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6 de Mayo. 2002
Institut Poeta Maragall, 08036 Barcelona.


~Jimin

Hasta los veranos más apremiantes, más locos y acelerados para mí tenían días de más. La mayor tontería del mundo para mis amigos, incapaces de entender mi amor por los libros y el olor característico de la tiza de la pizarra. Sí, sé que sonaba algo inusual, y sorprendente para un niño de apenas trece años, pero era así de real para mí.

Como de costumbre mis nervios se amontonaron por tener todo lo necesario en mi mochila, los libros que tocaban, los lápices de mi estuche bien afilados, la ropa adecuada para causar buena impresión y la energía necesaria a pesar de no haber dormido apenas. Aquella noche menos de lo usual, no sólo por el regreso a las clases sino también por mi nueva ilusión; Jungkook.

Un nuevo amigo, un nuevo hermano... Alguien a quien solo había podido ver en fotografías, alguien a quien solo había reconocido por teléfono en contadas ocasiones. Llegó a nuestra casa un siete de junio, aferrado a la mano de su abuela y de su madre, con lo puesto y dos pares de zapatos. Nada más. Su semblante me dijo todo lo que su boca no fue capaz, pues era innegable a mis ojos que durante mucho tiempo, había sido adiestrado como un perro de caza, contenido a proceder sólo cuando su amo lo ordenara.

Pasé todo el verano con él, ayudándole a aprender el idioma, acostumbrarse a aceptar nuestras costumbres como las suyas, y a mi sorpresa fue a decir "¡error!", si bien el chico demostró fuerza en corto tiempo, era como si siempre hubiera vivido aquí, y la vida de necesidad que atrás había dejado, no hubiera sido más que un mal sueño fácil de olvidar.

La emoción se hizo dueña de mi cuerpo cuando las puertas del instituto se abrieron para nosotros. Dos críos para los que la ESO era una aventura comparable a la odisea de Homero. Fuera de mis expectativas y al alcance de las de Jungkook, el instituto no reflejaba gran diferencia con mi escuela, acorde a las mismas paredes grises, los mismos ventanales altos y los mismos pupitres demasiado angostos para mí. Y sin embargo para él, todo era nuevo y apasionante, sin duda mucho más especial que su anterior escuela en Busan. Era fácil asumir su nerviosismo e intriga, las mismas que demuestran los cachorros cuando descubren su nuevo hogar. Se sentó a mi lado cuando asignaron nuestras aulas, y esperó con excitación a que la profesora diera la primera propuesta. Debiera admitir que su estado era entrañable y cuanto menos, contagioso para mí.

Durante más de cuatro horas ,en las que los distintos profesores fueron dando las debidas instrucciones y preguntas habituales, noté la primera diferencia a mis clases pasadas. Por algún motivo que yo desconocía todavía, mis respuestas acertadas y mis ganas de proseguir empezaron a cosechar cierto aire ennegrecido, el desdén de mis compañeros. Las risas y bromas inocentes sobre mi aplicación en mi anterior colegio, se transformaron en miradas de rabia e indiferencia en los pasillos de aquel instituto. Durante los primeros días, temí que mi mala fortuna salpicara a Jungkook en algún momento, puesto que siempre solía acompañarme y era responsabilidad mía cuidar de él.

Sin embargo, ¡una vez más! El pequeño sabueso supo desviarse de mi camino con agudeza, y atraer la atención y el estupor de aquellos que lo rodearon. ㅡ ¿Era verídico? ㅡ me dije, tal vez sería un astuto estratega al que no vi venir. Pero con el pasar de los días, cuanto más lo veía actuar de aquel modo, más confirmaba para mi consuelo que realmente, mi pequeño primo era un bufón encantador y genuino.

A lo largo de aquel primer año de instituto, nuestros caminos se fueron separando, con tanta lentitud que ni siquiera nos dimos cuenta. Por supuesto que lo sentí, aquel día en que no me esperó para regresar juntos a casa, recuerdo que estaba sentado en el asiento del autobús, mi cabeza estaba tan asentada en mirarme solo los zapatos, que me equivoqué de parada y tuve que volver caminando. Nuestras notas guardaban demasiada diferencia, nuestros amigos estimaban considerable distancia y el ritmo al que conducían nuestras vidas estaba claramente en discordancia. No le culpé por tener sus prioridades, por querer divertirse y tomar decisiones precipitadas a pesar de sus consecuencias. Comprendí que su pasado en Corea había sido lo bastante duro para él como para no querer repetirlo.

PVERTΔS CEЯЯΛDΔS _Donde viven las historias. Descúbrelo ahora