CAPITULO 3.

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Las cartas son canciones sin rima, donde cada palabra escrita perfora tu alma, ya sea para bien o para mal.

CAPITULO 3.

SAMAEL.

Gracias a la masacre que hicimos, ganamos un nuevo punto en el territorio islámico.

En unos días nos llevaran a la base central de Washington para rendir informes y ciertos papeleos que en lo general me fastidian.

Mis hombres ya están fuera de combate, perdí unos diez hombres realmente buenos, sus funerales serán cuando sus cuerpos lleguen. Julius y yo casi no la contamos, pero por algún motivo que desconozco sigo vivo.

Recibí un disparo en el brazo, nada grave, pero si algo doloroso, del otro lado mas hombres heridos, peor que yo están siendo atendidos, algunos perdieron extremidades, ojos, incluso los dientes.

Todo por una estúpida guerra que autorizo el presidente y el hijo de puta no viene a disparar, maldito.

Me vendan el brazo para concluir---Señoritas---todos me miran.

---Lo hicieron excelente, estoy orgulloso de ustedes---en el ejercito no se nos permiten las demostraciones de afecto, nada de cursilerías, pero ellos lo necesitan y nadie me ve.

---Gracias mi capitán---dice uno de mis hombres.

---Nos vamos a casa señoritas.

Dicho esto, salgo del lugar acomodándome la guerrera militar, tratando de no lastimarme el brazo herido, las enfermeras me miran como si fuera un charco de agua en medio del desierto, con deseo.

---Señoritas, buenas tardes---digo mientras camino, algunas se sonrojan y bajan la mirada y otras simplemente no disimulan.

---Mi capitán---dice un escuálido soldado.

---Te hace falta mucho ejercicio, ¿a qué pelotón pertenece soldado? ---pregunto mientras lo miro de arriba a bajo

---Señor pertenezco al cuarto pelotón del coronel Samuels, soy el mensajero---dice erguido.

---Descanse y dígame que necesita palomita.

---Señor si señor---cambia su postura---capitán el coronel Samuels solicita su presencia.

---¿Dónde está mi coronel? ---ni herido me dejan descansar

---En su tienda capitán.

---Puede retirase.

Con eso los dos cogemos destinos diferentes, espero y no sea quedarme en este moridero, ya le dije a Annie que estaré en Arizona.

¿Pero que mierda hago pensando en ella?

Ella no me puede interesar, en definitiva, no me interesa.

Veo mi tienda a lo lejos, apresuro el paso, entro a mi tienda y el coronel efectivamente se encuentra esperándome.

Pongo mi mano en mi frente haciendo el saludo---Mi coronel---digo acto seguido.

---Descanse capitán---se ve algo agotado y estresado---me informaron que sus heridas no son graves lo cual es bueno, pero no he venido por eso.

Camina y tiende su mano en mi direccion---lo que su escuadrón hizo nos salvo el trasero capitán, el ejercito de los Estados Unidos de América y el país entero quiere condecorarlo al llegar a Washington.

Sus palabras me toman por sorpresa, siempre me sorprendo cuando recibo una medalla de echo.

---Mi coronel para mi es un honor recibir tal condecoración---y es verdad.

CARTAS AL AZARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora