-Sí, Abihail es una muchacha muy honesta -Comentó Mari Alba, la vecina de la cuadra que había comenzado a asistir a la congregación en casa de Abihail, a Amalia, la madre de Antonio -. Nunca pensé que una jovencita como ella tuviera esa… como esa... esa vocación para hablar de Dios tan bonito. Aunque hay días en los que habla del final de los tiempos y debo admitir que me da miedo.
-No temáis, querida Mari. Dios es bueno, y si te ha permitido conocer de ÉL, es porque quiere precisamente que para esos tiempos no sufráis -Bebió Amalia de su té de hierbabuena, acto que imitó Mari Alba mientras las escuchaba hablar-. Aunque hubiese preferido que vinieses a la iglesia del pastor Jerónimo, donde Antonio y yo asistimos, pero entiendo y respeto tu elección.
Mari Alba sonrió algo apenada por el ultimo comentario, pero antes de poder decir algo, un recuerdo llegó a su mente, y rapidamente lo expresó.
-Por cierto, se me había olvidado comentarte que la vi en estos días llorando, en el porche del Liam.
-¿Qué? -Amalia se confundió-. ¿A quién?
-A esta muchacha: Abihail. Iba saliendo de donde Liam y lloró fuertemente afuera de su casa.
-¿Llorando? -Amalia tomó más de su té mientras alzaba una ceja-. ¿Por qué sería eso?
-Ay, de verdad que no lo sé -Expresó Mari Alba con dramatismo-, pero me preocupa. De ese Liam se dice de todo, y que ella esté llorando frente a su casa no debe ser nada bueno. No quiero ser pesimista, y que Dios no lo quiera, pero en serio es muy raro eso.
-Sí, sí, sí. Ese jovencito no me inspira nada bueno. Ya trataré de hablar con ella para que se aleje de él- Comentó finalmente, luego continuaron hablando de otras cosas triviales.
Sin embargo, Antonio, que venía cruzando algún pasillo, se había detenido a escuchar la conversación cuando escuchó el nombre de Abihail. Y aunque sabía que estaba mal escuchar conversaciones ajenas, se quedó parado para oírlo todo.
¿Abihail llorando luego de salir de casa de Liam? Eso no era normal. Y para empezar: ¿Cómo Abihail había dado a parar en casa de Liam?
Sea como fuere, Antonio debía enterarse de lo que estaba sucediendo. Y con sus métodos, planeaba hacerlo
…
Leonardo, esa mañana, miraba atentamente como Abihail se había tomado la tarea de doblar su ropa cuidadosamente. La pelinegra sabía que ya existía personal para eso, pero tan colaboradora como siempre, decidió hacerlo ella y ayudar un poco.
Esa mañana se veía muy bonita, a ojos de Leonardo. Sus mejillas se miraban sonrosadas tenuemente dándole un aire tierno a su rostro, tenía un moño alto que recogía todo su cabello, a excepción de su flequillo frances, y como siempre, su cara llevaba una expresión suave y alegre con su ya acostumbrada sonrisa. Muy bonita. Aunque luego se cuestionó si realmente habría existido algún día en que Abihail se viera mal.
La respuesta de su mente fue un no.
Abihail fue a llevar un grupo de ropa ya perfectamente doblada, y regresó para hacer un nuevo grupo, sacando prenda a prenda de una cesta que contenía toda la ropa bien lavada.
-¿Por qué te encanta trabajar doble, Abihail?
-No estoy trabajando doble, Joven -Reprochó ella con una sonrisa-. Ayudo un poco, y ya.
-A eso la gente le llama trabajar doble.
-Pues yo le llamo ayudar.
-Interesante contexto -Hizo una mueca, pero luego sonrió mínimamente-. Quería preguntarte algo.
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Con un propósito #TA2021 [EN PAUSA]
SpiritualAbihail es una joven cristiana llena de sueños y metas, y entre ellos el más importante de todos es conseguir agradar a Dios y poder enseñarle a los demás acerca de él. Y a causa del cumplimiento de su más grande sueño, se muda a un nuevo barrio, s...