Capítulo 24

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—¡Corre! —Gritaste.

Ambos corrían por la playa riendo, el rubio ceniza estaba feliz, no paraba de sonreír, no dejaba de sentir una inmensa paz dentro de él; al mirarte tan alegre y vivaz, solo hacías que su corazón latiera con fuerza.

—¡(T/N) vuelve acá! —Te gritó, sonriendo— Debemos regresar.

—No mejor quedemos a ver el atardecer.

Y tal como se lo pediste, se detuvo a la orilla de la playa, donde las olas golpeaban lentamente con la arena, se sentó mirando el mar, dejando que el agua mojara sus pies. Tú no tardaste demasiado en copiar su acción, te sentiste a su lado, recargando tu cabeza en su hombro.

—Katsuki —Le llamaste, cogiendo su mano.

—¿Que pasa? —Preguntó, entrelazando sus dedos, sin dejar de ver el mar.

—Te amo Katsuki —Murmuraste.

—Yo tan bien te amo (T/N) —Afirmó, cerrando sus ojos.

Estaba disfrutando de aquel momento, sin importarle lo que afuera de su fantasía pasaba, sin quiera tener una idea de lo que realmente sucedía; él ya no pensaba en que pasaría con su familia, ni con su mejor amigo, solo le interesaba estar viviendo esos hermoso momentos junto a ti.

[...]

Por otra parte, la madre del rubio se encontraba hecha lágrimas, no dejaba de llorar al lado de la camilla donde se encontraba el cuerpo de su hijo, tenía un respirador en su boca, el cuál le ayuda a respirar con normalidad, en su brazo derecho había una intravenosa con un suero y medicamentos, tan bien tenia conectado el monitor que estaba al tanto de su ritmo cardíaco, era bajo pero constante. Eso era lo único que importaba.

—Lo lamento tanto Katsuki —Murmuró llorando, aferrándose a la mano de su único hijo.

El padre del rubio estaba en la cafetería, en su rostro unas ojeras adornaban su mirada y la angustia no pasaba desapercibida, era el segundo día que les dejaban entrar a ver a su hijo, pero la tercera semana que su hijo estaba en el hospital, sin ninguna mejoría, sin signos de quererse despertar.

—Katsuki...

Susurro el castaño, mirando su celular, donde resaltaba una foto del rubio cuando era niño, sosteniendo una figura de su héroe favorito y una gran sonrisa llena de vida; los ojos de Masaru se cristalizaron y las lágrimas amenazaron con salir de sus ojos.

[...]

Kirishima Ejirou se encontraba llorando en su habitación, mordiendo sus nudillos, evitando soltar algún ruido que lo delatara, en su garganta se instaló un doloroso nudo, que no le permitía gritar ni maldecir; mientras en su corazón cada vez más se marcaba una brecha, una que le estaba destruyendo con cada segundo, minuto, hora y día que pasaba, sin saber si su mejor amigo estaría bien.

Lloraba de impotencia, de no haber podido salvar a la única persona que lo acompañó por tanto tiempo, al único amigo que pudo contarle con lujo detalle su pasado, con el único que podía ser débil y no sonreír falsamente; las lágrimas le quemaban las mejillas, ya no le importo nada y dio un fuerte golpe a la pared.

—¡KATSUKI!

Gritó desconsolado, tratando de que aquel dolor en su corazón desaparecía, que aquel sentimiento de incertidumbre y dolor se alejara, pero no podía, su corazón se estaba resquebrajando. Siguió golpeando la pared sin activar su Quirk, gritando improperios y dejando que el llanto fuera por lo menos una leve sanación. Se sentía perdido, roto sin la persona que se convierto en su hermano.

[...]

Los conocidos y familiares más allegados a Katsuki estaban destrozados, desechos con la idea de poder perder al rubio, pero... ¿Que pasaba con los demás?¿Como se sentía sus compañeros y maestros al respecto?

Aizawa Shota tenía una gran culpa sobre sus hombros, todos los días desde aquel incidente, se repetía que él era culpable, que todo salió así por su culpa. No podía mirar a los ojos a los padres del rubio sin sentir un gran remordimiento en su corazón y alma, estaba arrepentido de aquello y se preguntaba como es que era un héroe, si no podo salvar a uno de sus más ejemplares alumnos.

Por otro lado, había un peliverde que se encontraba en estado de shock, no creía que lo que pasaba era real, pensaba que era una mentira, pero llegar al salón de clases y no ver ni rastro del rubio, le hacía ver que todo era real. Sentía ganas de llorar, tantas veces que considero al rubio como un bravucón.

Uno que se dedicaba a solo molestarle y hacerle la vida miserable; pero ahora que no estaba, que no lo tenía gritándole, ni degradandole, se sentía extraño, vacío e inconforme ¿Masoquista? Quizás, pero la verdad es que no supo ver bajo la máscara de orgullo y prepotencia que cargaba el rubio, una que ocultaba su dañado, además de destrozado ser. Uno que en parte fue destruido por su presencia.

Midoriya Izuku por primera vez en su vida, tenía miedo de perder al rubio, se sentía mal, necesitaba aclarar su mente; pero sus ojos le traicionaron y dejaron que las lágrimas comenzarán a rodar por sus mejillas, pasó con brusquedad la manga de su suéter por su rostro.

Llorar no sirve de nada, aprende a ser fuerte de una vez y se un héroe de verdad, así como lo es KacchanSe dijo así mismo, mirando el horizonte con determinación— Ya veras Kacchan saldrás de esta y volverás a ser el número uno.

Sonrió con los ojos cristalizados, antes de entrar a su habitación.

[...]

—Katsuki —Le llamaste.

Ahora ambos se encontraban en tu habitación, hace rato habían llegado de su paseo por la playa, ¿Tu madre? Ella raramente estaba en casa y cuando estaba era para dormir, así que no se percataba del rubio ceniza que estaba siempre a tu lado.

—¿Que pasa (T/N)? —Te acomodo en su pecho, abrazando tu cintura, tratando que le dieras calidez.

—¿No te sientes mal por estar en Japón? Digo... ¿Que pasara con tu familia y tu sueño de ser Héroe? —Le miraste— Estoy segura que ahora mismo Mitsuki-San debe estar muy preocupada, al igual que Masaru-San y Kirishima-kun, además de tus compañeros.

El rubio río irónico, ¿Ellos preocuparse por él? ¿Que seguía ahora? ¿Aizawa-sensei dando clases por placer? Sin duda era una pregunta algo estúpida para el de ojos rubíes.

—(T/N) si alguno de ellos se llegara a preocupar, sería muy hipócrita, ahora que no estoy con ellos, ¿Si se preocupan, si lloran, si se preguntan porque los deje? Por favor, que se ahorren sus putas lágrimas de cocodrilos y me dejen vivir —Te dijo fundiendo su ceño— No los necesito, nunca necesite de ellos, bueno tal vez de Kirishima un poco —Confesó— El sí es un amigo, pero tendrá que aprender a vivir sin mi presencia.

—¿Ah? ¿Por qué?

—Por qué no pretendo abandonarte —Te reveló, plantando un suave beso en tu cabeza— Eres todo lo que necesito y necesitaré en el futuro, los demás que se jodan.

—Si...

Susurraste un tanto preocupada por su actitud, tal vez deberías revelarle la verdad antes de que sea demasiado tarde, tal vez deberías decirle que si no se iba pronto, su cuerpo comenzaría a morir y su conciencia, junto a ella, desaparecerían como una estrella fugaz.

La dueña de mi sonrisa (Bakugou X lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora