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Habían pasado dos días después del pequeño incidente con Minho el cual había recibido las visitas de sus demás amigos pero no de Jisung, suponiendo que debía estar molesto con él y no lo culpaba.

Llegó a casa con su madre la cual nuevamente tuvo que salir para comprar más medicamentos y cosas para la dieta tan rigurosa que su hijo llevaba esta vez.
Se encontraba tranquilo en su cama mientras veía televisión hasta escuchar que llamaban a su puerta yendo con cuidado totalmente extrañado pensando que era uno de sus amigos sorprendido de ver a Jisung frente a esta.

— Hola — saludó el menor en voz baja sin mirarlo — quería venir a saludarte.

Aquello hizo que el corazón de Minho brincara con alegría a pesar de lo incómodo que podría resultar después de lo ocurrido con anterioridad. Sonrió al verlo mientras se aclaraba la garganta queriendo hablar, pero simplemente no podía.

— No debí venir, lo siento.

— ¡No! Es solo que no esperaba verte por aquí — dijo Minho mientras lo miraba deteniéndolo — entra, debes estar cansado.

Jisung asintió entrando a la casa del chico mientras cargaba en sus manos una bolsa con comida que su madre había hecho para compartir ambos, aquellos vegetales cocidos que Minho odiaba tanto pero ahora quería comerlos hasta reventar y quizá así revertiría todo lo que había provocado en él.

Su habitación estaba en completo silencio mientras Jisung solamente veía a sus pies encontrando las palabras correctas para preguntar sobre que había pasado.

— ¿Por qué... Por qué no me lo dijiste antes? — susurró Jisung sintiendo sus ojos llenarse de lágrimas.

— Porque tenía miedo. No quería preocuparte pero, supongo que de todas formas me equivoqué en no decírtelo.

Jisung asintió mientras levantaba su vista para mirarlo suspirando.

— ¿Desde cuando lo sabes?

— Desde hace unas semanas. Avanzó demasiado rápido debido a que no me cuidaba y ahora solo queda esperar a que las radiaciones surtan efecto o... O no.

Jisung asintió nuevamente sintiendo como todo el dolor del mundo se concentraba dentro de él. No podía imaginar el dolor que Minho podría sentir al recibir aquella medicina horrible que debilitaba a su abuela cuando era un pequeño adolescente, como fue perdiendo su brillo y su esencia hasta que aquella enfermedad se la había llevado. "Esa medicina jamas a funcionado", pensó.

— Jamás te he dejado de querer Jisung y aquella vez, todo lo qué pasó fue tan real. Solo no quiero lastimarte si algo llega a pasar y me odies el resto de tu vida por ello.

Aquellas palabras fueron suficientes para que Jisung rompiera poco a poco en llanto abrazando a Minho con cuidado. No quería que nada le pasara al mayor pero a partir de ese momento debía ser fuerte y disfrutar de todo ese sentimiento hasta que la vida los dejara disfrutarlo.

— No te odio, jamás lo haría. Debí escucharte y debí insistir para ayudarte. Desde ahora no me alejaré de ti y prometo cuidarte, protegerte y ayudarte ¿está bien?

Los sollozos del menor fueron en aumento mientras se separaba mirando a Minho.
Ninguno de los dos sabía que podría pasar de ahora en adelante pero no importaba, se tenían el uno al otro, Jisung le daba a Minho la fuerza que necesitaba para salir adelante hasta que llegara el momento que más le atemorizaba.

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Los días pasaron y poco a poco Jisung logró que Minho volviera a la universidad. Lo cuidaba como si de un bebé se tratara y todos sus amigos y compañeros también cuidaban de él. Minho estaba feliz de todo aquello porque a pesar de estar débil, Jisung lo hacía olvidar que lo estaba tratándolo como siempre lo había hecho.

Además poco a poco dejaban ver el lindo amor que había surgido entre ellos después de tanto tiempo de rivalidades. Se tomaban de la mano y algunas cuantas veces se daban pequeños besos frente a sus amigos quienes siempre se escandalizaban ante aquellas muestras de afecto causando grandes carcajadas a los dos enamorados.

Jisung no sabía si era su novio, si eran amigos, o lo que sea que fuesen; estaba feliz.
Feliz de que finalmente algo de paz llegaba a sus vidas y estaban felices solamente siendo ellos. Debido a la enfermedad de Minho y a todas las quimioterapias que recibía había días difíciles, donde el mayor no podía siquiera levantarse de la cama pero mientras Jisung estuviera con él, el cáncer no existía en su vida y todo era diferente.

Un día después de una sesión de quimioterapia estaban en la habitación de Minho mientras que su madre estaba haciendo un poco de comida para ambos. Todo iba tranquilo y Jisung solo podía ver como el mayor tenía su cabeza en sus piernas sonriendo mientras suspiraba tranquilo.

La pequeña mano de Jisung formó un camino desde su mejilla hasta el cabello el negro de Minho el cual siempre había sido tan brillante y suave, cosa que lo hipnotizaba, pero repentinamente la mano del contrario frenó la suya, cambiando el semblante de serenidad a uno de angustia.

— ¿Que pasa?

— Yo... Yo solo quiero que tengas tu mano en mi mejilla, es todo.

Las mejillas de Minho se ruborizaron debido a que en los últimos días su cabello había comenzado a desprenderse en pequeños mechones. El medicamento era tan fuerte y varios de los chicos que recibían quimioterapia al mismo tiempo que él iban perdiendo su cabello y aquello era inevitable.
No quería dejar de gustarle a Jisung, solo bastaba con ver su piel dañada y como el vomito no lo dejaba en algunas ocasiones para sentir vergüenza de sí

Jisung frunció el ceño mientras sus ojos se encontraban con los de Minho, el cual lentamente soltó la pequeña mano de su enamorado. No quería ocultarle más cosas, le había ocultado tanto que era injusto ocultar más. Con vergüenza se sentó a frente a Jisung en su cama y con duda pasó lentamente su mano por aquella cabellera negra que alguna vez tuvo brillo, cerrando los ojos al sentir un pequeño mechón de cabello que mostró al chico.

— Hey, está bien — susurró Jisung tomando su mano mientras lo miraba — es... Es algo normal y aún si todo eso desaparece creo que seguirás siendo muy guapo.

Minho sonrió mientras miraba al menor quien de forma tierna se acomodó mejor para abrazar al mayor.
Ambos se quedaron abrazados hasta que la madre de Minho los llamó para comer, pasando entre risas los últimos momentos de luz que quedaban, los cuales ya no volverían a repetirse.

﹆ adore you | minsung Donde viven las historias. Descúbrelo ahora