruptamente. Detestó de inmediato a quien interrumpió su melancólica pero armoniosa paz.

En un movimiento rápido se sentó en la cama, aún con las sábanas a la cadera, y apretó sus ojos con su palmas en un intento por calmar la particular molestia que ahora lo atormentaba mientras daba gruñidos y maldecía a quien irrumpía su espacio.

-Mier**- Grunó.

-Demonios, duermes demasiado- Se quejó la misma voz.

Liam hizo un esfuerzo por ver a quien acababa de llegar, la miró por muy pocos segundos, y aunque su vista estaba nublada, el color negro y rojo de lo que parecía su cabello le dio una pista.

Rebecca.

-Jod**, ¿Quién te llamó?- Preguntó en un tono para nada amable, mostrando toda su molestia.

-Joel- Respondió Rebecca, haciendo manifiesto el sonido de su boca masticando un chicle-. Tiene dos días sin verte, está algo… molesto.

-¿Le dijiste que ya había vendido todo?- Preguntó el chico recuperando su vista-. Quería descansar- Agregó.

-Sí, pero ya sabes- Dijo haciendo un pequeño ademán de obviedad-. Es total y despiadadamente desconfiado el hijo de pe**a.

Liam dio un suspiro profundo y pasó la mano por su cabello castaño, con algo de estrés y cansancio, como si las horas de sueño que había cumplido no fueran suficiente para reanimar su cuerpo. Luego se sentó mejor en la cama, colocando sus pies en el suelo para mirar en esa misma dirección, al vacío. Por un momento, se olvidó de la presencia de Rebecca y soltó tantos suspiros que parecía que en cualquier momento se quedaría sin aire, sin embargo Rebecca no tardó en reafirmar su molesta presencia.

-¿Qué cara** te pasa, Liam?- Preguntó Rebecca recargándose a la pared detrás de ella-. Tienes cara larga.

Liam recordó entonces su presencia y se incorporó para luego levantarse de la cama algo tambaleante, caminó a su closet donde se desvistió sin importarle mucho la presencia de Rebecca, hasta quedar solo en boxers. Tampoco es como que a ella le molestara, lo había visto ya sin un solo trapo encima. Liam tomó una de sus miles de camisetas negras y unos jeans grises. Escogió sus tenis blancos y mientras los amarraba Rebecca habló una vez más.

-¿Ya conociste a tu nuevo vecino?- Preguntó-. ¿Sabes si está casado o algo?

Liam le dirigió una mirada asesina, detestaba cuando se activaba el lado curioso de Rebecca, era molesto, muy molesto. Sin responderle nada volvió al trabajo de ajustar sus zapatos, no sabía que tenía un vecino nuevo, no tenía una mínima idea de que pasaba en su barrio, no había salido pero ni para fumar; sin embargo su amiga Rebecca no podía mantener pegados sus labios un solo segundo.

Con un propósito #TA2021 [EN PAUSA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora