CAPÍTULO IV

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Vamos Nick acompáñame, tengo algo que mostrarte- sonaba una voz alegre y llena de vida, es Oscar, que corría hacia una puerta y me hacía señales con la mano para que lo siguiera.

- ¿Qué quieres Oscar? No tengo tiempo para tus boberías- abrí las manos

-ven te va a gustar esto que te voy a mostrar- continuaba haciéndome señales con la mano para que fuera

-vale Oscar,voy-dije derrotado, en realidad no me molestaba ir a ver que me quería enseñar, Oscar siempre me sorprendía y me hacía reír con sus ocurrencias.

Oscar ya había entrado, empujé la puerta y quede asombrado, sentí como mis ojos se estaban abriendo y mi boca se movía para crear una sonrisa.
Estaba en una habitación enorme, en la pared había un televisor gigante que estaba transmitiendo un partido de fútbol, a mí y a Oscar nos apasionaba el fútbol, es el deporte favorito de ambos. La habitación estaba llena de sillas, sentadas están las amistades que había hecho antes de entrar al psiquiátrico.
Aquel lugar era algo tan reconfortante, lleno de paz, alegría,  respiraba una tranquilidad que inundó todo mi ser, por primera vez en mucho tiempo me estaba sintiendo realmente feliz.
- Ven Nick, siéntate a nuestro lado, el partido está a punto de comenzar- me grito Oscar.
Me disponía en ir camino a sentarme, de repente la oscuridad, toda la sala se volvió oscura por unos segundos una oscuridad tan espesa que ni mis manos podía ver.
- ¿Oscar estas ahí? -sentí como la incertidumbre se apoderaba de mi
La habitación tomo algo de iluminación, es una luz débil, opaca, el ambiente se tornaba gris. Mis amigos habían desparecidos el TV estaba hecho pedazos, como si alguien le hubiera lanzado rocas a la pantalla, las sillas muchas se habían caído al suelo y en el medio de la habitación amarrado a una silla de pies y manos estaba Óscar, su cuerpo estaba con la cabeza gacha, el pelo le cubría los ojos, la sangre inundaba todo su cuerpo. Intenté correr en su ayuda, al llegar a donde estaba miré mi ropa, está llena de sangre, con mi mano izquierda aguantaba el puñal con la empuñadura del ciervo coronado, me miraba confundido, no entendía como aquel escenario paradisiaco de segundos atrás había sido dañado por la sangre y la oscuridad. En un instante Oscar con su cabello manchado de sangre levanto su cabeza hacia mí de una manera sobrenatural.
Caí sentado en mi cama, mi corazón que pareciera que quería salir de mi pecho, todo mi cuerpo estaba tembloroso, unas gotas de sudor inundaban mi frente. Era otra pesadilla. Me tumbe sobre mi cama, con las manos cubriendo mi rostro, aquellas pesadillas ya era algo con lo que tenía que lidiar todas las noches, se sentían tan reales, tan dolorosas, despertaba hecho pedazos cada vez que pasaba por una de esas pesadillas. Seguía siendo de madrugada las imágenes de mi reciente sueño perverso me martirizaron durante unas horas hasta que llegó la hora de mis ejercicios, por muy desanimado que estaba hice ejercicios, es un instinto básico mi propio trastorno me obligaba a ejercitarme.
Transcurrida ya una semana del asesinato de Oscar, a pesar de las pesadillas mis días transcurría de una manera tranquila, no me habían mandado más notas misteriosas y por los cometarios de los guardias supe que doña Carmen estaba enferma, esa era la razón por la que no la había vuelto a ver en el desayuno.
Había terminado de desayunar cuando la voz de un guardia llamo mi atención -Nick Deamon acompáñeme, tiene sita con su nuevo psicólogo-

Lo había olvidado por completo, verdad que tenía hoy cita, cita a la que no me apetecía ir, no quería que el psicólogo comenzara con sus preguntas incomodas.
A pesar de que no quería ir, obviamente me terminaron llevando hasta la sala donde sería mi consulta

-entre y siéntese Sr. Deamon- esa voz ronca logró llamar mi atención.

Tomé asiento en frente del Dr. Sousman supe que se llamaba así, por la tarjeta que había sobre la mesa. Mi nuevo psicólogo era un hombre calvo, usaba unos espejuelos, podía apreciar que su frente estaba plagada de líneas de expresión. Su despacho era un poco deprimente, estaba pintado de color blanco con unos estantes llenos de libros y como la mayoría de los doctores su mesa estaba plagada de papeles desordenaos aquello me ponía un poco nervioso.

-Hola soy el Dr. Sousman estoy encargado de su caso –estrechamos la mano.
Al parecer aquel hombre era el encargado de los casos más complicados de la institución.

- ¿sigue sin recordar cómo fue que asesinó al paciente Oscar? – colocaba sus manos sobre la mesa.
Esa pregunta me había sacado de situación, para aquel hombre ya yo era un asesino, me veía como tal

-no señor no recuerdo nada- me molestaba mucho no recordar,  como termine en esa habitación con aquel puñal en la mano.

-En ocasiones el cerebro bloquea algunos recuerdos traumáticos, no te preocupes pronto iras recordando como sucedió todo- dijo mientras cruzaba sus manos sobre su pecho

-Gracias doctor- saber que existía la posibilidad de recordar como llegué a  aquella sala me reconfortaba un poco.

- ¿algo más que quiera compartir conmigo Sr, Deamon? -continuaba con los brazos cruzados sobre su pecho.

-bueno doctor la verdad es que duermo muy poco, todas las noches tengo pesadillas a mi cabeza vienen escenas relacionadas con las imágenes que presencié el día del asesinato de Oscar- ya habían llegado a mi cabeza algunas de las visiones de mis pesadillas.

-Usted sufre de estrés postraumático- tomo su pluma y comenzó a escribir.
-Esto que le estoy recetando son unos medicamentos para que pueda conseguir el sueño, la enfermera que le lleva la medicación diaria comenzara a llevarle estos medicamentos también-me dijo mientras escribía mi nueva medicación.

Estrés postraumático como sino no tuviera bastante ya
- ¿doctor le puedo hacer una pregunta? –
-si claro – puso sus brazos sobre la  mesa y entrelazó sus dedos.

-¿usted conoce al Dr. Miller?- Desde que hable con doña Carmen tenía intriga por saber quién era ese doctor que le hablaba de mí.

- ¿El Dr. Miller? – al instante note el asombro en su rostro, es claro que conocía a la persona por la quien le preguntaba.
- ¿Quién le hablo de esa persona? Me miro directamente a los ojos, por un instante pensé que me podía ver mi alma.

-Escuché a uno de los guardias mencionar el nombre de ese doctor y quise saber quién era- preferí mentir si le decía que del Dr. Miller me había hablado doña Carmen seguramente no me tomaría en serio.

- ¿Escuchaste eso de uno de los guardias? - sus cejas y ojos se encogieron, creo que estaba sospechando que le había mentido en la respuesta que le había acabado de dar.
-Si Dr. Sousman a uno de los guardias le escuche mencionar ese nombre por el que le acabo de preguntar - intenté  sonar lo más seguro posible.

-El Dr. Miller trabajo en este centro, murió hace como 20 años cuando un paciente provoco una explosión de gas en el ala restringida que tiene nuestro centro, la explosión mató al Dr. Miller y a otros pacientes que se encontraban cerca, eso es todo lo que se-

Sentí como un frio pasaba por toda mi columna vertebral, mi sangre se congelaba estoy seguro que me puse hasta pálido al escuchar la información que me dio el Dr. Sousman.
¿Cómo era posible que el Dr. Miller le haya hablado sobre mi a doña Carmen, si ese hombre llevaba muerto 20 años?

SlenDDerman.

OBSERVADO [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora