26 | Todo o nada.

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El primer recuperatorio de temporada. Se acercaban las vacaciones para los de último año, así que los de penúltimo, vociferando de la emoción, habían decidido que todos los que aprobaran tendrían sus vacaciones adelantadas por un año.

Dos semanas completas de viajes, juegos y fiestas. O, para los asociales: cómics, videojuegos y quedarse en casa.

Todo era perfecto, y como a ellos les tocaba adelantado, tendrían la misma oportunidad el año entrante.

Ese mismo día, Sirius iría a su casa. Él se preparó, se puso lo más lindo que pudo. No fue a la escuela, solamente para dedicarse todo el día a su imagen.

Es decir, durmió hasta las once y estuvo una hora desesperándose por todo.

Al principio se puso histérico. ¡Debía haber despertado a las nueve! Todo le daba vueltas, quizás por haberse quedado hasta tarde viendo videos de YouTube con títulos dudosos y que cualquiera al verlos diría que dudaban de la sexualidad del rubio.

¡Pero a ellos que les dieran! Marco era feliz buscando «Tutorial de cómo ser sexy.»

«¿Cómo declararse sin arruinar una amistad?»

«¿Cómo besar?»

«Tutorial de baile erótico para hombres.»

Oh, herramientas que usaría más tarde. Su rostro se calentó de solo pensarlo.

Preparó su rostro, con mil cremas humectantes, para luego darse cuenta de que esas cremas estaban vencidas desde hace dos años. «Eso me pasa por querer coleccionarlas...», se dijo.

Preparó su vestimenta, con perfume femenino, "el mejor afrodisíaco". Demás de que él creía que era mucho más suave y agradable de oler que el masculino, más dulce y así.

Se puso ropa fina, fácil de quitar.

Se vistió todo de negro: la ausencia del color, tan hermosa que encajaba en el momento que planeaba.

Y por último, preparó su cuerpo.

Se afeitó absolutamente todo, y se dijo:

«Crema de cacao en los labios, por si me besa.

Perfume en el cuello, por si me abraza.

Y...»

Sacó un anillo de plata de su bolsillo.

«Y esto, por si me acepta.»

No planeaba regalar así como así el anillo de su abuela, era muy joven para casarse. Pero, dárselo a Queenie, era todo lo que él quería hacer en la vida.

Aún si eso significaba quedar como "poco hombre" al no dárselo a una mujer.

Su familia no era la más conservadora, pero si algo Marco sabía era que no le perdonarían estar con un hombre.

¿Y Marco sacrificaría su relación con su familia por el ojiverde?

Ni siquiera lo dudó al meter el anillo de nuevo en su bolsillo. Cuando viniera, se lo entregaría con todo gusto.

Queenie era todo para él, aún más que sus parientes.

Claro que a veces se lo preguntaba a fondo. No quería dejar a Jacobo por el pelirrosa, habían tenido toda una infancia juntos. El rubio lo recordaba con cariño, sin entender por qué se habían distanciado.

Solo recordaba que justo cuando su mejor amigo llegaba, Jacobo se iba y viceversa. Ellos no parecían caerse bien, y desde el primer momento Marco supo que tendría que elegir.

Nervioso, oyó el timbre de su casa sonar. Sirius había llegado. Corrió hasta la puerta, encontrándose con Marco almorzando en el comedor. Antes de abrirla, se pasó las manos por la ropa, para secar el sudor.

Inhaló. Esto era una gran idea.

Exhaló. Un grito ahogado.

Era todo o nada.

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Bailando con una estrella (BL) | ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora