l'εstrαηgεr

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Cementiri de Montjuic. Barcelona.

|10:38h|


~Jimin

Se sabe que las sustancias sintéticas artificiales nunca son las soluciones más recomendables. Siempre he pensado que habríamos de dejar de inventarlas. Una intoxicación por sedantes, hipnóticos o somníferos es grave, y puede causar la depresión del sistema nervioso central. Pérdida del equilibrio, hipotensión, y en el caso de los barbitúricos, el ácido que yo acabo de implementar con una jeringuilla, es terriblemente adictivo, y puede llevar a la depresión del sistema respiratorio, y producir la muerte por asfixia.

Enna no ha dejado de respirar. Al ponerme sobre su boca noto que su aliento sale para tocar mi mejilla. Lo que me mantiene intranquilo es la sudoración que presenta, eso no me parece normal. Incluso el tono de su piel se ha vuelto saturado, y la temperatura de su cuerpo ha subido en exceso.

ㅡ ¡Enna! ㅡ Héctor se apresura entre la gente, muy exaltado. ㅡ Oye, ¿qué le ha pasado?

ㅡ Seguramente no sea nada. Pero es mejor que no te acerques mucho, necesita respirar. ㅡ me apresuro a responder, manteniendo un espacio de seguridad. Héctor me mira con recelo, pero respeta mi declaración guardando la distancia. Es entonces cuando advierto, por primera vez, el rostro del extraño que he estado esperando durante tanto tiempo.

Situado justo detrás del exaltado chico, vestido con un traje gris, que es más modesto de lo parece a simple vista, y una camisa blanca que luce el cuello arrugado. Bastante delgado, se ve más alto de lo que es, incluso puede que seamos de la misma altura. Tal vez los dos compartamos el mismo tono en nuestros cabellos, y nuestros ancestros vengan del mismo lugar, pero no somos iguales. No nos parecemos en nada.

Se trata de un chico, un chaval que apenas ha de haber cumplido los veinte años. Es el impostor con el que Casares me confundía, y su cara manchada de pecas, está hecha de rasgos tan afables, que parece un niño grande, asustado por lo que tiene delante. Apenas se ha dado cuenta de que le observaba. Sus ojos solo pueden ver el cuerpo de la chica que sostengo en mis brazos.

ㅡ Por favor, ruego que mantengan la calma. ㅡ la voz de Vania se alza sobre mí ante de posar su mano derecha sobre mi hombro. ㅡ La señorita ha sufrido un desvanecimiento, nada más. Se pondrá bien. ㅡ en acabar este anuncio presiona ligeramente mi hombro, y hace que crezca mi afán. Me dispongo a levantarme del suelo, procurando sostener el cuerpo de Enna confortablemente.

ㅡ ¿Qué haces?! ¿A dónde la llevas? ㅡ Héctor sigue igual, y lo entiendo. Trato de tranquilizarlo pero Vania toma la palabra antes que yo.

ㅡ La señorita necesita la atención adecuada... ㅡ dice, mirando al extraño que en ningún momento se ha pronunciado, y que mantiene en su rostro una expresión imperturbable.

ㅡ Para nosotros será un inmenso honor poder ofrecersela, no es así, ¿Jimin?

Mis ojos siguen puestos en Héctor. Es el que más me preocupa en este momento. Porque a pesar de conocerlo hace menos de veinticuatro horas, sé que es el más inestable, y sus acciones son las más impredecibles.

ㅡ Héctor, está bien. Confía en mí, la cuidaré. ㅡ aseguro sin saber, y me dejo arrastrar por el son de mi impaciencia, sin siquiera preocuparme de esperar a mi supuesto amigo, mi jefe, mi protector, el causante de toda esta repugnancia. Voy andando como un preso encadenado, al que le cuesta impeler sus pies, dirigiéndome hacia el coche, aquel coche de cristales negros al que minutos antes había prometido que ella no subiría.

Vania sigue mis pasos detrás de mí. Reconozco el sonar de sus zapatos de cuero. Si se hubiera quedado con aquel extraño, la presa que lleva esperando para cazar tantos años, podría haber llevado a Enna con Jungkook. Pero tal como está no puedo exponerla a un viaje tan pesado. Necesita atención médica.

PVERTΔS CEЯЯΛDΔS _Donde viven las historias. Descúbrelo ahora