28 | La bomba explotó.

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Contento, enérgico, casi efusivo. El moreno volvía alegremente a su habitación. Corrió por las escaleras, acción peligrosa pero emocionante, y subió con felicidad y dicha. Resultó que no había llegado su paquete ─el cual sí era un vibrador. ¡Un hombre tiene que disfrutar!─. Debió haber sido un error de su hermano.

Subió cada escalón, y ahí, vio la puerta de su cuarto semi-abierta. Inhala, exhala. La abrió y sonrió.

Cuando vio al pelirrosa cerca de su cajón, su sonrisa se desvaneció.

──Tanto tiempo... ──dijo el mayor── Tanto tiempo estuviste mintiendo... ──sin palabras, se volteó.

Tenía enfrente suyo a Sirius con bolsas de cigarros en las manos, sin mirarlo a la cara siquiera.

──Tanto tiempo. ¿Y qué ganabas? ──rió. Levantó una de las bolsas. Cielos, cada una contenía cincuenta cigarros sin usar── Además de una vida más corta ──volvió a reír. Marco temblaba. Juraría que tenía una gota de sudor cayendo por su frente──. Esta... Esta es la mierda que quieres, ¿cierto? Siempre la quisiste, claro. Marco: el drogadicto. Esa es toda tu jodida personalidad.

El menor sintió un fuerte dolor en el pecho.

¿Así se sentía el desamor?

Intentó acercarse, pero por cada paso que daba hacia adelante, Sirius daba dos hacia atrás.

──Oh, ni se te ocurra acercarte. No ──negó con la cabeza, tirando los paquetes en la cama──. No, no te acercarás a mí por mucho tiempo. Dios mío, Marco, qué hiciste ──de su sonrisa comenzaron a haber temblores, de sus ojos caían lágrimas.

El rubio debía pensar rápido, extendió los brazos en busca de seguridad.

──Escucha, puedo arreglarlo, puedo explicarlo ──intentó garantizar mientras el ojiverde sacudía la cabeza.

──¡No, no puedes, Marco! ¡Hace dos jodidos meses que estoy como un imbécil, alentándote, dando soporte y siendo todo lo que puedas necesitar para que, oh, pobrecito, no cayeras de nuevo en la adicción! ¡Mierda, Marco, nunca saliste de ella! ──gritó furioso y lleno de enojo, lleno de ira, lleno de decepción── ¿Qué...? ¿Qué se suponía que sucediera? ──lloró──... ¿Sabes algo, Marco? Espero que encuentres a otro idiota que quiera tu bienestar, tu salud y tu plenitud, porque me cansé de ser ese idiota ──secando sus lágrimas, se dirigió a la puerta.

Marco extendió un brazo, queriendo agarrarlo, queriendo retenerlo solo unos segundos, pero Sirius se safó.

──¡Queenie, espera! ──rogó el perdón, pero al voltearse, solo pudo ver a un chico lleno de tristeza.

──¡No vuelvas a llamarme así nunca! ──exclamó entre llantos, haciendo que el menor se alejase por el miedo── No quiero verte más... Marco, esto... ──tocó con sus manos su propio pecho, y ahí, se quitó el anillo de una de ellas── Esto no lo quiero ──devolvió la sortija──. Dáselo a alguien que te crea. Porque yo no asistiré a tu funeral cuando me digan que moriste por cáncer de pulmón ──pronunció al mirarlo a los ojos.

Volteó, y con muchísimo coraje, habló una última vez:

──Desearía no haber tenido expectativas. ──y frío cual glaciar en el ártico, se marchó, dejando un corazón roto detrás.

Aunque, no sabía si era el suyo o el de Marco.

Entonces, luego de que el mayor se fuera, fue cuando Marco pudo llorar y destruir todo lo que había en su cuarto.

Demasiados errores. La bomba había explotado.

Oficialmente había destruido su relación con Sirius.

Y su corazón sería enterrado junto con ella.

Y entonces, Marco volvió a toser.

****

El castaño corrió lejos, para luego encontrarse con aquel poste alto y detenerse a sacar su celular. Con apuro, escribió y mandó.

Jacobo:
Lo hice.

Jacobo:
Perdóname.

El mayor se había metido en un gran aprieto.

Y, ¿con honestidad? No sabía cómo salir.

****

Bailando con una estrella (BL) | ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora