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18 de Mayo, 2014.
Cementiri de Montjuic, Barcelona.

|10:22h|


Nunca me han gustado las flores blancas. En verlas siempre han afectado a mis pensamientos, echando sobre ellos la nostalgia y el pesar, incluso desde pequeña, que no asociaba su virtud al uso que normalmente se les da.

Todo el mundo cree que la razón por la que adornan las tumbas y se instauran en misa durante los funerales, está en un deseo familiar y en su preciosa función ornamental. La verdad resulta mucho más sórdida y simple. Antiguamente las técnicas de embalsamado no eran las de hoy, y su función era disimular el hedor de la muerte. Supongo que desde que lo supe aun me agobian más que antes.

ㅡ Enna, como sigas así me vas a romper la mano. ㅡ resalta Héctor en voz baja, echándose un paso hacia atrás. Me disculpo inmediatamente antes de soltarle y me seco el sudor de las manos en mi vestido. ㅡ Relájate, y estáte quieta. Tranqui. ㅡ insiste posando su brazo sobre mi hombro.

Agradezco su intención, pero su gesto no consigue calmarme en absoluto. Me siento desplazada, fuera de sitio, completamente, cosa lógica puesto que no conocemos a ninguno de los presentes.

Supongo que antes de estar aquí en mis cavilaciones había ignorado pensar en la clase de gente que asistiría. Mas ahora que me fijo con más atención, no me sorprende. Son todos hombres, de mediana edad y más ancianos. Todos blancos y de estructuras anchas, embutidos en trajes caros, y con la misma cara de simpatía. Es como estar rodeada de bestias salvajes, a punto de atacar. Nos miran porque somos los únicos jóvenes, y a mí por ser la única mujer.

ㅡ Igual es que hemos llegado antes de lo que tocaba. ㅡ susurra mi amigo con fastidio, antes de coger mi mano para andar un poco.

ㅡ ¿Por qué lo dices?

ㅡ Hombre, porque no está el muerto. Y porque Jimin tampoco ha aparecido, ni...

ㅡ Pero me habías dicho que estaba apunto de llegar.

ㅡ ¡Es lo que me ha escrito! pero de eso hace más de media hora ya.

ㅡ Esto no me gusta. ㅡ se suponía que Jimin estaría aquí. Vuelvo a sudar otra vez.

ㅡ Oye, igual hemos tenido suerte, ¿no? Igual es mejor que no esté aquí, porque tampoco estará Iván.

ㅡ Iván vendrá, Héctor. No lo dudes.

Por más que nos pese, es una realidad. En cualquier momento se presentará aquí. Al que no comprendo es a Jimin, podría haberse unido a nosotros para venir hasta aquí.

ㅡ Enna...

Los ojos de Héctor se clavan en el inicio del camino principal, por donde un grupo numeroso de hombres decaídos, avanza inminente hacia nosotros cargando el ataúd. Una mujer guía sus pasos apremiantes, los acompaña con la cabeza baja, caminando del brazo del que distingo, es Jimin, que le ofrece su pañuelo. Iván sigue la marcha detrás de los dos, con la cabeza alta y una especie de sonrisa inexpresiva.

ㅡ Ven, no te pares. ㅡ Héctor me coge del brazo para volver a donde estábamos, supongo que pretendiendo que no nos hayan visto.

Siento escalofríos por todo el cuerpo. La voz de la Razón clama fuerte y desesperada en mi cabeza que deberíamos marcharnos de aquí, ahora mismo. Aun así los dos tenemos los pies atornillados al césped.

La ceremonia va a dar comienzo. Los asistentes se hallan colocados formando varios círculos desdibujados alrededor del difunto. Nuestra posición ha retrocedido. En pocos minutos esto se ha llenado de rostros nuevos.

PVERTΔS CEЯЯΛDΔS _Donde viven las historias. Descúbrelo ahora