CAPÍTULO XXXIX

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Caminábamos en silencio, ayudados de la oscuridad, es difícil avanzar por los pasillos del psiquiátrico, últimamente había más seguridad que lo habitual, nuestra suerte es que Deborah llevaba mucho tiempo en este lugar, sabia moverse sin ser vista.
Debido a la oscuridad es difícil orientarse, no estaba muy claro de cuanto nos habíamos alejado de nuestros dormitorios, a medida que caminábamos, el silencio iba en aumento, por un momento se dejaron de escuchar los pasos de los guardias patrullando los pasillos.

-Es aquí- dijo Deborah alumbrando a unas rejas llenas de óxido que están delante de nuestra vista.

Llegué hasta las rejas, puse mi mano encima de uno de sus fríos barrotes, detrás de las rejas se puede observar una puerta de metal en muy mal estado, detrás de esa puerta, están las respuestas que he estado buscando todo este tiempo, podía sentirlo.

-Aparta, déjame abrir la reja- Deborah sacaba un manojo de llaves.

- ¿De dónde sacaste esas llaves? - dije mientras miraba a Deborah abriendo el candado.

-Las tomé de la oficina de mi padre- logra abrir la reja.  –Anda vamos- me hizo un gesto con su cara para que la siguiera.

Llegamos hasta la puerta que estaba tras las rejas, tiene el llavín roto, fue fácil entrar. Apenas dimos unos pasos dentro, la temperatura, se torna más fría, el aire es seco, se puede sentir ese repulsivo olor a antigüedad, el silencio es abrumador, solo puedo escuchar los débiles pasos míos y de Deborah, alumbrados únicamente por el aro de luz que crea la linterna.
Mi respiración aumentaba a medida que nos adentrábamos más en ese desalentador lugar, Deborah en ocasiones, ilumina las paredes del lugar, las cuales están cubiertas, por la suciedad acumulada de muchos años y todavía tienen manchas oscuras debido al fuego provocado por la explosión.

- ¿Por qué nunca han arreglado este sitio? - prefiero escuchar a mi voz a quedar atrapado por el silencio.

-Según mi papa este lugar nunca lo han arreglado, porque es su manera de rendir homenaje a los que aquí murieron- Deborah dejó de caminar y alumbra una enorme puerta de metal con dos amplias compuertas.  –antes de quedar atrancada por esta puerta salías al garaje del psiquiátrico-  después de decir eso, volvió a centrar la luz en el interminable pasillo.

-Has estado aquí otras veces ¿verdad? - Deborah caminaba con más seguridad que yo por ese oscuro pasillo.

-Si he venido algunas veces, pero no he encontrado nada relacionado con la persona que le quitó la vida a mi amigo- tomamos una curva a la derecha en el pasillo.
-Mira estás son las antiguas salas que había en este sitio, he entrado a todas, pero no he encontrado nada relevante- pasó la luz por alrededor de cinco puertas que estaban a lo largo del pasillo.

-Ven echémosle otro vistazo- dije mientras entraba en la primera sala.

Registramos todo aquel lugar, encontrando nada más que papeles antiguos, que no entendíamos ni lo que decían, esas salas están desahuciadas, tanto las mesas como las camillas están comidas por el óxido, ese lugar da escalofríos, yo solo intentaba concentrarme en buscar algo que me lleve al asesino.
Estábamos registrando la última sala del pasillo, la cual no había prácticamente nada, solamente una mesa con una silla y un estante de libros pegado a la pared, esa sala al parecer no se estaba usando cuando ocurrió la explosión.

-Aquí tampoco hay nada-  Deborah recostó su espalda a la pared y deslizo su cuerpo hasta terminar sentad en el suelo.
Tome asiento a su lado
-En alguna parte de este lugar tiene que haber alguna pista, las personas que vinieron aquí vieron algo, pero no han vivido para contarlo-  intentaba no perder las esperanzas.

-Nick no sabemos ni lo que buscamos- alumbró a la pared que queda frente a nosotros.

-Espera Deborah, no quites la luz de ahí - me puse en pie, fui corriendo hacia la pared alumbrada.

Deborah se acercó a donde yo estaba.

-Mira- dije quitándole la linterna. –Todas las paredes de esta sala, se ven descolorida, sucias- dije mientras alumbraba las demás paredes.  –Pero esta pared es diferente, no tiene casi suciedad, es como si no perteneciera a esta sala-  comencé a dar golpes en la pared pegando mi oído.

-Suena hueco- dijo Deborah que escuchaba con atención los golpes que daba.

-Exacto detrás de esta pared se oculta algo-

-Ven ayúdame a mover esto- le dije a Deborah mientras comenzaba a hacer fuerzas para mover el estante que estaba junto a la engañosa pared.
Entre ambos comenzamos a mover dicho estante, a medida que lo movíamos de lugar, una puerta oculta tras de él se rebelaba ante nosotros.

Después del esfuerzo, ambos nos quedamos parados enfrente de la oscura puerta, que yace ante nuestros ojos.

Creo por un acto inconsciente ambos entramos en la oscuridad de esa puerta

Un aroma putrefacto invadió nuestros pulmones.  - ¿A que vuele aquí? - logre hablar mientras tosía.

-No lo sé, pero mira-  Deborah alumbraba una serie de fotografías que había pegadas en la pared.

-Este es Spencer, este es Diego, tu amigo, este de aquí es Oscar y este es Héctor- dije mientras miraba las fotografías.

-El asesino toma fotos de sus víctimas ya muertas, es como sus trofeos- habíamos dado con el escondiste del asesino.
Di unos pasos atrás impactado con tan crueles imágenes, hasta que choqué con algo.

-Deborah alumbra aquí- Deborah estaba en shock, paralizada mirando las fotografías, está siendo presa de los nervios y de sus propios traumas.

-Se giró lentamente, alumbrando con lo que había acabado de chocar.

-Joder- di un salto atrás, causado por el susto

Acostado en una camilla está un esqueleto, Deborah al ver los restos de esa persona no pudo contenerse, dejo caer la linterna al suelo, siendo presa del miedo y salió corriendo del lugar 

-Espera Deborah- me agaché para tomar la linterna e ir tras ella.
Pero la luz rebotó contra algo brillante que está encima del esqueleto.
No puede evitar revisar que era, es una cadena.
Un momento, esta cadena es idéntica a la que usaba el hombre que estaba en la fotografía que encontré dentro del diario de Oscar, este es el esqueleto de ese hombre.
¿Qué es esta tela que tiene por encima? A pesar de que estaba en muy mal estado y llena de huecos, logré identificar que lo que cubría los restos de ese pobre hombre era una bata, este tipo fue doctor cuando estuvo vivo.

Dr. Sousman, tenía la bata este nombre escrito, en la parte izquierda de la bata a la altura del pecho, a pesar de los años se podía entender perfectamente lo que decía.

-Si este es el cuerpo del Dr. Sousman. ¿Entonces quien se ha hecho pasar por el, todos estos años?  -

El silencio es roto por un grito de pánico de Deborah.

-Deborah le ha pasado algo- salí corriendo en su búsqueda.








Se acerca el final, espero que se sientan tan emocionados como yo.

slenDDerman 

OBSERVADO [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora