Capítulo 14

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Todos corrían de aquí para allá colocando adornos, pancartas y globos; mientras yo estaba sentado mirandolos correr como idiotas, ¿Cuál era el motivo de la fiesta? Fácil, Eri iba a cumplir años y todos querían hacerle una fiesta para hacerla sentir querida, la verdad no sabíamos si esa era su verdadera fecha de nacimiento, pues la pequeña con un cuerno, fue la que dijo que quiera celebrar su compleaños ese día.

Yo no estaba interesado en poner esas mierdas rosas y con brillantina, tuve suficiente trabajo con preparar el pastel y dulces para Eri; aburrido de estar en la estancia me iba a ir. Cuando estaba por salir, note que Uraraka se iba a caer de la escalera por tratar de poner unos globos; por acto de reflejo corrí a salvarla.

—Te más cuidado idiota —Le dije neutral, mientras ella estaba estática en mis brazos.

—Me salvaste... —Murmuró, mientras yo la dejaba en el suelo— ¡Me salvaste!

—Si, eso es lo que hace un héroe, genia —Sonreí burlón, antes de darle un suave golpe en su frente con mi dedo— A la próxima solo hazlos flotar con tu Quirk.

—Oh... Eso no se me había ocurrido.

Bajo la mirada al piso, solté un suspiro dispuesto a irme; igual mi trabajo estaba hecho, cuando llegue a la puerta escuché que me grito.

—¡Bakugo gracias por evitar que cayera!

—Tks... No fue nada.

No le di tiempo para que respondiera y salí de allí, tenia mis manos en los bolsillos de mi pantalón, cuando procese bien la información, me di cuenta que había salvado a Uraraka, sabiendo que muy bien otro extra pudo haberlo hecho; fruncí mi entrecejo molesto, no debo preocuparme por ellos, están bien grandes para cuidarse solos. Son solo obstáculos que me evitaran llegar a ser el número uno y yo debo quitarlos cueste lo que cueste.

[...]

Pase el resto de la tarde en mi habitación escuchando música, solo hasta que vino el estúpido de Kirishima diciendo que Aizawa-sensei y Eri ya iban a llegar; tome mi ropa y me arregle, tan bien me puse un pequeño collar que llevabas en la serie, me había costado mucho conseguirlo y sobre todo no fue nada barato.

Tome el regalo de cumpleaños para Eri y baje a la estancia, todos estaban allí sonriendo y alegrandola, sus ojos desbordaban felicidad, cuando su mirada se topo con la mía, bajo del sillón corriendo y abrazo una mis piernas con emoción; pude notar como todos se tensaron.

—¡Bakugo si viniste!

—Claro mocosa, ¿Quien crees que hizo eso? —Apunte a los pastelillos con temática de unicornio.

—¿Tu los hiciste? —Asentí— ¡Son hermosos! ¡Gracias!

—No fue nada, toma.

Al entregarle el regalo ella soltó una pequeña risa, abrazandolo la caja con papel de regalo estampado de gatos; se fue corriendo nuevamente al dejar mi regalo en la mesa junto a los demás y luego se fue hablar con las chicas. Decidí quedarme en una parte alejada, solo estaba allí por Eri, no porque quisiera socializar con los demás.

Sonreí al recordar que se acercaba tu cumpleaños, pero rápidamente borre mi felicidad al imaginarme algo que estaba seguro que no iba a pasar. Era una breve y fugas fantasía donde ambos celebrábamos tu cumpleaños, yo te preparaba un pastel solo para nosotros, nos sentaríamos juntos a ver las estrellas comiendo el dulce y antes de que acabará el día, te daría mi raglo junto con un beso deseándote feliz cumpleaños. Suspire con una sonrisa dolida, eso jamas iba a pasar.

Después de un rato celebrado o bueno ellos celebrarán y yo solo me quedaba alejado mirando todo, decidieron cantarle el cumpleaños a la pequeña del cuerno, Kirishima trajo el pastel que hice y casi puedo jurar que Eri iba a morir de emoción allí mismo, miraba encantada el pastel de dos pisos, con un tierno y esponjoso unicornio en la parte de arriba, tan bien tenia su nombre.

—¡Aizawa-San es hermoso! —Grito con pequeñas lágrimas en los ojos, mientras todo soltaron suspiros encantados por la linda declaración de Eri.

—Si... —El sensei me miro un segunda y me dio una sonrisa de medio lado.

Cuando terminaron de cantar, cortaron el pastel, mire la hora en la pared, casi eran las siete y media, eso explicaba porque tenía dueño. Me acerque a Eri y la abrace deseándole feliz cumpleaños, antes de que alguien pudiera protestar salí en dirección a mi habitación.

No dejaba de pensar en el día de hoy, era domingo y por suerte no tuve que ir a terapia con Kenaye, me sentí extraño estando rodeado de tanta felicidad ajena y sobre todo cuando sentía que yo sobraba en ese lugar, estarían más cómodos celebrando sin mi presencia.

[...]

Cuando el rubio ceniza había abandonado la estancia, todos se quedaron pensativos en su cambio, hace una semana había empezado su terapia y si que estaba algo raro, ya no gritaba Shine a cada hora o maldecía a los cuatro vientos por cualquier cosa; algunos se sentía más relajados con la nueva actitud que estaba tomando el cenizo.

Ellos pensaban que esos tratamientos le estaban haciendo efecto y por eso estaba tan calmado, sin discutir, ni mucho menos gritar; pero la verdad es que, eso no era causado por la terapia, era el efecto que tenía aquella chica en él, adoraba irse a dormir sabiendo que podría tenerla en sus sueños y a casi todos les gustaba la nueva actitud de Bakugo, a excepción de dos personas que se comenzaban a preocupar, Kirishima Eijiro y Aizawa Shota, a ellos sin duda no le agradaba mucho ese cambio, algo malo debía haber allí.

Todos detuvieron sus pensamientos al escuchar que Eri iba abrir sus regalos, casi de inmediato todos estaban rodeando a la pequeña de cabello azul; pasando los minutos abría más y más regalos con una sonrisa genuina, todo lo que le habían regalado le gustaba, hasta que llegó el momento de abrir el que Bakugo le había obsequiado.

—Seguro es un par de calcetines —Se burlo el rubio con un rayo en su cabello, haciendo reír algunos cuantos.

—Sería un mal regalo si es así —Confesó arrugado su entrecejo la cabello corto.

—¿Que tienen de malo los calcetines? —Pregunto en inocencia el bicolor, mientras algunos suspiraron por lo ingenuo que era.

—¡Me encanta!

Chilló emocionada sacando lo que había dentro de ella, todos se asombraron; no eran calcetines, no, era un marco de fotos decorado y hecho a mano; tenía tanto detalle que no debía ser barato, era de un color rosado pastel con pequeños conejos y bombas en señal de decoración, tenia una foto de ella junto a Bakugo, ambos sonriendo, el rubio cargando a la niña y pequeña con un peluche en mano. Eri abrazo el marco feliz, era un regalo que atesoraría sin duda.

—Quiero poner esto en mi mesa noche, ¿puedo Aizawa-san?

Mientras todos murmuraban avergonzados por ser tan despectivos con el regalo de Bakugo, el mayor y tutor de la clase solo le sonrió a la pequeña asintiendo; por mucho que le preocupara el cambio de su alumno, sin duda ese había sido un gran regalo.

[...]

—¿Crees que a Eri le haya gustado el regalo? —Te pregunte, acariciando tu cabello.

—Si viene de ti, por supuesto que le gusto.

Sonreí al escucharte decir aquello, espero tener más momentos así de especiales.

La dueña de mi sonrisa (Bakugou X lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora