CAPÍTULO XXXI

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Al escuchar las palabras de Deborah, me separé de ella, poniéndome en pie, caminé hasta el árbol del que decía Deborah que nos observaban.
De atrás del árbol, salió en dirección a mi cuerpo un puñal de una hoja ancha y empuñadura de metal, es sostenido por otro paciente que intenta clavar ese puñal en lo más profundo de mi ser, por mero instinto de supervivencia logré esquivar los cortes que me lanzó. Deborah salió corriendo en busca de ayuda.
Hubo un instante en que ese desequilibrado se paró en seco, delante de mí, su mirada se nota perdida, sus pupilas las tiene muy pequeñas, los ojos agrietados, su pelo está completamente despeinado, la expresión de su rostro es la de un psicópata.

-Cálmate- estaba de pie, atento por si volvía a intentar herirme, en esos momentos no se me ocurría nada más que decirle.

-Tu, tu eres un problema, el, él te quiere muerto- dio unos pasos hacia mí.

- ¿Quién me quiere muerto? – joder este tipo fue mandado a matarme.

-Vamos, dime ¿Quién me quiere muerto? - alcé mi voz, necesitaba respuestas, así sea de ese psicópata.

El no respondió, se abalanzó sobre mí, ambos caímos al suelo, el cayó encima de mí, con sus dos manos intentaba hundir ese puñal en mi garganta, yo lo agarré por sus muñecas, resistiendo para que no morir, podía ver como esa hoja se acercaba a mi cuello, cada vez estaba más cerca, no sabía si podría resistir.
Unas manos rodean el torso de ese psicópata, separándolo de mí, me puse de pie rápidamente, ya el paciente había sido neutralizado por los guardias, le habían logrado quitar el cuchillo y estaba arrodillado a los pies de 5 guardias.

-Estas bien- Deborah pasaba sus manos por mi cuerpo, revisando que no tuviera ninguna herida.

Con mis manos tome su delicado rostro, obligándola a que me mirara. –estoy bien, de no ser por ti, que avisaste a los guardias estaría muerto, gracias-  noté como sus blancas mejillas comenzaban a sonrojarse.

-De nada, pero no te acostumbres a que te esté salvando- quitó mis manos de su rostro.
Rodeé mis ojos.
Los guardias se llevaron al psicópata que me atacó, muchos de los pacientes que estaba en el patio observan lo que estaba sucediendo.

-Nick, ¿estás bien? -  la Dra. Rouz llegaba al lugar y corría hacia mí. – los guardias me dijeron que ese paciente te atacó-

-No se preocupe, estoy bien- sacudí algunas hojas secas que estaban pegadas en mi ropa.

- ¿Seguro Nick? - frunció el ceño.

-Ya le dije estoy bien- en realidad, no paraba de recordar las palabras de ese tipo.

-Terminó la actividad, vallan todos al recinto- indicaba la Dra. Rouz.

Deborah se acercó a mí. –Nick tengo que contarte algo- Utilizo un tono bajo.

-adelante dime- comencé a caminar.

-Mi padre creo que conoce a ese tipo que te atacó-

-Ya se con quién tengo que hablar entonces-  salí caminando a gran velocidad, en mi mente mi único objetivo es saber la relación que hay entre Mertens y ese loco que me quiso matar.

-Espera Nick, no puedes irrumpir en el despacho de mi padre en ese estado- Deborah caminaba al lado mío.

- ¿Cómo se supone que este?, acaban de intentar matarme- hablé sin voltear la mirada para ver a Deborah, que seguía caminando a mi lado.

-De un tirón abrí la puerta del despacho de Mertens-  Deborah entra detrás de mí, yo solo quería respuestas relacionadas con lo que me había sucedido.

- ¿Estas son maneras de entrar a mi despacho Sr. Deamon? – Mertens se mantuvo sentado con los brazos cruzado sobre su pecho, mostrando una frialdad impresionante.

-El tipo que acaba de intentar matarme, ¿tú lo conoces? ¿Qué me puedes decir sobre eso? - estaba parado en frente de Mertens con mi respiración agitada. 

-Sabes que no estoy obligado a responderte nada, eres solo un paciente- se acomodó aún más en la silla.
-Ya supe que fuiste atacado, y si conozco al tipo- se puso en pie, comenzando a hurgar dentro de unos expedientes que estaban en una gaveta.

-Deborah te dije que no te quería cerca de este chico- habló mientras seguía buscando en esa gran cantidad de expedientes.
Miré a Deborah, está con la mirada baja clavada en el suelo, me sentía culpable, por mi culpa le habían regañado.

-Si no fuera por su hija, yo estaría muerto- deje ir mi mirada sobre Deborah, intentado que dejara de mirar al suelo.

Escuchar eso hizo que Mertens parara la búsqueda por un momento, para después seguir, al parecer lo había hecho pensar.

-Mira, este es el tipo que buscas- lanzó un expediente sobre la mesa.

Yo y Deborah caminamos, acercándonos para mirar al expediente.

-Fanatismo obsesivo, sumisión- Deborah leyó en voz alta la parte del expediente que hablaba sobre el trastorno mental de la persona que me atacó – ¿Qué es eso papa? –

-Ese es un tipo de enfermedad que…- se abrió la puerta del despacho, haciendo que Mertens parara de hablar.

-Que hace que la persona que tiene el trastorno, pueda llegar a volverse fanático a otra persona, al punto de cumplir las órdenes de le da esa persona, a la que por su trastorno se vuelve fanático- concluyó por decir el Dr. Sousman que recién entraba al despacho.

-El Dr. Sousman tiene razón- Mertens le apuntó con el brazo.

-Sr. Mertens ¿puede dejarme a solas con el Sr. Deamon? - Dijo Sousman que se mantenía aun de pie.

-Como usted desee, vamos Deborah-hizo una señal a su hija para que lo siguiera.

Antes de irse del despacho, Martens colocó de una manera fuerte su mano sobre mi hombro, haciendo presión –Que sea la última vez que entra así a mi despacho Deamon- retiró la mano de mi hombro y siguió caminando.

-Ven chico, siéntate- Sousman me ofreció la silla que estaba en frente dela mesa de Mertens, él tomó asiento en la otra silla.
Tomé asiento sin decir palabra.

-Este es Bed- tomó el expediente que estaba sobre la mesa. – este chico paso un tiempo en esta parte del psiquiátrico, hasta que su trastorno empeoró gravemente, desarrolló ese fanatismo del que le hablé, por Mertens.

-Espere, me está diciendo que este tipo llegó a estar dispuesto a hacer todo lo que decía Mertens- lleve mi mano a mi frente, asimilando lo que me había acabado de decir Sousman.

Sousman asintió con su cabeza. – Por ese fanatismo intenso, es que tuvimos que trasladar a Bed al ala este-   dejo el expediente sobre la mesa.

-Entonces ¿Bed ya no es sumiso a lo que diga Mertens? - miraba con atención el expediente de ese chico, tan solo tiene 21 años.

-Chico eso no te lo puedo confirmar, son escasos los pacientes mejoran de ese síntoma-
Escuchar eso me hizo pensar en la posibilidad de que haya sido Mertens el que me halla mandado a matar, a juzgar por las palabras de Bed, es obvio que alguien de este psiquiátrico me quiere muerto.

¿Ese alguien será Mertens? 
        

SlenDDerman.

OBSERVADO [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora