CAPÍTULO VII

46 25 3
                                    

Recien abria los ojos, no entendía porque  estaba  presenciando la imagen de un hombre   vestido  de negro con una capucha que le cubría toda la cabeza torturada a una persona, a la cual tenía amarrada en una silla,solo podía ver los ojos del torturado que reflejaban el miedo y el dolor, estaba lleno de sangre, que vertía de cortadas que tenía aquel pobre hombre por todo su rostro, la sangre no paraba de correr, mientras el torturador solo se divertía con su puñal, cortando la piel de aquella persona, en la habitación solo se escuchaban los intentos de gritar debido al sufrimiento, A la víctima lo tienen con  la boca amordazada, con un trapo cubierto de sangre, la sangre en su rostro  me impedía saber quién era, el torturador luego de terminar con la cara comenzó con el cuerpo de la víctima, su  puñal lo hundía haciendo siluetas, dibujos para él era como si se estuviera pintandosobre la pile, disfrutaba con el dolor ageno hasta que la otra persona dejo de gritar, de moverse, sus ojos se apagaban, se cristalizaban, no terminaba yo de analizar todo aquello que sucedía, cuando aquel ser encapuchado lanzo una fría mirada  hacia mi

Desperté, miré a mi alrededor, estoy en mi habitación, mi cuerpo entero por completo estaba lleno de sudor sentía mi frente y pecho plagado de sudor, acompañado de un fuerte dolor de cabeza, un dolor tan intenso que hacía que mi cabeza palpitara sostuve mi frente con mi mano, saque mis dientes y encogí mis ojos, era un dolor insoportable por si fuera poco mi mente estaba siendo torturada por las imágenes vivida en esa pesadilla. Por alguna razón aquella pesadilla la sentí más real que las anteriores, era como si me cerebro y mi cuerpo ya habían experimentado esas terribles sensaciones ¿Qué tal si la razón por lo que estoy con ese dolor de cabeza no fuera por una pesadilla sino por un recuerdo? Aquellas imágenes las sentía cada vez con más fuerza, como si yo ya las hubiera presenciado, quizás era una parte de los recuerdos de la noche en la que desperté en aquella habitación. Al parecer en mi subconsciente estaban atrapados todos esos recuerdos traumáticos y por alguna razón mi mente decidió revivir ese recuerdo que ni yo sabía que tenía en mi mente.
Ya estaba seguro que esas imágenes, que venían a mi mente eran un recuerdo. ¿Estaría recuperando la memoria de lo que pasó el día en el que mataron a mi amigo? Pensar en todo aquello se tornaba muy difícil con ese dolor de cabeza tan incómodo, se sentía como mi cabeza fuera a estallar, mi única esperanza era que llegara la mañana, con la medicación que me traía la enfermera todos los días quizás podría aplacar aquel insoportable dolor. Esa noche dormí menos de lo habitual, entre el dolor de la cabeza y esa parte de mis recuerdos que había revivido mi cabeza se rompía en mil pedazos. Incluso esa noche no puede ni llevar acabo mi rutina habitual de ejercicios, lo cual hizo que emporara la situación, a mi enorme dolor de cabeza se le sumaba un poco de histeria por no haber seguido mi rutina habitual de vida, aquel día comenzaba de una manera terrible.
Las luces de mi habitación encendieron esa iluminación de repente me irrito, toda aquella luz hacía que mi dolor aumentara, luego sentí abrirse la puerta de mi habitación, levanté  la mirada pude ver reflejado en los ojos de la enfermera el miedo con piscas de asombro al verme sentado en la cama, con mis piernas hacia abajo, los dedos de mis manos los tenía hundidos en el cabello y la miraba fijamente, supuse que por no haber dormido tendría unas ojeras muy fáciles d notar. La imagen que aquella enfermera estaba presenciando era la de un psicópata.

-está bien- su voz se notaba temblorosa, era algo obvio tener miedo de lo que estaba viendo.

Decidí pararme, noté como la enfermera retrocedió unos pasos definitivamente le estaba infundiendo un fuerte temor

-si estoy bien solo…- estando de pie sentí como perdía el control de mi cuerpo, mis ojos me estaban pesando una tonelada y mi cabeza estaba palpitando de una manera extrema caí desvanecido al suelo dándome un fuerte golpe contra el piso.

Una vez que puede abrir los ojos, estaba al parecer en la enfermería del ala este, las paredes de aquel lugar la habían pintados de un color verde claro, giré mi cabeza a un lado, había una enorme persiana de cristal donde se podía ver al exterior, a lo lejos se podía ver la ciudad, el psiquiátrico quedaba a las afueras de Londres, ver aquellas vistas adornadas por un bello atardecer me recordaban mucho a mi hogar, recordé como yo y mi hermano subíamos al techo de nuestra casa  a admirar el atardecer, sentí como mi pecho se apretaba y mi corazón se llenaba de esa nostalgia de ese deseo de estar con mi familia.
Continúe observando aquel atardecer por unos minutos.

OBSERVADO [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora