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8 de Abril. 2014

 Carrer de la Cera, 31-5. 08001. Barcelona

~ Enna


Cuando has pasado toda tu vida en un pueblo pequeño, trasladarte a vivir a la gran ciudad es un cambio drástico. Pero no me esperaba que realmente fuera a impresionarme tanto. Por primera vez piso la gran estación de Francia y me siento sobrecogida por su innegable encanto industrial y me siento una hormiga entre todo este caos de luces coloridas y coches que se mueven a toda velocidad. En otras circunstancias hubiera dejado las pesadas bolsas en el suelo, me hubiera parado a descansar un poco antes de seguir caminando y me hubiera detenido a contemplar el movimiento de la vida nocturna que caracteriza a la ciudad, pero tengo demasiada prisa para eso.

Lo único que quiero es llegar por fin al apartamento, para poder echarme sobre la cama y no mover el culo hasta la mañana siguiente. Estoy tan fatigada que apenas siento las piernas, y cuando llego al edificio solo me falta encontrar el ascensor averiado para subirme la moral. Seis pisos más tarde, arrastrando las bolsas y maldiciendo al presidente de la comunidad, abro la puerta de mi nuevo piso y dejo caer las maletas en el suelo. Prácticamente serpenteo por el pasillo y me echo sobre el sofá del salón. Tengo la boca seca y las manos rojas y calientes. Mi cabeza da vueltas y no siento mis pies.

Son las once de la noche y es domingo; por eso me olvido de poder llenar la nevera esta noche. En la estación había un sector apetecible de franquicias diversas en las que hubiera podido cenar algo, si no hubiese tenido tanta prisa. Además de la sensación de cansancio ahora también influye el peso del ridículo sobre mí y un bonito dolor de tripa. A pesar de la amargura, mis ojos empiezan a ponderar y al final, me quedo dormida sin darme cuenta.

Empiezo a sentirme en calma, relajada. Bien. Pero de un momento a otro los escalofríos comienzan a mellar en mi espalda y la sensación se extiende hasta que siento una vibración particular en mi oído. Progresivamente empiezo a sentir un ruido atronador. Mis ojos se abren de repente. Lo que escucho es música, el sonido basto de unos altavoces que parece que vayan a echar abajo la pared de mi salón. Miro la hora en mi móvil; son las dos de la madrugada y tengo un mensaje de mi madre y tres llamadas perdidas de Héctor.

Escribo a mi madre para tranquilizarla y decido llamar a mi amigo porque de no hacerlo sé que seguirá llamando toda la noche.

ㅡ ¡No sé por qué me sorprende que te hayas olvidado de mí! Eres tan predecible como una porno.

ㅡ ¿Debería colgarte?

ㅡ Solo si quieres que no vuelva a cogerte el móvil. ㅡ Me dice con su clásico tono de superioridad. Sé que tiene razones para ser borde, pero me molesta que sea tan exagerado a veces. ㅡ ¿Qué tal la choza? ㅡ me pregunta, ahora con más delicadeza.

ㅡ Bueno... El piso es igual que las fotos, si te refieres a eso. Pero olvidaron poner en el anuncio, que necesita reforma. ㅡ Resoplo hastiada.

ㅡ ¿Se te ha ido la olla?! El apartamento es de alquiler. ¡Y no tenemos un puto duro!

ㅡ Pues estas paredes son de papel. ¿No lo oyes? Los vecinos han montado una fiesta. No voy a pegar ojo.

ㅡ ¿¡Y ese es el problema?! ¿Qué pasa, que si no estoy yo contigo te faltan ovarios?

Sin importarme ser descortés, cuelgo el móvil y lo dejo caer sobre el sofá. Estoy cansada y paso de aguantar más de lo que me toca esta noche. Ya sé que me tendrá que tocar aguantar su bronca mañana cuando llegue. Solo quiero descansar y por más que lo intente soy consciente de que no voy a poder ignorar el ruido. Tengo el sueño demasiado ligero.

PVERTΔS CEЯЯΛDΔS _Donde viven las historias. Descúbrelo ahora