19 | ¿Gustarle a Queenie? ¡Eso sería una pesadilla!

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──¿Estás seguro de que no son pareja? Se acaban de besar ──habló Marco mientras comía de su algodón de azúcar, apoyado en una banca en la que Sirius estaba sentado, ambos viendo como las rubias parecían cometer actos de canibalismo en plena feria.

──¿Deberíamos decirles que vayan a un hotel?

──No sabía que Cassie sentía tanta... Pasión ──rió.

──Siento que estoy viendo National Geographic, edición depredadores.

──Siento que estoy viendo algo que no debería ver...
¡Oye, no bajes tanto la mano! ──retó a Hannah, la novia de su amiga Cassie.

──Amigo, déjalas disfrutar ──se relajó el mayor, acomodándose en la banca.

──Están profanando a Cassandra Walker, difícil de ver.

──¡Pues deja de verlas! ──tironeó al menor hacia la banca, mientras este lo miraba con ojos de cachorrito triste── Ellas también pueden disfrutar en público de su relación. No las molestes. Despreocúpate ──calmó él, sintiéndose bastante realizado al decir palabras tan sabias.

Se quedaron ahí unos minutos, minutos que al pelirrosa le parecieron eternos. Se puso a pensar en cosas profundas y románticas. «¿Yo quiero eso?», se preguntó. Besarse con alguien con lujuria, sentir cada parte de su cuerpo, profesar su amor en público, con cero privacidad y mil restricciones al ser, pues, público.

Bien, las primeras dos las quería. La tercera... Quizás no tanto.

«Aunque sería lindo saber que la gente envidia mi relación», creyó ya que él claro que envidiaba la de Cassie.

Sirius envidiaba cualquier relación en realidad, cualquiera que tuviera comunicación, cualquiera que fuera plena, cualquiera que pudiera expresarse y ser libremente.

Sirius envidiaba el amor libre, quería tenerlo. Pero... No sabía cómo.

──¿En qué piensas? ──Marco lo arrancó de sus pensamientos, curioso por la expresión pensativa de Sirius.

──¿Hm? Pienso en... En el romance ──sinceró.

──¿Quieres romance? ──consultó tanteando el terreno, para luego toser fuertemente.

Marco lo miraba con esos grandes y expresivos ojos, atento a lo que pudiera decir, ¿cuál gato curioso? Marco era un jodido felino bebé en todos los aspectos.

──Sí, pero... ──en su mente debatía sobre si decirlo o no, así que optó por ser indirecto──. Sí quiero romance, pero la persona que me gusta es demasiado rockstar para mí ──sonrió.

Cuando volteó debido al silencio, vio a un Marco decaído, decepcionado y hasta desilusionado.

¿A Queenie le gustaba alguien?

¿Por qué no se lo había dicho?

──Pues... ──intentó decir el moreno, ignorando sus emociones── Si es muy, muy rockstar... ──una sonrisa se postró en su rostro. ¡Aquello era buenísimo! ── No podrán estar juntos ──sentenció, a lo que Sirius hizo una mueca de tristeza debido a la estrepitosa declaración.

──¿Por qué no? ¡Todo es posible! ──atacó ilusionado, ¿era aquella una indirecta?

¿Le intentaba decir que no quería nada con él o era demasiado bruto como para darse cuenta de que él era quien le gustaba? Sirius decidió confiar en su instinto y su esperanza, así que optó por la segunda opción.

En cambio, Marco se veía enfadado.

──Pero no, no pueden estar juntos, y Queenie no estará con nadie ──decidió él por su cuenta, algo molesto, hablando como un niño pequeño.

Sirius suspiró, y volvió a responder, lleno de pasión por la causa del amor.

──¡Se puede ser rockstar y feliz! ──exclamó, viendo como el rubio hacía una expresión de desagrado── ¿Tú no me quieres...? ──ahí debería haber acabado la oración.

Ahí debería.

Marco había volteado hacia él con asombro y un ligero saltar en su pecho, estaba emocionado, no sabía si había sido un simple error en su hablar, o si se había trabado.

O si tal vez, y solo tal vez...

«¿Podría ser que...?»

──Feliz ──terminó de decir el ojiverde, cerrando los ojos con pena.

Sentía como su corazón iba apagando su latir, poco a poco, cada vez más lento. Era doloroso saber que no era por calma, sino por tristeza.

──¿No me quieres... Feliz, Marco? ──cuestionó ahora en el conjunto que había formado, a lo que el menor retiró toda duda de su cabeza.

¿Queenie enamorado de él? Cualquier idiota se reiría de ese pensamiento tan ridículo.

Aún así, se había sentido tan real...

──Claro ──sonrió con melancolía. Y se levantó de la banca sin mirarle el rostro a su amigo──. Claro que te quiero feliz, Queenie ──habló con la mirada perdida en la nada.

Se había sentido tan real. ¿Por qué estaba tan decepcionado? Gustarle a Queenie sería una pesadilla, destruiría su relación amistosa, sería incómodo y...

Y podrían abrazarse más seguido.

Y podría besarlo.

Y podría decirle «mi amor», y podrían pedir un combo de parejas en el cine, y podría acurrucarse contra él todas las noches, y pensar en un futuro juntos como pareja.

Sirius lo presentaría como suyo, asistirían a más cosas juntos, y cuando la gente preguntara: «¿son pareja?», Marco podría exclamar: «¡Sí! ¡Somos pareja!» sin sonar como un loco ilusionado que además miente.

«Eso habría sido una completa pesadilla.»

Creyó.

Finalmente, decidió irse. Abrazó a su Queenie, y se marchó sin más.

Esa noche, Marco Vitale se quedó pensando. Quizás contento al imaginarse siendo feliz con Sirius de una forma romántica y completa, o tal vez triste al saber que su Queenie amaba a alguien más.

Y tal vez, solo tal vez, sintiendo el rojo vivo de sus mejillas, al imaginarse besando los labios de su mejor amigo.

Y tal vez, solo tal vez, sintiéndose un asco de persona al querer eso.

Querer. Él quería eso.

Porque eso estaba mal, eso estaba tan mal. Eso era tan incorrecto.

Sirius ya amaba a alguien más.

Y Marco amaba a Sirius.

¿Ahora, qué haría con esos sentimientos a flor de piel, con esos cosquilleos en el estómago y esas imágenes indeseadas en su cabeza?

«¿Habría sido una pesadilla, o...

O un buen sueño, del que no querría despertar?»

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Bailando con una estrella (BL) | ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora