CAPÍTULO XVI

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Allí está Camila con su pelo rubio, recogido en forma de cola de caballo, su bata blanca con un pulóver rojo debajo, usando unos pantalones vaqueros pegados a sus piernas de color blanco, calzando unos tacones rojos, le hacen ver como una chica con mucho estilo muy fina. Sus ojos azules me miraban fijamente, a juzgar por lo que expresaba su cara se veía enojada conmigo.
-Tenemos que hablar Nick – su voz era fría, seca

-Está bien, pero espera a que vengan los guardias con la mesa y las sillas, para que entres al cuarto- intenté hacer como si no supiera lo que ella quiere hablar conmigo.

-No tranquilo, si lo que tengo que hablar con usted es rápido, entremos a su cuarto- dio unos pasos hasta estar dentro.

               
-Lo siento Camila- ya estaba en frente de ella , ambos dentro de mi cuarto.

-No se disculpe, si la tonta fui yo, por hacerle el favor de investigar lo que me pido, cuando tuvo la oprtunidad aprobechó para robarme la foto, fingiendo que estaba agredecido por nuestras consultas- me miraba como si me quisiera dar una bofetada.

-Disculpa Camila, de verdad necesitaba esa foto- me mantuve mirandola fijamente, que mas puedo hacer que enfrentar las conscuencias de mis actos.

- ¿tienes Idea del problema en el que me pude meterme? Si alguien descubre que te di esa foto – cruzo sus brazos enojada.

-Nadie sabe que yo tengo esa foto- bajé la mirada, ahora estaba comenzando a ver lo egoísta que fui en robar la foto de su bolso.

-Igual usted no tenía necesidad de robarme esa foto ¿Por qué la tomó? - sus ojos azules no paraban de mirarme enfadados.
-es que necesitaba saber quién era ese doctor que tenía esa insignia en su bata-

- ¿Qué ganaría usted con saber quién es ese doctor? –
La poca confianza que había construido con Camila ya la había perdido, si le contaba que investigaba el asesinato d Oscar, quizás entendería porque fue que tome esa foto de su bolso.

-Yo soy inocente, no maté a Oscar me culparon por ese crimen- la miré fijamente, intentando no perderme en el laberinto de su mirada.

- ¿Cómo que inocente? ¿en qué te basas para decir eso? – su voz cambio, ya no se escucha tan enojada, más bien sorprendida por lo que le dije.

-Srta. Strech usted no puede estar a solas con un paciente en su cuarto- esa voz hico que ambos mirásemos hacia la puerta de mi habitación.

Allí estaba el Dr. Sousman mirándonos con cara de enojo.

-Disculpe Dr. Sousman es que no me siento bien, la Srta. Strech solo entró un instante para asegurarse de que no tuviera fiebre- en mi interior rezaba para que el Dr. Sousman se creyera aquella mentira.

-Ahora le diré a un guardia que lo acompañe hasta la enfermería, para que le vea ese malestar, vamos Camila, si el director se entera que estuvo a solas con un paciente te puedes meter en problemas.

-No cuentes nada de lo que te die – lo susurre de una manera tan baja que no estaba seguro que Camila lo haya escuchado.

Camila salió de mi cuarto, supongo que avergonzada por el regaño del Dr. Sousman.

-Supe que será trasladado, enhorabuena- Sousman continuaba parado en mi puerta
-Si hoy mismo me trasladan- volví a sentarme sobre mi cama.

-Enhorabuena, pronto vendrá un guardia a llevarlo a la enfermería para que le vean el malestar ese que dice que tiene- después de decir eso se fue de la puerta de mi cuarto

No tengo ningún malestar, lo había inventado, para que Camila haya tenido una excusa para estar a solas conmigo en mi cuarto.

Al poco rato se abrió la puerta de mi habitación, entrando uno de los muchos guardias de seguridad con su típico traje blanco y su porra en en lateral de su cadera.

-Vamos chico, tengo ordenes de llevarte a la enfermería- me hizo una señal con su mano para que le siguiera.

-No, no hace falta ya me siento mucho mejor- trate de sonar lo más convincente posible.

-Bueno eso es lo que vamos a ver en la enfermería, ahora vamos- se acercó a donde estaba, puso la palma de su mano en mi espalda.

Cuando sentí ese contacto me paré comenzando a caminar hacia la puerta, sabía que por más que insistiera me llevarían a la enfermería de todas maneras.

Estando en la enfermería me tomaron la temperatura, como esperaba mi temperatura era normal.

- ¿Entonces, usted se sentía mal? – la enfermera me miraba con cara de que no entendía que hacia yo allí, si estoy perfectamente.

-Si ya se lo había dicho al guardia que me trajo que ya estaba bien- encogí los hombros. 
-Bueno por seguridad permanecerá unas horas aquí, no valla ser que regrese esa fiebre- me dio la espalda, fue a atender a otro paciente que estaba tumbado sobre su cama

-Resople- no quería quedarme en aquella enfermaría, ese sitio me causaba sensaciones incomodas.

Había pasado una hora, lo sabía por el reloj digital que está impregnado en la pared, yo continuaba sentado, con mi espalda recostada a la silla, mis brazos cruzados, no me agrada este sitio.

-De un estruendo se abren las dos puertas de la enfermería, dando paso a que entraran algunos guardias con una camilla, alguien estaba tumbado encima de esa camilla.
Me puse de pie, intenté saber quién era, mis ojos se abrieron del asombro, sintiendo un dolor desgarrador que se apoderaba de mi pecho, sentía como se comprimía el corazón de ver que era Doña Carmen quien estaba en esa camilla.  Todos los pacientes volcaron su atención hacia lo que estaba sucediendo.

-Está sufriendo un infarto, busquen al doctor – grito una de las enfermeras.

Tomaron la camilla donde estaba Carmen, la trasladaron a una sala que tenía unos cristales enormes en sus paredes, se podía ver dentro, hasta que una enfermera cubrió con una cortina dichos cristales.
Continuaba se sentado con mis codos apoyados en mis muslos, tenía los dedos entrelazados, apoyé mi barbilla en ellos, no paraba de hacer movimientos repetitivos con mi pie.
La incertidumbre me está devorando, habían pasado ya tres horas, la sala donde tenían a Carmen continuaba tapada por esas cortinas. De dicha sala salían y entraban enfermeras, lógicamente ninguna nos iba a decir que pasaba, no quedaba de otra que seguir lidiando con ese asfixiante sentimiento de incertidumbre.

Comenzó a salir el personal que se encontraba dentro de la sala donde atendían a Carmen, el rostro de esas personas era un espejo del cansancio y el agotamiento.

Inmediatamente pensé en lo peor, sintiendo como iba en aumento el desgarré que sentía en mi pecho.

-oiga enfermera- corrí hacia donde estaba una de las enfermeras que salía de aquel sitio.  – ¿Cómo está la señora que acaba de entrar? – estaba desesperado por saber que había pasado con Carmen.

-Lo siento, no podeos darte ese tipo de información- la enfermera me dio la espalda, comenzando a caminar.

Volví a correr poniéndome delante - por favor se lo pido, solo dígame si esta aún con vida- uní mis manos en forma de súplica.

La enfermera lanzó un suspiro. –Si está viva-  

Sentí como me llenaba de alivio el saber que Carmen seguía con vida, esa mujer es la única amiga que tenía dentro del ala este.

Aproveché un momento en que la enfermera que estaba dentro de la sala salió, para yo colarme dentro y poder ver a Carmen.
Una vez estando dentro de sala, quedé impactado, Carmen estaba conectada a muchos equipos que no paraban de poner números que no entendía, está tumbada sobre la cama, su pelo blanco suelto cubría la almohada en donde tiene apoyada la cabeza, piel estaba pálida, carente de vida, como si la vida quisiera escapar de su cuerpo.
Camine lentamente hacia donde estaba Carmen, sus ojos azules no los tenía abiertos por completos, Carmen en esos momentos era un reflejo de la debilidad en su máxima expresión.

-Hola Carmen- utilicé un tono bajo, no estaba seguro de que pudiera escucharme.
-Nick, ¿eres tú? - dijo Carmen en un leve susurro, no tenía casi fuerzas para hablar.

-Si soy yo Carmen- incline mi cuerpo hacia ella, intentando escuchar sus débiles palabras.

-Tengo algo que contarte-

Slenderman. 

  

OBSERVADO [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora