CAPITULO 20.

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"Me contaron de Romeo y Julieta y pensé, que hermoso cuento. Y ahora resulta que es más grande, más bello esto, esto que por ti yo siento."

Joan Sebástian.

CAPITULO 20.

SAMAEL.

Afganistán.

Siento que no he dormido absolutamente nada esta noche, volver al frente, tener que volver después de los sentimientos que estoy manifestando. Son las dos de la mañana, aproximadamente son entre las cinco o seis de la tarde en Arizona, para ese entonces Ann estará saliendo de MARITIMO'S, yendo a su hotel, seguro leerá mis cartas dentro de una semana.

Últimamente la sonrisa de mi madre Lissi se viene a mi memoria, una sonrisa apagada y silenciosa, nada comprada a la sonrisa brillante de los cuadros que Martha tiene en su casa, tantas fotos y en cada una de ellas se puede ver la felicidad pura. En cambio las fotos de mi casa, en esas fotos algo le faltaba, esa chispa, amor no sé.

---Permiso para entrar mi capitán---un soldado nuevo interrumpe mis pensamientos.

---Adelante soldado, descanse---sigo sentado en mi colchón, mirando la oscuridad de la noche, la guerra ha bajado un poco, cada día ganamos más terreno, creería que en unos cuantos años este absurdo terminará.

---Mi capitán se me ha autorizado para informarle que es requerido en Arizona, saldrá en media hora para allá--- ¿Arizona?

--- ¿A qué se debe este cambio?---me levanto, levanto mi litera y saco las cartas de mi Ann.

---Solo se me dio la autorización para decirle esto mi capitán---hace una pausa---si no necesita otra cosa con su permiso.

¿Volveré? Aunque me parece increíble, al parecer así será.

Honey pensé que serían seis meses, pero volveré antes de lo esperado.

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El vuelo hacia mi hogar siempre es demorado, hacemos tres escalas, una en España, otra en Washington y por ultimo Arizona.

Siempre quise ir a Canadá, Martha hablaba de tal forma de ese país, tantas cosas que compartió con mi madre allá, las aventuras y sobre todo las risas.

Madre algún día iré a ese país y estando en el Niagara gritaré tu nombre tan duro que el eco se oirá por tres días, me reiré tan fuerte que el sonido de tu risa volverá a rebotar en ese lugar.

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Estoy en Washington, se suponía que me requerían en Arizona, pero mi padre se encuentra en este lugar y ha pedido verme, quisiera decir que me voy a negar, pero solo será un gran problema hacerlo, mejor lo enfrento y me marcho.

La base la capital, es una de las más grande de todo el país, ni hablar de la base aérea, los grandes generales operaban de aquí, el padre de Julius estuvo aquí por un largo tiempo, después, cuando el murió, su cuerpo fue trasladado al cementerio personal de los Adams.

Bajo del gran avión, tapándome un poco los oídos por el ruido del motor, sostengo mi poco equipaje en mis hombros, acomodo el gorro bien en mi cabeza y me dirijo a la antigua oficina de mi padre, oficina que se encuentra a pocos metros de la pista de aterrizaje para mi mala suerte.

Decido irme caminando, necesito estar sereno para lo que sea que va a decir, no puedo dejar que me afecte con todo lo que salga de su boca.

---Hola Sam, ¿Cómo va Af?---la dulce voz de la señora Liana, la que era secretaria de mi padre.

CARTAS AL AZARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora