──¡Al fin! ──habló alegre el rubio al leer el calendario.
Dos semanas limpio.
Le había costado, claro que sí. Había desarrollado un tic nervioso que consistía en rascarse mucho la espalda y el pecho, lo cual le había ocasionado marcas que con cuidado (y mucho, mucho ardor) atendió con una crema muy cara. Tacaño, le costó dejar esos 300 dólares en una crema tan simple.
Ahora él había generado una ligera adicción a ponerse cremas, había vuelto a desear afeitarse, y a ducharse más seguido.
Todo se sentía tan jodidamente difícil. Y peor aún por su grupo de amigos, quienes no habían ayudado en nada. Maldición, se había sentido tan inútil al llamarlos siquiera amigos. Era tan influenciable.
Antes de afeitarse aquellos pequeños y duros vellos de su rostro, de su pecho, de su espalda y estómago, se miró al espejo por varios minutos.
No se reconocía, y le dolía eso. Sabía que si iba ahora por un cigarrillo, solo uno, pequeño e insignificante, nadie se enteraría, y él se saciaría los impulsos que había estado experimentando las últimas dos semanas.
Pero no, sacudió la cabeza con fuerza, se miró al espejo, y se dijo: «Esto... Esto lo hago por él.»
Haría lo posible, ¡haría hasta lo imposible para que Queenie volviera a amarlo!
El primer paso era dejar atrás las mentiras, y limpiarse bien.
El primer paso fue la voluntad.
El segundo: resistir.
El tercero: esforzarse.
Y el cuarto: hacer algo.Ese día haría algo.
«Esto es por ti», dijo una última vez, y empezó a cortar.
****
Cara limpia: Marco feliz.
Cuerpo limpio y depilado: picazón, pero libertad.
¿La combinación? ¡Queenie enamorándose a primera vista!
Sirius llegaría y se verían en el viaje de la escuela. Se quedaría parado frente a él, lo observaría de pies a cabeza y, ¡bam! ¡Amor! (Según la imaginación de Marco. En realidad eso no iba a suceder). ¡Era perfecto y estaba tan bien calculado! (Marco nunca tocó una hoja de planificación siquiera).
¡Era un gran plan! (Era un pésimo plan).
Rápidamente, el menor chocó la cabeza con su palma.
«Eso ni siquiera es un plan», se lamentó en su mente. Así no recuperaría la confianza de Queenie. Se examinó con la mirada un par de veces, analítico, y se hizo notar entre la multitud el día de ida a Amarillo.
Con su mochila en hombro, esperaba el ahora castaño en la fila para subir al autobús. A lo lejos, podía ver a Hannah y a Cassie: ambas riéndose y tomándose de las manos. Él sonrió con añoranza: ¿qué tan solo debía estar como para anhelar un simple roce de manos?
Sin embargo, era lo único que deseaba en ese momento.
No, miento; él deseaba muchísimo más.
Rozar, tocar, besar, lamer, sentir.
Rozar sus dedos. Tocar su rostro. Besar su cuerpo. Lamer sus labios. Sentir su amor.
Sentirlo a él, sentirlo a Sirius. Oh, eso era todo lo que quería.
Había pasado noches frías, sin poder llamarlo. Días enteros, teniéndolo ahí enfrente, sin poder hablarle.
Semanas. Casi un mes.
¿Un enojo podía durar tanto? Marco sabía perfectamente que el pelirrosa estaba herido, ¡y cómo no iba a estarlo! Le había ocultado la salud de su mejor amigo, y le había mentido en la cara durante un montón de tiempo.
Él sabía que había hecho mal, solo que no sabía cómo repararlo. A lo lejos, podía ver al joven de verdes ojos acercarse como todo un campeón insensible: la mirada fría cual distrito que iban a visitar, el rostro serio, como si fuera un empresario con una junta importante, o un alfa viendo a sus betas; el rostro helado, reflejando su corazón.
El menor se dedicó a admirarlo a la distancia, hace tanto que no lo veía con detenimiento. Se había olvidado completamente de lo valioso que era detener el tiempo para fijarse en los detalles pequeños que hacían a Queenie hermoso.
Ojos grandes, ligeramente rasgados: por primera vez Marco entendía su apellido de origen asiático. Su nariz fina y de punta redonda parecía tener un ligero brillito, ¿se habría puesto maquillaje? Era imposible saberlo. Labios finos, mas no pequeños; tentación de cualquier forastero.
Queenie era precioso, y Marco no sabía cómo recuperarlo.
Jacobo llegó, intercambió miradas con él y con James, y finalmente se posicionó al lado del moreno.
──¿Todavía no se arreglan? ──interrogó juguetón.
──Lárgate. ──reclamó protestante. Jacobo se había vuelto una pesadilla.
──¿Por qué lo haría? Estoy disfrutando esto ──se deleitaba su hermano, como si hubiera sido premiado por algo, o estuviera saboreando su pastel favorito──. Es más, vengo a ayudarte. ¿Quieres estar con él de nuevo, cierto? ──el castaño mayor parecía leer su mente. ¡Eso era justo lo que quería!── Puedo decirte cómo hacer eso.
Parecía tan simple. Tan fácil, tan servido en plato, que incluso alguien tan bruto como Marco sabría tener precauciones con una propuesta así de sencilla como la que él le ofrecía.
──¿Por qué me ayudarías? ──indagó de brazos cruzados. El de pecas más notorias parecía regocijarse y revolcarse mentalmente con felicidad.
──Me alegra que preguntes. ──alegó con satisfacción.
Aquella era una muy mala idea.
****
¡Hola! Quería avisar que no tengo luz. Los capítulos están escritos desde hace semanas (exceptuando 3 que escribí hoy llorando a lo bestia depresiva con dolor de ingle), pero no sé si pueda subir los correspondientes a este lunes 19, y quizás tampoco pueda subir los de toda la semana :(
Haré lo posible y veré que cargue, lo cual no estaría sucediendo. Llevaba 10 minutos queriendo ver una imagen y que dio error 3 veces. Ya se imaginarán...
En fin, ¡gracias por la comprensión!
Will.
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Bailando con una estrella (BL) | ✔
Romance❝La historia de cómo perdí la vida, cuando él dejó de respirar, y por fin, cumplió su sueño. Marco Vitale se había convertido en una estrella. Y entre todas esas luces, estaba él. ❞ ━━━━━━━ Marco Vitale es un joven con una ligera adicción por el cig...