CAPITULO 21.

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"Mientras nos amemos con toda el alma, no importa si existe un principio o un final, lo importante es haberlo vivido contigo"

CAPITULO 21.

SAMAEL.

Todo me da vueltas, algunas cosas encajan y otras simplemente se desarman, siento que los lazos formados son una completa mentira.

La mirada perdida de Martha entre las flores y los muchos cuadros que tiene de mi madre viene a mi mente, una mirada de añoranza y anhelo, muchos sentimientos encontrados, creí que eran por la amistad de años que tuvieron, en mi incrédula mente eran como hermanas y ahora solo veo un hilo rojo que une a dos mujeres con inmenso amor sobre natural.

Leer esas palabras fue angustioso, cada letra la sentí, todo. Se amaban. Y mi nombre nació de ese amor.

Siempre creí que Norman me odiaba, y no entendía por qué odiaba a su hijo, ésta carta que sigue sujeta en mis manos son el entendimiento de ese odio, odio que yo no fomenté, odio que simplemente yo no cultivé.

Todo tiene sentido, las intensas peleas, los golpes, las muchas noches en las que él se hundió en el alcohol, la mirada perdida de mi madre Lissi, su profunda depresión.

No quiero justificar las acciones de ambos, pero lo que sí es seguro es que las decisiones de ellos dos trajeron consecuencias inevitables a la vida de los tres, sé que mi madre no quiso dañarme, todo lo hizo por amor a mí, pero lo que hizo mi padre se le atañe al dolor de una traición. La única conclusión que obtengo es cobardía, de parte de ambos.

Fueron cobardes al elegir sus caminos, solo me queda dejar eso de lado y seguir, encontrar las respuestas que necesito y centrarme en mí.

En el fondo quise agradar a Norman, quería ser como él, él era mi héroe, mi padre, ese hombre ejemplar que luchaba por su país, el de las muchas medallas de oro y ahora solo tengo un hombre frustrado por las infidelidades de una mujer. No quiero ser él, no quiero estas medallas, no quiero subir de rango, ya no necesito esto. Solo la necesito a ella.

---Pasajeros del vuelo AHNC-1154 favor acercarse para abordar el avión con destino a la ciudad de Arizona---la voz de la azafata me trae de vuelta a mi realidad.

Todos me observan, algunos con admiración y muchos otros con intriga, tomo mi gran bolso y busco con mi mirada la entrada de abordar.

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El taxi me lleva a la base que es prácticamente mi hogar, no sé por qué me solicitaron nuevamente, han sido dos ocasiones en las que me han traído de vuelta de ese espantoso lugar al que no planeo volver.

Tomo mi celular y le marco a Julius, de seguro él tampoco sabe lo ocurrido entre nuestras madres y si, si lo sabe, entiendo el por qué no me lo dijo.

---Hola hermano, no me digas que por primera vez rompiste las reglas y éstas llamando para saber de mi existencia---extrañaba esa jocosa voz que me saca de quicio.

---No hice eso, estoy en Arizona, aproximadamente en una hora estaré allá en la casa---me bajo del auto, pago lo que me corresponde.

---Annie esta cenando aquí en nuestra casa---suelta de repente, mi loco corazón se contrae y comienza en su fuerte latir, mi honey.

---Cuando yo llegue llévala al jardín, yo estaré esperándola ahí---hago una pausa, no quiero hablar de esto por teléfono---dile a nuestra madre que necesito hablar con ella de un tema muy delicado.

---O sea primero Annie, sigue mi madre ¿y yo que? ¿No me darás amor?---menos mal y es por teléfono, porque si lo dijera delante de alguien volveré a ser Samael el homosexual.

---Después recuperamos el tiempo---le digo.

--- ¿Sucede algo?---me conoce tan bien.

---Ya hablaremos, solo has eso por mí.

Mi Ann se encuentra allá, imaginé que iba muy poco, pero veo que es todo lo contrario, está creando lazos con mi madre y con Juls, cada vez más entra a mi vida, cada vez más cerca.

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---Mi coronel---saludo al coronel Samuels, su vista se levanta y me hace pasar.

---No volverás a Afganistán, serás asignado a una misión en Colombia, misión que tiene la duración de ocho meses---hace una pausa---tienes una semana para descansar, cumplida la semana te presentaras en ésta oficina y a primera hora y serás informado sobre el rol que cumplirás en ese país, dicho esto te puedes retirar.

---Como ordene mi coronel---doy media vuelta para marcharme.

---Samael, cuida mucho a mi sobrina.

---Sí señor, permiso para retirarme---sonrío.

---Adelante.

Salgo de su oficina con un alivio en el alma, no volveré a Afganistán, no voy a volver.

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Éste jardín siempre fue mi refugio cuando mi madre murió, pasaba horas enteras aquí, sin aburrirme, el dulce olor de los narcisos me ayudaba a dormir, ese olor calmo mi ansiedad y mis lágrimas.

Una vez más estoy aquí esperando a la mujer de mi vida, esa mujer que me devolvió la sonrisa, la que con sus cartas ha traído una paz inmensurable a mis noches.

Escucho las voces algo lejanas, una de esas voces es de Julius, supongo que la otra voz es de mi Ann, sus pasos cada vez se escuchan más cerca.

Y sin más entra a esta habitación, digamos que es un jardín privado con un techo en forma de domo de cristal, donde cintos de narcisos y tulipanes adornan cada rincón, pero ella, ella ilumina todo.

Su hermoso vestido verde, nada ajustado, que le llega hasta las rodillas, le queda perfecto, su cabello está recogido en un moño algo descuidado, unos tacones adornan sus pies.

Nuestras miradas se conectan y mi respiración se estanca, mi corazón late con tanta fuerza, mis manos tiemblan. La veo correr en busca de mí y yo solo puedo abrir los brazos para recibirla.

Un dulce olor llena mis fosas, mis manos se aferran a su cuerpo y solo puedo pensar en que estoy vivo para estar junto a ella, no hay otra razón.

Un nuevo sentimiento me llena, no sé si es deseo, pero algo quema dentro de mi cuando sus suaves labios hacen contacto con los míos, algo que no había experimentado me toma por sorpresa, por primera vez beso a una mujer y esa mujer es Ann.

Anclo mis manos en sus caderas, pegándola aún más a mí, uniéndome en su beso, probando lo que tanto quise probar, muchas veces en mi mente imagine el momento y aquí estoy besándola y se siente tan bien, siempre debió ser así.

Nuestros labios se separan por un instante, sigo asimilando el hecho que por fin la bese, después de tanto, ya se lo que es besarla, al abrir mis ojos encuentro esos ojos verdes que adornan mis sueños, la extrañaba.

---Así que esto se siente honey---digo finalmente, una gran sonrisa adorna sus preciosos labios.

---Te extrañé honey---volviéndome a besar. 

CARTAS AL AZARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora