CAPITULO 30

8 6 5
                                    


CAPITULO 30.

SAMAEL.

Han pasado cinco horas, son la una de la mañana y aún no hemos tenido noticia de Ann, solo he podido donar cuatro litros de sangre, y no han solicitado más, en este punto me siento tan débil y exhausto, las fuerzas me faltan, reposo mi cabeza en la pared, tratando de hacerme puesto en la silla metálica, el olor insoportable a detergente me hace la situación imposible.

---Deberías ir a descansar---ofrece Greta.

---Estoy descansando, si Ann necesita algo estaré justo aquí.

---Samael tienes que presentarte en la base, si no vas las consecuencias son asquerosas y lo sabes---no me acordaba de eso.

---No me importa que me consideren en desacato---cierro mis ojos, intentando calmar mis pesimistas pensamientos.

---Entonces iras preso y ahí si no podrás ayudar a Ann---sé que todos me están observando, pero los voy a ignorar.

---Vez, no te preocupes, te avisaré cualquier novedad---no quiero irme, sé que ella va a estar bien y quiero estar aquí para oírlo.

---Yo me quedaré aquí en representación tuya, haré todo lo que esté en mis manos para lo que ella y su madre necesiten, solo ve, renuncia y ya tendrás tiempo para estar con ella---golpeo la pared con frustración---pide un taxi por favor, no quiero más sorpresas, ya le avisé a nuestra madre, tiene todo preparado para que te aliste, te llevará y traerá, descansarás y vendrás de vuelta---me levando de mala manera.

---Trata de buscar alguien con su tipo de sangre, por si no he vuelto, págale si es necesario---después de esto, solo camino en busca de la salida.

Las paredes blancas, el llanto, las enfermeras, todo este lugar me agobia.

Veo la puerta de salida, y el ruido de la ambulancia llega a mis tímpanos, tomo mi teléfono, no creo poder tomar un taxi.

---Hola madre, ¿puedes buscarme en la entrada del hospital?---pregunto, sintiendo como mi cuerpo se tambalea.

---Si caramelito, ya voy por ti---no digo nada más.

Tengo que resistir, he resistido cosas peores.

#

---Amor hemos llegado, acuéstate en mi recamara, te levantaré cuando ya sea necesario, todo va a estar bien---me siento un poco recuperado, mis ojos se sienten pesados, me desabrocho el cinturón, y abro la puerta.

Mis pasos saben el camino que deben recorrer.

Por el camino me voy despojando de mis pertenencias, quedando en ropa interior, choco con una pared, obligándome a abrir mis ojos.

---Hijo es por aquí---su fría mano me guía por los pasillos de mi casa---llegamos, acomódate, cuidado con la mesita---me lleva hasta el pie de la cama.

Me siento al borde de la cama, siento que voy a colapsar.

--- ¿Me puedes abrazar mientras intento dormir?---le pregunto.

---Si mi amor, recuéstate, ya vuelvo.

Hago eso, el agua caliente que escurre por mis ojos me sorprende, una cobija toca mi piel, minorando el frio que estoy sintiendo.

---No es malo que llores terroncito---en el otro lado de la cama, mi madre se acomoda, doy vuelta reposando mi cabeza en su vientre---es la primera vez que veo que lo haces y ¿sabes algo? Estoy orgullosa de ti---sus palabras bastan para dejarme irme---ella va a estar bien.

CARTAS AL AZARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora