Capitulo 39

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Después de pasar otra mala noche, Ámbar decidió terminar con la carta que dejaría a Evan, y pondría todo en marcha, para marcharse lo más pronto posible de ese lugar.

Apenada y muy dolida, más que la vez anterior de que dejara ese lugar, al cual ya lo consideraba su hogar, recorrió cada ambiente, como queriéndose grabar en su cabeza cada hermoso momento vivido en esa cabaña, había soñado despierta, tantos cambios, tantas cosas que le hubieran gustado hacer allí, pero el destino solo jugaba con ella, no pertenecía a ese lugar, no volvería nunca, y haría su vida con su hijo, lejos de allí, lejos de lo que más amaba, aunque le doliera reconocerlo, en tan solo dos días su vida pasó de ser feliz, ha ser la más desdichada, volvería con los suyos, esperaba llegar a salvo, el clima era cada vez más cruel y pasar una noche a la intemperie, no sería nada beneficioso a su salud, pero debía huir, pero pronto.

En su cabeza se cruzaba la idea de quedarse en ese mundo, y tratar de conseguir algún empleo, y a la vez criar a su niño, pero jamás había trabajado, su anterior vida estaba llena de comodidades, porque, estaba mal visto que una mujer trabajara y criara a un niño sola , no sabría como hacerlo, sin que su hijo sufriera las consecuencias de su inexperiencia, y el solo hecho de saber que Evan insistiría en buscarla, y convencerla, hizo que sus locas ideas cambiaran, no sabía cuanto tiempo podría negarle ver a su hijo, y no sabía cuanto aguantaría el estar lejos de él, ante esa gran tentación, decidió esa misma noche irse de allí.

Las horas pasaban tan rápidamente, acelerando su corazón, y sometiéndola a una gran agonía, pero ya estaba todo definido, así no tendría jamás un buen futuro con su hijo.

Llegó el momento de partir lejos de allí, donde no la encontrarían, y no volvería a ser un objeto de nadie, salió presurosa de la casa con todo el pesar del mundo, abandonando para siempre, ese lugar tan amado.

_ Bien, ya nada más tengo que hacer aquí _ dijo entre lágrimas.

Tomó su rumbo hacia el bosque oscuro y frío, con algunas partes cubiertas de nieve, porque el clima invernal, iba asomando lentamente, dejando su estela blanca a su paso.

Envuelta en un gran abrigo, que era de Evan, se sentía protegida y no sentía frío alguno, el único frío que sentía era el de su alma, y ese era difícil de sacar.

La gran roca, ya la esperaba como otras veces, la luna estaba entre tinieblas, y no era muy perceptible, se refugió a un lado de la gran roca, abrazándose las rodillas y hundiendo su cara llorando por lo que pudo ser y no fue, por lo traicionada que se sentía y por tener que marcharse para siempre.

Evan, entró en la casa a oscuras, pensó que Ámbar dormía, y se dirigió a la habitación para verla dormir solamente, se quedaría en el sofá del estudio, y mañana hablaría con ella.

Subió las escaleras silenciosamente, para no despertarla, pero en ese momento, pensó que no sería conveniente entrar al cuarto, si se despertaba se molestaría, y se vendrían abajo todos sus planes.

Volvió al estudio y allí se acomodó en el gran sofá, estaba tan nervioso, que daba vueltas, al no poder conciliar el sueño.

El día comenzó con una suave nevada, pero podía sentirse el frío del invierno que ya se había instalado, se levantó de un salto, y quiso sorprender a Ámbar, llevándole el desayuno a la cama, no había sonido alguno, de que se hubiera levantado aún, llegó a la puerta con la gran bandeja, tocó a la puerta sin recibir contestación alguna.

Decidió entrar y casi se le cae todo al ver que la cama estaba vacía y ella no estaba allí, solo un sobre en el centro de la gran cama, lo tomó y lo leyó.
Evan:
Aquí mi vida concluye contigo, no puedo entender el porqué de tus mentiras y ocultamientos, fui demasiado ingenua, lograste que confiara ciegamente en ti y hasta que me enamorara, que lejos me llevó mi ilusión contigo que ahora espero a tu hijo, pero debo seguir sola, no quiero competir con ella, me siento una intrusa y a la vez engañada.
Yo si te amé, y te amo, pero, tendré que sacar de mi mente ese sentimiento, para albergar esperanza para mi nueva vida, por mi hijo, nuestro hijo.
Fui feliz contigo, no lo niego, y sufro por lo que soñé, una familia feliz entre los tres.
Hoy me despido de ti para siempre, volveré al lugar del que no tendrían que haber salido, aunque fue mágico todo esto, tomé conciencia de que te amo y a lo mejor el destino nos junte nuevamente, porque en esta vida no..., te ama Ámbar.

Al terminar de leer la carta, Evan salió corriendo hacia el bosque en busca de Ámbar y su hijo, se maldecía por no haber revisado esa misma noche la habitación, de seguro ella se habría internado en el bosque esa misma noche y él no pudo impedirlo.

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Queridos lectores: espero estén atrapados en la historia y que les haya gustado, en breve actualizaré el siguiente capítulo, paciencia, gracias por leerme!!!, bsss!!!

En esta vida noDonde viven las historias. Descúbrelo ahora