CAPÍTULO XXIX

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Mertens es tu padre- con algo de trabajo lograba recostar mi espalda al espaldar de la cama.

Deborah asintió con la cabeza. –¿porque dices que no le caes bien? - comenzó a pasar las gasas con agua por mis golpes.

-La única vez que hable con tu padre, me dejo claro que me estaría vigilando y que soy un caso complicado, por lo que hice - se siente bien el agua fría rodar por los moretones de mi torso.

-Mi padre en ocasiones puede ser muy duro, ven ponte en pie para pasarte las vendas por esos golpes- me esperaba de pie al lado de la cama.
Con algo de ayuda logre ponerme en pie y Deborah comenzó a rodear mi torso con las vendas, en ocasiones pasaba su cuerpo muy cerca del mío, provocándome una carcomilla extraña.

-Si mi padre te está vigilando es porque tiene miedo de que cometas otro asesinato- continuaba apretándome las vendas sobre mis golpes.

-Espera, sabes del asesinato-  no contaba con que Deborah conociera esa parte de mi vida.

-Sí, me padre me conto, cuando supo que había tenido ese incidente contigo en el comedor- retrocedió unos pasos, para observar cómo le había quedado el vendado sobre mi cuerpo.

-Ahora entiendo, porque fue que Mertens me dijo que no me acercara mucho a ti- logré sentarme sobre la cama.

-Si a mí también me dijo lo mismo, que no me acercara a ti- comenzó a recoger las gasas y vendas que habían sobrado para meterlas dentro de la caja.

-No veo que le hallas hecho mucho caso a tu padre-dejé ir una sonrisa.

-Es que yo no te tengo miedo- aprovechando que estaba sentado, metió su cuerpo entre mi pierna, tirando sus manos por encima de mis hombros.
Deborah está peligrosamente cerca, puedo sentir su respiración sobre mi frente, al estar sentado su cabeza queda más alta que la mía. Elevo la mirada para poder ver sus ojos provocativos, siento la carcomilla de hace un rato comenzar a aumentar de una manera brutal, mi corazón empieza a notarse con más fuerza dentro de mi pecho. Logro apoyarme de mis manos elevando mi cuerpo buscando un contacto con sus pequeños labios pintados de negro, llegue a sentir su aliento chocar con mis labios.
De repente, ella retrocedió, quitando sus manos de mis hombros y sacando su cuerpo de entre mis piernas.

-Creíste que será tan fácil besarme- mostró una sonrisa juguetona.

-Mordí mi labio inferior-  me la había jugado muy bien Deborah.

-Ahora vete de mi habitación, ya estas mejor y no quiero problemas- ella misma agarró el llavín de su puerta para abrirla.

Caminé hacia la puerta –Gracias por todo- le susurré en el oído, pude ver como la piel de su cuello se erizaba.
Después de eso comencé a caminar entre la oscuridad, seguía sintiendo molestias por los golpes, pero ya caminaba mucho mejor. En par de ocasiones, antes de llegar a mi habitación casi soy descubierto por los guardias, mi suerte fue la gran oscuridad que reina en ese sitio durante la noche.
Terminé por llegar a mi habitación, con algo de trabajo me tumbé sobre mi cama, a mi mente se trasladaron el momento que tuve con Camila en la consulta y el otro momento que tuve con Deborah, si ella no hubiera retrocedido la hubiera besado.
Como si mi vida no fuera lo suficiente complicada, ahora me tienen que gustar dos chicas la cuales son totalmente diferentes.
Intenté no darle más vueltas a ese tema, después de la paliza que me habían propinado, solo quería dormir.

Y creo que lo conseguí, hasta que fui despertado una vez más con la típica pesadilla de todas las noches, esa en que estoy en esa enorme casa con el cuadro con la foto del ciervo coronado enfrente de mi vista, ¿Por qué cada vez que lo voy a tocar despierto? Pero esta vez a diferencia de las demás escuche una voz que me llamaba, pero no puede definir de quien era esa voz. ¿Qué diablos significara esa pesadilla? ¿Sera otro recuerdo? Comencé a ser víctima de la impotencia, necesito poder responder esas preguntas.

Debido a las condiciones en las que estaba, no es que pudiera hacer muchas cosas, logré ir hasta el comedor para desayunar, intentaba caminar sin que se me notara la paliza que me habían dado. Al llegar al comedor vi a Deborah, pensé en sentarme a su lado, pero decidí que no, me jode el hecho que me haya hecho creer que nos besaríamos.

Pasaron algunos días en los que salía de mi habitación solo lo necesario, ya estaba recuperándome de los golpes, no le conté a nadie sobre esa paliza, estoy seguro de que tarde o temprano me la podré desquitar con ambos guardias.
En esos días que pase de recuperación, no supe nada de Camila, aun me preguntaba que le habría pasado para que sangrara así, tampoco supe nada de ese tipo de sótano, es como si hubiera desaparecido. En estos días de aparente tranquilidad, me obsesioné con los planos que guardaba debajo de mi corcón, lo único que quería es buscar la manera de llegar al ala sur, exactamente al almacén y buscar si el diario de Oscar estaba allí.
Tras varios días de estudio insaciable de esos planos, creo que hallé una manera de llegar a ese almacén, solo tengo que espera el momento indicado.

Es hora de saber los secretos que oculta ese diario.


SlenDerman.

OBSERVADO [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora