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28 de Abril. 2014
Barcelona.


Podría habérselas arreglado para no asistir al evento. Podría haber fingido que su estado era convaleciente o sencillamente haber declinado la invitación. La belleza sugerente de su sonrisa, la contundente expresividad de sus ojos verdes, la sensualidad de su cuerpo y el poder de su voz grave y algo cortada que sin duda era capaz de convencer y asegurar cualquier reclamo. Nadie mejor que Jordan era consciente de su habilidad y nadie podía discutirlo. Acababa de marcharse de una presentación muy especial en el Sa Nau de danza. Había asistido sola, envuelta en su mejor vestido y en su mejor perfume. Se había mezclado entre el público y había usado su simpatía para lograr una localidad privilegiada, a fin de contemplar mejor a su amado príncipe. Se trataba de un espectáculo que más de una vez había presenciado a lo largo de su vida, para cualquier otro de los escasos presentes, bien podía ser algo habitual, una especie de ritual que precedía a la ocasión de un verdadero espectáculo, un ensayo de danza a pequeña escala y con efectos más sencillos, al fin, un pequeño esbozo de lo que sería próximamente algo real y magnífico.

Sin embargo para Jordan, ver bailar a su amado era todas y cada una de las veces, el acto más sublime.

Una vez terminado el ensayo, tanto público como artistas consienten en mezclarse y compartir opiniones. Las presentaciones para algunos son innecesarias, sin embargo para otros novatos es indispensable y desde luego Jordan causaba sensación entre este último grupo. Como no, una belleza pelirroja como ella destacaba en tal situación ㅡ realmente en cualquiera ㅡ, pero lejos de sentirse complacida, como en otras circunstancias se habría sentido, la frustración se hacía un hecho material. El príncipe le dedicó un saludo amable, le dio un beso paternal y palabras de cordialidad. Nada más lejos de lo que expresa un buen amigo o un hermano acostumbrado. Y después de tal momento de cortesía, el príncipe se despide besando el dorso de su mano y se aleja con un hombre al que no había visto antes.  

ㅡ Siento no poder llevarte en esta ocasión, me marcho con Iván. Gracias por venir. ㅡ En esas pocas palabras se ha reducido la noche para Jordan. El profundo pesar de la derrota nutre sus ánimos al volver a casa, aun que después de algunos años, cierto es que ha aminorado su efecto. La joven esperaba que hubiera suficiente vodka en el armario de la cocina como para perder el sentido y enterrar sus recientes acciones, pero solo encuentra a Jungkook en el salón. Aguarda estirado en el sofá, con sus ojos pegados al vaso de cristal, como si todo su mundo se hubiera reducido a las pequeñas gotas que brillan dentro de ese líquido vítreo.

Jordan piensa que debería matarlo por acabarse la botella, pero evita perderse en su rabia por más tiempo y acaba bebiéndose el pequeño resto que ha dejado su amigo en el vaso.

Jungkook solo parece percatarse de su presencia en ese momento.

ㅡ Como amiga eres un petardo, ¿lo sabías?

ㅡ Ya, pues te jodes porque no tienes otra.ㅡ afirma la pelirroja antes de beber.

Jungkook se ríe con buen humor, respira hondo y se rasca los ojos. Está más despejado de lo que quisiera, pues debido a su tamaño las grandes cantidades de alcohol no le afectan en demasía. ㅡ Será mejor que me vaya a la cama. ㅡ dice. ㅡ Tú deberías hacer igual, leona.

ㅡ No tengo sueño. Vete tú.

Jungkook pone su atención en Jordan, que por primera vez en toda la noche adopta un semblante serio y nostálgico. ㅡ Llámame plasta, pero no me quedo tranquilo dejándote despierta a tus anchas.

ㅡ ¡Venga! ¿Qué voy a hacer? Si te has acabado la botella. ㅡ alega con fastidio esperando que se decida a abandonar la habitación.

ㅡ El alcohol no te sienta bien.

ㅡ ¿Y a tí sí? ¿Cuál es tu excusa? Se te ha muerto la PlayStation.

ㅡ Te recuerdo que no tengo la culpa de lo que te pasa. Te dije que no fueras.

ㅡ Claro, lo ves todo muy fácil. Algunos no tenemos la suerte de que nos correspondan.

ㅡ Enna pasa de mí, para que lo sepas.

ㅡ ¿Estás tonto? ㅡ pregunta ella abriendo los ojos con tanta incredulidad que hasta le produce risa. ㅡ Por favor, es un libro abierto, si no pica hoy, picará mañana.

ㅡ Paso. Voy a guardar la caña. Si no me hace caso es por que tiene a otro en la cabeza o algo así. Ya está.

Jordan se queda pensando en ello durante un minuto largo. A raíz de todo lo ocurrido esta noche se plantea el tiempo que ha gastado y viendo a su amigo tan apático y desanimado se convence de que tal vez no lo haya perdido en vano. Desea comprobar cuan ciertas serán sus palabras.

En un principio, sus caricias no parecen alterar la mudez de su compañero, pero en el momento en que posa sus labios bermejos sobre su cuello, Jungkook despierta de su calma y se sorprende de su actitud.

ㅡ ¿Qué haces? 

ㅡ Cariño, te has acabado mi botella. Lo justo es que me consueles un poco. ㅡ acaricia su oído con los labios, haciendo uso de ese registro vocal que sabe bien que a él tanto le gusta y se entretiene a desabrochar cada botón de su camisa blanca, rozando consciente y calculadamente sus turgentes pectorales.

ㅡ Jordan, creía que ya habíamos superado esto. ㅡ dice con una cierta sensación de duda, sin impedir los actos de su amiga.

ㅡ Más bien di que llevas semanas sudando de mí por esa idiota. ㅡ corrige acabando de abrir su camisa, descubriendo su torso hercúleo con las manos y mordiendo su cuello.

Jungkook mantiene los ojos cerrados, es plenamente consciente de lo que está ocurriendo pero se siente incapaz de detener a su amiga. ㅡ Jordan... ¿por qué dices eso?

La joven está decidida a acabar lo que ha empezado y no quiere detenerse. Se levanta y rodea al sofá para mirarle de frente y desliza la cremallera de su ceñido vestido para dejarlo caer a sus pies. No existe satisfacción que igual que ver en sus ojos el reflejo de su encanto. ㅡ Has perdido el tiempo. ㅡ dice, apoyándose en sus bíceps para dejarse caer sobre él con mucha suavidad, acomodándose de forma que sus pechos besaran el calor de su piel. ㅡ Esa tonta no te ha sabido valorar Jungkook. Yo sí lo hago.

El pigmento vívido de sus ojos glaucos parece cobrar intensidad al decir esas palabras en voz alta, palabras que solo son para él, que le han sido dedicadas con sincero afecto y que le recuerdan a ella; una chica que a pesar de declararse no es capaz de aceptarle. Las manos de Jordan se ocupan de desabrochar sus pantalones. Son gestos que proceden en contra de su razón, se inmiscuyen dentro de su ropa interior con prisa y consuelan su vergüenza de esta noche. Los labios de la pelirroja saben exactamente dónde tocar y cómo arrancarle esos suspiros graves que tanto ha estado añorando.

Al final el moreno decide abandonar sus dudas y se deja llevar por los caprichos de la chica. Admite que su sentimiento de derrota juega en contra de su ánimo, pero también es la compasión que lo conduce, pues a pesar de que Jordan sonríe y ataca su longitud con asidua vehemencia, se reconoce en su pena como en un espejo. Ambos se dan calor para suplir el que no han recibido de sus amantes deseados.

PVERTΔS CEЯЯΛDΔS _Donde viven las historias. Descúbrelo ahora