Capítulo 20: Family Matters, part I

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Un dedo se deslizó desde la línea de la mandíbula, bajando por el cuello hasta la clavícula. Muy suavemente se añadió otro dedo y pronto una mano entera estaba acariciando suavemente las alineaciones del tatuaje de Harry. Los dedos acariciaban las duras líneas del tatuaje con devoción, siguiendo cada signo o símbolo.

Harry sintió que un escalofrío le recorría la espalda. No era un escalofrío de miedo, sino de pasión y anticipación. Era una tensión de lo que está por venir, una predicción de pasión y deseo. La piel de Harry parecía arder, el calor de los ásperos dedos se prolongaba con cada roce. Su cuerpo reaccionaba a traición al tacto y parecía anhelar la atención que le brindaban aquellos maravillosos dedos.

Se oyó un suave gemido, el sonido despertó a Harry de su aturdimiento. Levantó la cabeza y miró directamente a los ojos negros de obsidiana. Harry vio un pequeño círculo plateado alrededor de los iris, que daba a los ojos un aspecto misterioso. Harry apartó la mirada y se sonrojó al darse cuenta de que el gemido salía de su boca.

Rabastan rió suavemente e inclinó la cabeza hacia la cara del tembloroso chico de pelo negro. -Shhh, cállate pequeño cuervo. No te haré daño-. Acarició suavemente sus mejillas.

Harry sintió el cálido aliento salir de sus labios, como una sensual promesa. Se le cortó la respiración y miró sorprendido los ojos oscuros de Rabastan. Los labios de Rabastan flotaron sobre los de Harry.

-Quiero agradecerte tu regalo Harry. Tu manta...- Se lamió desafiantemente el labio superior con la lengua. -Tu manta tuvo un efecto sorprendentemente positivo en mí-.

Los labios de Rabastan se deslizaron tan ligeramente como una pluma desde la comisura de la boca de Harry hasta sus mejillas. Allí permanecieron los labios. Rabastan le dio a Harry un suave beso en la mejilla.

-Gracias, pequeño cuervo-.

Rabastan dio un paso atrás y liberó a Harry de su intimidante presencia. Harry dejó escapar una respiración tartamuda, que no sabía que había estado conteniendo. Parpadeó y miró hacia abajo. Se dio cuenta con un sobresalto de que aún estaba desvestido, por lo que se acercó rápidamente a la silla sobre la que estaba colgada su camisa. Se puso rápidamente la camisa blanca y se sonrojó al pensar que Rabastan lo había visto sin camisa.

Mientras tanto, Corvus se había hecho cargo de la situación y había llamado a varios elfos domésticos. Corvus le había pedido a Bibi que se ocupara de Rabastan. Harry podía entenderlo muy bien, Bibi había cuidado con cariño de Harry durante la última semana, no dudaba que la elfa disfrutaría cuidando de Rabastan.

-¿Harry?-.

Harry levantó la vista de sus cavilaciones y miró a Corvus interrogativamente.

-¿Quieres acompañar a Rabastan a su habitación? Volverá a sus antiguas habitaciones. Estas están al lado de las tuyas-.

Harry tragó saliva, pero asintió con la cabeza. Miró más de cerca al hombre en cuestión. Rabastan parecía cansado, toda la bravuconería anterior había desaparecido. El hombre parecía tambalearse sobre sus pies, pero parecía demasiado orgulloso para pedir ayuda. Harry enderezó la espalda y se acercó a Rabastan. Le ofreció el brazo en silencio y miró a Rabastan.

Un movimiento de cabeza fue todo lo que indicó que Rabastan aceptaba su apoyo. Harry pensó que Rabastan iba a agarrarle el brazo, y se sorprendió cuando lo apretó contra el costado del hombre. Harry podía sentir todos los huesos de Rabastan, desde las costillas que sobresalían hasta las formas angulosas de su cadera. Miró al hombre alarmado, ya que por su anterior interacción no había esperado que el estado físico de Rabastan fuera tan preocupante.

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