CAPÍTULO XXX

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Cada noche me acuesto tarde en la madrugada, mi objetivo es grabar en mi memoria la ruta para llegar al almacén del área sur, allí seguramente están las pertenencias de Oscar, incluido su diario. Ya tengo la ruta trazada sobre los planos, a donde quiero ir, queda lejos de mi cuarto y tengo que salir al patio para lograr avanzar más rápido. Nico me conto que los guardias siempre hacen el cambio de guardia sobre las 1:45am, tengo que saber aprovechar esos escasos minutos.
Miro mi reloj, son casi las 2:13 am, ya es hora de intentar dormir, digo intentar porque son escasas las noches en la que no despierto con la misma pesadilla, del cuadro gigante con la insignia del ciervo coronado y esa gruesa voz que pronuncia mi nombre. Sigo sin entender, lo que me quiere decir mi mente con esas imágenes que repito cada noche.
Ya estoy mejor de la paliza que me propiciaron esos guardias, aunque, todavía sigo sin hacer ejercicios, siento algunas molestias en las costillas, debido a mi TOC sigo despertándome todos los días a las 5:00am, en ocasiones despierto antes de que suene la alarma.
Un día como cualquier otro, comenzaba a ponerme el uniforme, cuando veo que pasan un sobre por debajo de mi puerta, al instante corro a abrir la puerta, pero veo que es un guardia que está pasando por todas las habitaciones, dejando ese sobre blanco, ver eso me tranquilizó.
Me agaché para tomar el sobre y abrirlo.

-La Dra. Rouz te invita a que después del desayuno a que acudas al patio, se estará realizando una agradable actividad con los pacientes. Pueden llevar otra ropa que no sea el típico uniforme de psiquiátrico-

No tengo idea de quién es esa Dra. Rouz, igual no tengo muchas ganas de acudir a ninguna actividad, aunque no quiero ir al patio, puedo ver con exactitud dónde queda la puerta que me llevará directo al ala sur, ya tengo motivo para ir.
Después del desayuno fui a mi habitación a cambiarme, me hacía algo de ilusión ponerme la ropa que hace algunas semanas me había traído mi hermano Víctor.
Empecé por ponerme un pulóver negro, un pantalón del mismo color, con anchos bolsillos cuadrados a la altura de las rodillas y unas botas de cuero color piel. Me miré al espejo, el pelo ondeado me caía tapando mi frente, la sombra de la barba seguía ahí, lo único que no me gustó mucho son las ojeras que siempre me acompañan, pese a eso me veía atractivo, la ropa negra siempre me ha favorecido.
Abrí la puerta que conduce al patio, al ínstate un fresco aire golpea contra mi cara, podía sentir el cambio en el ambiente de tan solo respirar, miré a mi alrededor, en la distancia se puede observar una cerca de 3 metros de altura aproximadamente. La vegetación abundaba por todo ese sitio, arboles, pequeñas praderas de pasto verde y algunas mesas regadas por todo el lugar.
Reunidos en grupos están una buena cantidad de pacientes, pude distinguir la variedad de edad entre los pacientes. Di unos pasos para terminar por incorporarme al grupo quedando al fondo.
Delante de todos nosotros, está una señora de pelo corto canoso, una estatura pequeña, viste con una bata blanca, debajo de la bata usa un largo vestido, calzando unas plataformas altas.

-Hola chicos y chicas- mostro una amplia sonrisa.
-Yo soy la Dra. Rouz, soy la encargada de la actividad que se va a realizar con ustedes- solo sonreía, caminado de un lado al otro de nuestro frente.
-Serán divididos en grupos acorde a su edad, el primer grupo será de los pacientes entre 10-17 años, los cuales se dirigirán hacia aquella posición- apuntó con su mano hacia la parte del patio donde estaban las mesas.
Algunos murmullos se distinguían mientras el grupo de pacientes se movían, entre los cuales estaba Nico.

-Ustedes son el otro grupo, que caminaran hacia aquellos arboles- Indicó unos árboles que estaban no muy lejos de nuestra ubicación actual.

El grupo salió caminado, hacia la ubicación que ordenó la Dra. Rouz, al llegar pudimos disfrutar de una exuberante vegetación, el sol prácticamente no atravesaba la copa de los árboles, gozábamos de una buena sombra y se respiraba un aire freso, un ambiente idílico para poder relajarse.
Algunos se sentaron, otros se mantenían de pie, yo opte por recostar mi hombro al tronco de uno de los brazos, para cruzar mis brazos sobre mi pecho. Se escuchaban los murmullos de algunas personas, muchos de ellos se conocían, al parecer soy el más antipático de este sitio.

-Buenas de nuevo- dijo la Dra. Rouz que ya estaba en frente del grupo nuevamente.
-Veo que muchos ya se conocen, en cambio otros se ven más distantes- elevó su mirada para clavarla en mí, que continuaba apartado.

-Ahora lo que quiero que hagan es que formen parejas de a dos- retrocedió unos pasos.

Todos empezaron a buscar sus parejas, a mí no se me acercó nadie, tampoco me moví en busca de nadie, esa actividad me parece una tontería.

-Nick, pueden acercarte por favor- la Dra. Rouz me hacía seña para que fuera hacia donde estaba ella.
Me mantuve en pie por un rato mirándola, hasta que decidí ir hacia donde estaba ella.

-Veo que no conseguiste pareja- ya estaba en frente mío. – por lo que he visto no tienes mucho interés por esta actividad, bueno ni tu ni ella- miró a Deborah que estaba sentada lejos, debajo de un enorme árbol.
Ya me imaginaba lo próximo que me iba a decir.

-Usted va a hacer la pareja de ella, para la actividad-
Es lo que me esperaba, solo asentí con la cabeza y comencé a caminar hacia donde estaba Deborah.

-luego voy a donde están ustedes para decirle lo que tienen que hacer- alzó su voz.
Yo solo la escuché y seguí caminando.
Al llegar a donde estaba Deborah me fijé en su vestuario, hay que reconocer que se ve muy gótica con esos tenis altos de suela ancha y alta, usa una falda negra, muy por encima de sus rodillas, su torso es cubierto por uno de esos cortos trajes para chicas. Deborah está sentada con sus manos apoyadas contra el césped, sus piernas las tiene estiradas, cruzando sus pies.
Me deje caer a su lado.

- ¿Qué haces aquí?, no quiero ser la pareja de nadie para esa actividad- sentí como me miró con el rabillo del ojo.
-No te creas cosas, si estoy aquí es porque me mando la doctora- solamente miraba al frente.

- ¿Que tanto miras a esa puerta? - me habló sin mirarme.

-Nada- su pregunta me tomo por sorpresa, en realidad desde que entre al patio no paraba de mirar la puerta que me llevaría al ala sur.

-Chicos- delante de nosotros está la Dra. Rouz haciendo una señal con su mano para que la atendiéramos.
Ambos boletamos la mirada hacia ella.

Se sentó junto con nosotros, cruzándose de piernas.

-los que les vengo a pedir para la terapia en pareja es algo muy sencillo, ustedes son los dos que más les cuesta socializar dentro del grupo, por eso lo único que les quiero pedir es que conversen entre ustedes - volvió a ponerse en pie.
-vamos hagan un esfuerzo-

Yo y Deborah nos miramos por un instante, y volvimos a mirar al frente.
-Yo me tengo que ir, recuerden solo conversen- no dio la espalada, para comenzar a caminar, alejándose de nosotros.

- ¿Cómo estas de tus golpes? - me habló Deborah, ya hacia un rato que se había marchado la doctora.

-mucho mejor, tuve una buena enfermera- me acosté por completo encima del césped, observando la copa del árbol.

-Me alegra que estés bien- aún seguía sin mirarme.

-Te queda bien esa ropa- dije volteando mi cuerpo para poder mirarla.

-me la regalo mi madre, antes de que enloqueciera- bajó la mirada al suelo.

-Lo siento Deborah- solo me quedé contemplándola, sus ojos color galaxia se inundaron por la tristeza.

-Y tu madre, ¿también está en este centro? - volví a sentarme quedando cerca de ella.

-No, la policía le tuvo que quitarle la vida, después de verla haciéndome esa cicatriz que viste en mi pecho- sus ojos comenzaban a cristalizase y su mirada la hundía más en el suelo.
Tras escuchar sus palabras no supe que decir, es algo muy fuerte para ella, solo rodeé su espalda con mi brazo.
Inesperadamente ella se lanzó sobre mí, no me quedó de otra que abrazarnos, se siente tan cálido, tan bien, noto el aroma de su piel, aunque es triste saber lo mucho que sufre Deborah con todo esto, posiblemente por culpa de su madre es que ella está en este lugar.

-Nick- puedo escuchar su voz rota.
-Dime- aun continuamos abrazados.

-creo que hay alguien detrás de ese árbol-

slenDDerman.

OBSERVADO [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora