CARTAS AL AZAR

EXTRA PARTE 2

JULIUS.

---Nunca quisiste casarte---admitió la mujer que se encontraba a mi lado, sosteniendo una cerveza en sus manos---nunca fui suficiente para cambiar tu espíritu de liberta---que lo diga en voz alta hace que me dé escalofríos.

--- ¿Qué te hace pensar que nunca fuiste suficiente?---pregunté con obvia molestia, le di un trago a mi cerveza, mientras los fuegos artificiales daban el espectáculo.

---No te has casado---dio otro trago---no nos hemos casado---corrigió.

Sophia tenía la mirada perdida, el ruido que anunciaba que habíamos ganado la guerra se nos hacía ajeno, estábamos tan alejados de todos, que todo era extraño.

---Ni siquiera respondes---ríe amargamente.

--- ¿Para qué quieres casarte?---me atreví a preguntar.

---Sería el sello del amor que nos tenemos---respondió con algo de nostalgia.

Llevábamos cinco años juntos, puedo jurar que ella es el amor de mi vida, mi libertad me llevo a sus pies, no soy libre, estoy preso a lo que ella decida, ¿pero casarse?

El matrimonio solo es un procedimiento legal, solo eso, mi alma ya se volvió una sola con la de ella, no pienso ceder ante eso, solo por un capricho.

---Estoy embrazada Julius---estaba atónito, ¿Embarazada? ¿Y tomando? Tiene que ser un chiste.

Sin pensarlo le arrebate la cerveza de la mano, a mis cuarenta y nueve años de edad, me había dado por vencido con los hijos. Creí que no podía tenerlos y ahora ella solo lo está.

---No puede ser posible---mi voz salió como susurro.

---Pero así es---seguía sentada en aquella roca, ahora si observando las explosiones del cielo.

---Desde cuando lo sabes---algo helado recorre mi espina dorsal, elevando mis alarmas, a su edad un embarazo es tan complicado.

---Poco menos de una semana---se levantó de aquella roca, limpiando su trasero, su cabello rubio, casi blanco, recogido en esa coleta, su sonrisa, el color avellana de su mirada, todo me hizo estremecer.

--- ¿Por eso te quieres casar?---inquirí.

---Quiero casarme, porque es el deseo que tengo hace cinco años cuando te conocí, no quiero casarme por un embarazo---la rabia en sus palabras me hace retroceder---ya no importa Julius, llegamos hasta aquí, si quieres hacer parte de su vida---dijo refiriéndose al bebe---lo serás, pero de la mía ya no.

Después de esa despedida amarga, no la volví a ver más, si no hasta cuando mi hijo Jamie me fue entregado una tarde, Sophia, ella solo no resistió el parto, la pre eclampsia fue más fuerte que ella.

Lloré amargamente noches enteras, mientras luchaba por mantener con vida y estabilidad a mi hijo.

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---Hermano debo pedirte un favor---Annie nos escuchaba desde la cocina, ese día, lleve a Jamie a casa de Samael, era una decisión difícil, pero era la correcta, yo no podía.

---Claro hermano, cuenta con ello---sostenía con mucho cuidado a mi primogénito.

---Quiero que tú y Annie críen a Jamie---mientras lo decía, se me desgarraba el alma, deshaciéndome en mil pedazos---no preguntes la razón, solo háganlo, denle el hogar que su madre siempre quiso para él.

Eso decía aquella carta que quemé al terminar de leerla.

Te lo cumplí. 

¿Cómo iba a criarlo? 

Estaba en constantes viajes, soy el general, tengo que cumplir con mi puesto, tenia que cumplir como padre, pero no podía, necesitaría a una mujer.

Toda esta situación me tenia tan martirizado, contra la espada y la pared, que solo tomé la salida mas fácil ante la vista de todos, quizás nunca entenderían mis motivos y nunca los iba a explicar.

Por eso se lo di, Samael, mi hermano, el jamás preguntaría la razón o los motivos.

---¿Quieres que sepa de tu existencia?---me pregunto, Ann ya había llegado a la sala, su rostro era una furia total, pero no objetó.

---Si, quiero que sepa que su padre era el general Adams y que su madre fue la coronel mas valiente que he conocido---acaricié su delicada cabeza---solo no le digas que te lo di, tal vez, cuando esté mas grande venga por el---besé su pequeño cuello, adsorbí su olor por ultima vez.

Y me fui.