CAPITULO 18

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"Los controladores, abusadores y manipuladores no se cuestionan a sí mismos. Nunca se preguntan si el problema son ellos, siempre dicen que el problema es otra persona".

Darlene Oulmet.

CAPITULO 18

NORMAN WILLIAMS.

Aquí estoy. Sentado mirando a la mujer de ojos verdes y muchas pecas en el rostro, sonrisa encantadora y mirada imitadora. Entiendo a mi hijo, le recuerda a su madre.

Ella es morena, pero su madre lo era aún más, mucho más hermosa en definitiva, pero lo comprendo.

Ni siquiera sé por qué deje que mis impulsos me llevaran a esta cena, tal vez sea la manera tan determinante en la que Samael me impuso el no acercarme a ella, eso me causó curiosidad. La valentía de retarme se me hizo chistosa, pero cuando se ama, se hacen locuras. Eso lo sé yo.

---Así que la hija del coronel Richards es la novia de mi hijo---espero que mis palabras la tomen desprevenida, pero no.

---Se equivoca, Samael y yo no tenemos nada---se lleva un bocado de carne a su boca, mirándome sin preocupaciones, igual que ella, impenetrable.

---Ni siquiera se han besado esos dos---agrega Julius.

Acto seguido ella lo señala con el cubierto---Tú cállate, después hablaremos.

---No me imagino que harías con un cuchillo---le responde entre risas, Julius siempre ha sido así, es el balance perfecto para el carácter de mi primogénito.

--- ¿Entonces por qué se escriben como estúpidos?---si ella viviera me estuviera mirando de la misma forma como lo hace Annie, sin una pizca de asombro ante mis palabras.

---Con el respeto que se merece, si nos escribimos como estúpidos---acentúa esa frase---no es su problema, creo que eso solo nos compete a nosotros, no creo que usted sea entrometido.

Tengo que admitir que tiene demasiadas agallas.

---Tienes razón, no soy entrometido, yo todo lo sé. Tomo lo que quiero y cuando lo quiero---finalizo y así es.

---A eso se le llama ser controlador, pero creo que todos los soldados tienden a ser de esa forma, no se preocupe tuve un coronel en mi casa, se cómo manejar la cosas---me agrada.

---Por favor, comamos en paz, después se matan con sus preguntas y sus respuestas---la delicada y empalagosa voz de Martha hace que volvamos a nuestra comida, Julius solo nos observa con gracia.

---Pensé que estarías en el ejército---esta vez mis palabras salen menos agresivas de lo esperado---me sorprende saber que mi hijo sale con una bióloga marina.

---Que mi padre haya sido un gran hombre para la nación implica que yo quisiera lo mismo o tal vez si quiero lo mismo, pero no para la misma nación.

--- ¿De qué nación hablas?---un trozo de carne inunda mi paladar, está como me gusta, jugosa.

---La de los animales por supuesto, ¿de cuál más?---me sonríe.

---Cierto---después de eso, solo la deje comer.

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En mi mano reposa una copa con vino blanco, el que era su favorito, mi querida Lissi, desde su partida se ha vuelto una costumbre perderme en la efervescencia de este sabor, imaginando que son sus labios los que lo saborean.

---Martha no sabía por lo que note, que usted fue a mi trabajo---en su algo desalineado vestido verde aceituna, Annie me toma desprevenido.

---Corrección---doy otro sorbo a mi bebida---no es tu trabajo, trabajas en MARITIMO'S esas son las oficinas donde se reportan ciertos casos---giro en mi eje para quedar mirándonos, estamos a unos escasos pasos, una de sus manos reposa en su cadera, es demasiado pequeña, parece una muñequita de porcelana que en cualquier momento se quebrará.

---Eso también lo sabe---sonríe--- ¿debo de tener cuidado de usted?

---No me hables de usted, ciertamente soy una persona mayor, pero no debes de tener formalismos---mi mirada se fija en los narcisos que adornan las ventanas, eran sus flores favoritas--- ¿escondes algo?

---No me refiero a ese tipo de cuidado, pero si es incómodo que una persona extraña te conozca---camina unos pasos y acaricia con sus dedos los pétalos de la flor, en esta ventana en particular, los narcisos no son solamente blancos, la combinación de amarillo con naranjas hace la ilusión de un hermoso atardecer--- ¿Por qué Martha tendrá tantos narcisos?

---Eran los favoritos de la mejor amiga de Martha, Lissi---sigo observando la mezcla de colores de las flores, siempre traté que ella oliera de la misma forma, cuando volvía de la guerra era placentero olerla por largos ratos.

--- ¿La conoció?---pregunta, tocando algunos pétalos de los tulipanes.

---Era mi esposa---mi mirada se endurece nuevamente, los recuerdos de aquel día me queman---quiero que te mantengas alejada de mi hijo.

--- ¿Alguna razón en específico?---otra vez esa mirada retadora y despreocupada, esa mirada que dice que aun así lo hará.

---Las razones no te importan, solo haz lo que te digo, mi hijo no es hombre para nadie.

Después de eso salgo de ese lugar, Julius intenta detenerme pero ni siquiera me limito a mirarlo, no aguanto un minuto más cerca de esa chica.

Las calles de Arizona a las once de la noche no son tan atestadas.

Ese día me atormenta cada noche, cada día, en todo momento, su imagen siempre está en mi memoria tan vivida que me espanta.

Sus labios carnosos tan pálidos como una hoja, una mirada pérdida y triste, sé que yo no tuve nada que ver con su muerte, pero contribuí a la muerte de su alma. Sé que ella se encuentra descansando, pero un pobre diablo como yo no tendrá descanso ni en la muerte, dañarle la vida a una mujer soñadora, apagar su sonrisa y saber que pudiste controlarte, pero no quisiste siempre será lo que me atormente.

Y ahora, de manera egoísta, estoy arrastrando al único recuerdo de ella a ese mismo lugar, él es todo lo que me queda y mi control sobre las cosas lo están llevando a la ruina.

Y sin pensar he llegado nuevamente como cada noche a este lugar, su árbol, nuestro árbol.

---Lissi Evans y Norman Williams---mis dedos tocan la corteza del árbol, la marca se encuentra como hace más de treinta y cinco años.

Cielo, te arrastre a este horrible infierno de desespero, donde el dolor se impregnó a ti, ¿fuiste feliz? ¿Al menos un poco? A veces creo que terminare con mi agonía, pero el monstruo que soy no me lo permite, soy tan patético que tengo que seguir torturándome con tu recuerdo.

Eras tan hermosa, un dulce narciso con olor a tulipán, eras un jardín entero en una sola flor.

---Tienes que ver mi final---mi ojos miran el cielo estrellado, la luna siendo testigo de mi martirio---el final que verdaderamente me merezco.

Me agacho y quito las flores de la tumba donde reposa mi amada, Lissi Evans, madre, esposa; amiga y profesora, descansa mi poderoso narciso.

Después de eso, solo me alejo y vuelvo a mi fortaleza de odio, en cinco meses regresará y ahí todo volverá a iniciar. 


CARTAS AL AZARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora