CAPÍTULO XXVIII

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- ¿Qué te paso? - sostenía a Camila por los hombros, que continúa doblada de dolor, apoyada sobre la mesa.

-Nada, necesito irme- su voz es entrecortada, es víctima del dolor, la mancha de sangre continuaba extendiéndose por su bata.

- ¿Cómo pretendes irte?, estas sangrando- junté mi mano con la de ella para ayudarla a cubrir esa herida.
No sabía porque había sido provocada, el golpe que se dio con la esquina de la mesa no fue tan fuerte para que Camila sangrara así.

- ¿Por qué sangras? -  es desesperante ver a Camila, sufrir sin tan siquiera saber la razón.

-Nick necesito que confíes en mi – logró incorporase para quedar en frente mío, con una de sus manos cubría la herida. –Tengo que irme de aquí- tomó una respiración profunda.

-Vale te ayudaré a irte - ¿Qué quieres que haga? - eleve mis cejas, en espera de su respuesta.

-Tienes que distraer al guardia, para que yo pueda salir sin que me vea-

Asentí con la cabeza y caminé hacia la puerta. ¿Cómo me puedo negar a esos ojos azules?

De un portazo abrí la puerta, le di un empujón al guardia que hizo que perdiera el equilibro, tuvo que apoyar sus manos contra la pared de enfrente de el para no caer al piso.
-No vengo más a esta consulta- le di la espalda al guardia para comenzar a caminar.

-Sentí la mano del guardia sobre mi hombro-  dé un giro fuerte me puso frente a él.

¿Qué pasa contigo? - su mirada se clavó en mí, sus ojos se ven sumamente enojados, aquel hombre está a punto de entrar en cólera por mi culpa.
Mientas lo miraba vi como la Camila salió rápidamente de la consulta, tomando una dirección contraria al guardia, seguía con su mano tapado el lugar donde tenía esa herida.
El guardia se fue a girar, seguramente para verificar que Camila estuviera bien, no lo podía permitir.
Aproveché que el guardia me había dado la espalda para volver a empujarlo, esta vez sí terminó estrellándose contra el suelo. Sabía que me iba a arrepentir de haber hecho eso.

-Ven aquí bastardo- se levantó rápido viniendo hacia mí.
La cólera se había estallado en ese hombre
-Estoy metido en problemas- dije en voz baja y salí corriendo.
Intentaba hacer algo de tiempo para que el guardia no interceptara a Camila. Corrí hasta el final del pasillo, giré un momento la cabeza, para mirar a mis espaldas, cuando volví mirar al frente lo que vi fue uno de esos uniformes blancos, intenté dar la vuelta, pero fue demasiado tarde, el guardia se abalanzó sobre mí, logrando pegar mis muñecas contra mi espalda.
Al instante llegó el otro guardia, este estaba sofocado por la carrera, pero sus ojos solo expresan la ira.

   -Vamos te llevaremos a un lugar que vas a disfrutar- dijo el guardia que seguía sofocado por la cerrera.

Me llevaron de regreso a la consulta donde hace unos minutos estuve con Camila, me empujaron dentro, no me quedo de otra que hacerles frente.

-ahora es cuando quiero que me empujes- uso un tono vacilador, caminaba lentamente hacia mí.

Al instante me lanzó un golpe a mano cerrada que puede esquivar, aproveché que había quedado expuesto para poder propinarle un golpe que lo hizo retroceder, brotando algo de sangre de su labio.
Ya que me van a golpear, tengo que defenderme, adopte una postura parecida a la de un boxeador.
Pero una fuerte patada seca en mi columna provoca que caiga hacia adelante, apoyando manos y rodillas contra el suelo, el otro guardia el que me había atrapado me golpeo por la espalda sin yo verlo venir, intenté ponerme de pie, pero lo siguiente que sentí fue bota gruesa chocar contra todo mi rostro, caí tendido al suelo, una multitud de patadas y puñetazos llovieron sobre mí, por parte de ambos guardias, cada vez que hacia el intento por parame llegaba otro golpe.

No se por cuánto tiempo me golpearon, a mí me pareció una eternidad.

-para que aprendas a respetar- me dio una última patada en las costillas, para salir de la sala, cerrando a puerta de un portazo.
Aún estaba tirado en suelo, me duele todo el cuerpo, a mi alrededor todo da vueltas y se hacía oscuro.

Cuando volví a despertar, me continuaba doliendo todo el cuerpo, noté algo de sangre seca dentro de mi nariz y restos de sangre corrían por uno de los lados de mis labios. Con algo de esfuerzo logre parame, bueno adopté una postura algo encorvada, me duelen mucho las costillas, abrí la puerta saliendo al pasillo, ya es de noche los pasillos están a oscuras, pude notar que la puerta tenía un cartel de ocupado, por eso nadie entro durante el tiempo que estuve ahí tirado.
Comencé a caminar con una mano apoyándome en la pared y con la otra colocada encima de mis costillas, el dolor es insoportable, en ocasiones tenía que parar, coger un aire para seguir caminando. No sabía muy bien si caminaba hacia a mi habitación, mi mente continuaba algo aturdida.
No estaba seguro de cuanto había avanzado, ni hacia donde iba, el dolor me impedía pensar.

-Nick, ¿eres tú? - una voz de la oscuridad.
    
Esa voz me suena, hice un esfuerzo para levantar la cabeza y mirar al frente, allí esta Deborah en frente de mí, en su rostro está grabado el miedo, es impactante verme en esas condiciones.

- ¿Que te paso? – colocó su cuerpo por debajo de uno de mis brazos, sirviéndome de apoyo.

-Nada, un problema con los guardias- me es difícil hasta hablar.

-Vamos te llevaré a la enfermería-

-No a la enfermería no, mejor llévame a mi habitación- mi respiración es agitada, producto del dolor.

-En ese estado tulló no llegaremos a tu habitación sin ser vistos, mejor te llevo a la mía- comenzó a caminar con mi brazo por encima de ella.

-Llegamos- comenzó a dejar caer mi cuerpo sobre su cama.

-Dejé ir un suspiro- me empecé a sentir cómodo sobre ese colchón.

-Espera aquí- salió de la habitación.

Aunque quisiera no creo que pudiera moverme mucho, no me quede de otra que esperar a que Deborah regresara.

Pasó un rato hasta que se abrió la puerta, entrando Deborah con una caja con gasas y algunas vendas.

- ¿De dónde sacaste eso? - miraba todo lo que había traído.

-Cuando llevan mucho tiempo en este sitio, aprendes a entrar y salir en la enfermería sin que te van, ahora ven- comenzó a quitarme la camisa.

-Empieza bien esto- intenté sacar una sonrisa.

-Ni con golpes dejas de ser imbécil- terminó de quitarme la camisa.

-Como te han puesto- sus ojos se centraban en mis golpes.

Tengo morados por todo mi torso.

Ahhhh, ¿Qué haces? - gruñí de dolor, estaba tocando los golpes de mis costillas.

-tuviste suerte, no tienes ninguna costilla fracturada, pero debo informar a Martens sobre esta paliza-

-A ese tipo no le caigo bien- comencé a mirar con más detenimientos los golpes de mis costillas.

-Porque no le caes bien a mi padre-

slenDDerman.  

  

OBSERVADO [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora