23 | Jodidamente celoso, jodidamente bruto.

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[horas antes.]

Queenie vendría, ¡Queenie vendría! Marco debía ordenar. Esto por acá, aquello por allá, ¡¿y dónde rayos había dejado la guitarra?!

Le había dicho claramente a Mario, que la guardara donde Luis le dijo, es decir, donde Cassie le había señalado, junto a Hannah pero antes de que ella se moviera...

¡Todo era un desastre! Habían papitas sobre su cama, que Queenie no se negaría en comer, ¡pero esa no era la parte importante!

Sin pensarlo, decidió ordenar un poco e irse a dormir. Antes de cerrar los ojos, pensó: «¿Queenie viene hoy o mañana?»

«Nah. Seguro viene mañana.»

Y se acostó a dormir, no sin antes darse cuenta de que su guitarra estaba tirada contra la pared.

****

──(...) Mira, Queenie.

El ojiverde lo observó con atención.

Marco suspiró, y finalmente, lo dijo.

──Queenie... No me gusta lo que sientes.

El corazón de Sirius se haría pedazos en cualquier momento. Tragó duro, quizás era una equivocación.

──¿Cómo dices? ──cuestionó aún sin creérselo del todo.

Marco se rascó la cabeza algo apenado, dándole malas señales al mayor, quien se sentía el mayor tonto de la galaxia.

──No me gusta lo que sientes, y me explicaré. Queenie, siento que nuestra amistad vale mucho...

«Oh, Dios. Esto... Esto en serio está pasando.»

──Y me gusta cómo está así.

Esperaba que el pelirrosa le entendiera bien. Inconfundible. Inmalpensable.

──Queenie, estos sentimientos que tienes... Yo ciertamente no los he aceptado del todo... Quiero que seas feliz, claro, pero me siento algo incómodo desde que sé lo que... Lo que hay entre tú y... La persona que te gusta...

¡Oh, no podía ser posible! ¡Marco estaba hablando en tercera persona! ¿Tan malo era?

──Yo realmente amaría verte contento pero estas emociones que tienes me hacen sentir... Es difícil de explicar ──expresó con disgusto y molestia, haciendo lo posible por esquivar la mirada de su amigo──. Como sea, el punto es que estoy algo... Ya sabes... ──dijo apenado.

¡Mierda, mierda y más mierda! ¿Sirius la había cagado? ¡Claro que sí, había arruinado su mayor amistad! Y no podía sentirse peor por eso.

Su respiración se agitó, su corazón iba demasiado rápido y no por algún sentimiento bonito. ¿Sentimientos? Quería deshacerse de esas basuras. La única persona a la que él amaba de verdad lo había rechazado de manera brutal, y encima demostrando repugnancia hacia él, hacia su corazón, hacia su esencia y su deseo oscuro.

──Entiendo ──se limitó a decir.

Estaba destruido. Sentía ganas de querer llorar con fuerza e irse de allí lo más pronto posible.

Aún así, solo dijo eso.

──Bien. Y lo siento, Queenie. Pero estoy jodidamente celoso ──exclamó con enojo.

Sirius frunció el entrecejo y dirigió su mirada de cristalinos ojos hacia el moreno, quien juntaba los dientes con fuerza.

──¿Estás celoso? ¿De qué? ──cuestionó con inseguridad.

Debía ser un chiste. No, Marco no era tan bruto como para creer que hablaba de alguien más, ¿cierto?

«Alguien dígame que es un chiste.»

──Es que temo que si empiezas a salir con esta persona me dejes de lado y estoy super celoso ──demostró su inseguridad con su rostro, el cual se veía triste y poco confiado, como un cachorro al que le dan comida en la calle por primera vez──. Me encanta que te sientas contento con esa persona, porque nunca te he visto enamorado, pero yo... No sé si pueda hacerlo.

──¿Hacer qué?

──Verte siendo feliz... Sin mí ──con la vergüenza a flor de piel, el rubio se lamentaba──. Y a él o ella...

──No hay nadie ──se limitó nuevamente a decir, ahora un poco más tranquilo.

──¿Qué? ──el menor quiso saber si había oído bien, si su voz decía cosas ciertas.

──No hay nadie, Marco ──garantizó.

El moreno, mucho más que aliviado, se puso una mano en el pecho de manera involuntaria y sonrió con alegría.

──Qué bueno porque yo... ──Sirius había saltado a abrazarlo, con cada fibra, con cada respirar, con cada célula viva en su cuerpo──... Hm... Queenie... ¿Por qué es esto?

──Eres el bruto más grande del mundo ──aseguró en alivio puro, sintiendo el oxígeno pasar por sus pulmones de manera más calmada.

──No negaré eso ──rió──. Oye, ¿pero por qué me mentiste? Me sentí muy mal ──curioseaba algo triste todavía.

──Creí que quizás... No, no importa eso ──le sonrió──. No me gusta nadie, Marco ──mintió.

Aun así, Marco sonrió también.

──Pues, me alegra. Claro que puedes ser feliz con quien quieras y cuando quieras, pero esto me tomó por sorpresa ──suspiró──. Ahora, ¿te quieres quedar? Tengo... Co...

──Ni se te ocurra ──carcajeó──. Miremos Titanic. Me gusta ver esa película contigo ──sinceró.

──¿Conmigo? ──repitió para confirmar.

──Contigo.

A esto, Marco solo pudo sonreír aún más.

Esa noche estuvieron juntos en cada momento, mirando la televisión, acurrucándose, riendo y comprometiéndose. Esa noche, Sirius prometió dejar de mentir. Y Marco juró que dejaría de llorar con la muerte de Jack.

Esa noche, a las dos de la mañana, el ojiverde se levantó al baño después de haber dormido tres horas junto a su mejor amigo. Nada podía arruinarle ese momento, ese «acércate más», esa sonrisa cómoda y ese, en susurro, «Buenas noches, mi Queenie» que tanto adoró y adoraría.

Nada podía arruinarlo.

Excepto él.

****

Bailando con una estrella (BL) | ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora