──¿Por qué Queenie es tan culón? Cuesta concentrarse ──lloraba el menor desde su asiento, observando al de rosados cabellos entregar su trabajo a la profesora──. ¿Debería decirle que se mueva? Disfruto de la vista ──le explicaba a Cassandra, su compañera de banco.
La rubia rió y negó con la cabeza. Marco Vitale era todo un caso.
──¿Y si le dices que te gusta? ──sonrió ella en sugerencia, a lo que el rostro de Marco tomó una expresión seria, pensativa, adulta.
¿A él gustarle Sirius?
──No me gusta Sirius en realidad ──confesó al momento en que la chica frunció el ceño con algo de tristeza. Él tosió secamente un poco──. Sólo jugamos.
──¿Él sabe que es un juego? ──curioseaba.
Era una buena pregunta.
Marco volvió a sentarse derecho, mirando hacia el frente, dejando la pregunta vacía y abandonada con tal de no contestarla. Era complicada su relación. Por un lado, estaba Sirius, quien parecía ignorar sus jugueteos casuales, y por otro lado, también estaba Sirius, quien se coloreaba cual manzana madura en algunas frases que el rubio soltaba.
Era de verdad una cuestión compleja.
¿Sirius sabía que era un juego?
El ojiverde se sentó en la silla, a dos de Marco. Por un momento, se quejó por el espacio, hasta que Marco miró hacia ambos lados, se levantó y movió todas sus cosas para sentarse con él.
──¿Qué haces? ──sonrió contento, hasta ver que el moreno estaba serio.
──¿Sabes que es un juego, cierto? ──cuestionó con algo de inseguridad.
Sirius se puso serio, y reaccionó. Acomodó su trasero en el asiento, sintiendo su pulso inquieto. Al mirarlo a los ojos, supo que algo ocurría.
──¿De qué hablas? ──preguntó atemorizado.
El rubio iba a decirlo, en serio que sí.
Iba a decirlo, iba a aclarar que era una jodida broma, que todo aquello realmente no lo pensaba, que no lo sentía. Que cada vez que le hizo saber que lo amaba, no era de manera en que lo expresaba. No era el amor que le darías a tu pareja, sino a un hermano, a un amigo.
Iba a decirlo.
Pero, ¿por qué no lo hizo?
¿Sería ese sentimiento de culpa?
¿Sería ese pensamiento de inseguridad?
No, no y no.
Fue ese «¿y si no estoy mintiendo?» el que lo detuvo, el que le dijo «Hasta aquí llegas.»
«¿Y si realmente pienso todo eso?
¿Y si mi corazón está tan acostumbrado a correr cuando lo veo, que lo normalicé?»
Necesitaba dudar. Necesitaba tiempo.
──De nada ──sonrió algo nervioso──, no hablo de nada, mi Queenie. Tranquilo ──calmó con dulzor en sus ojos, sus oscuros y grandes ojos.
──¿Estás bien? ──su amigo dudó, tomando sus manos y poniéndolas contra las suyas. Quería estar ahí para él, pase lo que pase.
A esto, Marco solo pudo calmarse más. Y con la calma vinieron más dudas. Cada palabra, cada suspiro y cada roce alimentaba a ese animal que Marco llevaba dentro, llamado «Noscus», o descifrando sus letras: «No (no) sé (s) qué (cu) siento (s)». Cielos, esa bestia era insaciable. Siempre había estado ahí, por años, y años, y años. Sólo que Marco creyó que habría desaparecido durante las vacaciones, y claro, ¿cómo no? Si no había visto a Sirius en todas ellas.
«Basta de dudas, no es momento para pensar en eso», se dijo a sí mismo al volver a la realidad.
──Estoy bien, mi amor ──aseguró al tomarlo de la cabeza con delicadeza y poner sus labios de manera tierna en su corona craneal, entre su ondulado cabello, acariciando con sus pulgares su piel a través de los pelos color rosa──. ¿Puedo quedarme aquí sentado? Cassie no me saca charla.
──Será porque estamos en una clase y es más importante que tu entretenimiento ──supuso gracioso.
──Imposible ──rió.
Ambos, ahora con un mejor ánimo, continuaron con sus tareas, simples y fáciles al entenderlas, complicadas y sin sentido al perderse.
Marco puso su mano en la mesa, intentando provocar de manera inconsciente.
Ahí estaba, mano solitaria.
Sirius puso su mano sobre la de Marco, apreciando el momento.
Ahí estarían: manos acompañadas, chicos felices.
Mano tomada: Marco feliz.
──Deja de sonreír como idiota ──le dijo su amigo por lo bajo──. Parece que somos pareja ──temió, mas aún así lo dijo en tono burlón.
El moreno sonrió aún más, eso no sonaba tan mal ahora.
──Seamos pareja ──pensó en voz alta sin darse cuenta. El corazón de Sirius comenzó a ir más rápido, a trotar, a correr──. Que les parta un rayo, soy una jodida estrella. Hagámoslo.
Eso era terreno peligroso.
Si lo cruzaba, ¿qué tan lejos llegaría? El ojiverde no podía aguantar tanto, era un recorrido eléctrico el que se daba por su cuerpo entero, de sus manos hasta sus pies, de sus pies hasta su cabeza, de su cabeza hasta su alma y de su alma hasta la de Marco. Sus manos sudaban, su rostro se enrojecía, su respiración se entrecortaba y parecía que quería huir de su sistema.
Sirius Minho era un mar de emociones, y Marco sabía perfectamente cómo navegar en ellas en plena tormenta.
Y todo fue peor cuando el rubio volvió a hablar.
──Sé parte de mi constelación y yo te cantaré en los astros, mi Queenie ──dijo sin pensar, distraído, sonriente. Cielos, cielos. Eso era tan arriesgado. Todavía sonriendo, continuó──. Te lo prometo.
──Sal conmigo ──pidió.
Y todo su mundo se vendría abajo.
Solo que... Él aún no lo sabía.
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Bailando con una estrella (BL) | ✔
Storie d'amore❝La historia de cómo perdí la vida, cuando él dejó de respirar, y por fin, cumplió su sueño. Marco Vitale se había convertido en una estrella. Y entre todas esas luces, estaba él. ❞ ━━━━━━━ Marco Vitale es un joven con una ligera adicción por el cig...