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Aquel día había amanecido como cualquier otro. La alarma de Jisung sonó a la misma hora de siempre, siguiendo su rutina de todos los días para alistarse e ir a la universidad. No había nada de extraño ese día, todo estaba correcto, tomó el desayuno y salió rumbo a la parada de autobuses donde más estudiantes y personas iban al centro de Seúl para realizar todas sus actividades, como cualquier otro día.

Se sentó justo en la ventana como a él le gustaba, el día era un poco caluroso pero aún así ante sus ojos era lindo, a pesar de estar un poco adolorido debido a la maravillosa tarde que había tenido con Minho el día anterior. Se sentía pleno, querido como nunca antes a pesar de toda la adversidad que últimamente estaba en su vida y que jamás se habría imaginado pasar, pero estaba seguro de que Minho saldría adelante de todo porque era realmente fuerte.

Bajó frente a la entrada del campus caminando hasta donde siempre estaban sus amigos, viéndolos alrededor de Minho quien estaba sonriente llevando aquella gorra para cubrir su cabeza sin cabello y un bonito bálsamo de labios para devolverles el color rosado que tenían hace muchos meses.

— Hey Jisung, justo estábamos hablando de ti — gritó Hyunjin al ver que se acercaba por lo que apresuró su paso hasta llegar con ellos.

Felix y Changbin estaban sentados juntos como era de costumbre. Realmente se amaban y por dentro el también quería mostrarse de esa forma con Minho ante el mundo, no como su amigo, si no como algo más.

Pasaron aquel tiempo juntos mientras en ocasiones sus labios se juntaban con los de Minho de forma discreta. No sabía en qué momento de su vida había comenzado a sentirse pleno, pero adoraba tanto a Minho que quería disfrutar hasta el último momento del día con él.

Las clases transcurrieron con normalidad mientras Jisung explicaba algunas cosas a Minho que el jamás había entendido.

— Eres un maldito genio — dijo riendo — ¿sabes? Quizá en algún futuro podrías colaborar conmigo para hacer un refugio de animales ¿eh?

Jisung río ante la idea lo cual le parecía de lo más tierno mientras asentía.

— Mhm, me gusta la idea. Minho y Jisung cuidando a pequeños animalitos. Tu serás quien los recolecte y yo seré quien lleve las cuentas.

Finalmente la última campana del día sonó, indicando que era hora de marcharse finalmente. Jisung quería seguir pasando la tarde con Minho aunque sabía que debía darle su espacio, ya que en algunas ocasiones oía Minho toser, como si fuese a atrapar un resfriando y debía cuidarlo, debido a sus defensas bajas.

— ¿Estarás bien? — preguntó mientras cada quien esperaba su respectivo autobús.

— Mejor que nunca, Jisung — sonrió mientras dejaba un pequeño beso en los labios del menor, subiendo cada uno a su autobús.

Jisung no podía dejar en lo maravillosa e infantil que sonaba esa idea. Sabía que Minho adoraba a los animales, a pesar de su dura imagen que daba a relucir al mundo, pero la sola idea de lograrlo en el futuro lo hizo sonreír hasta llegar a su casa, soñando como solía hacerlo desde el primer momento que había visto a Minho en su vida.

Sin embargo la vida no es tan dulce como solía imaginarla y en cualquier momento un trago amargo la arruinaría por completo.

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Minho llegó a casa mientras tosía levemente al sentir un poco de malestar en su garganta. El día había sido pesado para él y necesitaba descansar, sus defensas y en general él estaban muy débiles debido a todo el medicamento recibido con anterioridad, así que lo mejor era descansar.

Entró a su pequeña habitación mientras esperaba a que su madre regresara. Solía salir mucho a hacer compras para hacer la comida, así que sin duda comería algo delicioso y realmente lo necesitaba.
Ayudaba a su madre a cocinar recordando como Jisung ayudaba a la suya cada vez que él iba a visitarlo, a pesar de no merecerlo debido al daño que le había hecho con anterioridad.

Habría deseado ser completamente diferente con él, Jisung lo había ayudado sin importarle nada a cambio, a pesar de ser un patan con él. Quizá su vida no habría tomado el giro en el cual estaba envuelto, podría estar sano, disfrutando de cada momento con Jisung  sin temor a que fuese el último.

Comió con tranquilidad junto a su madre mientras sonreía. También habría deseado que la relación con la mujer que le dió la vida hubiese sido mejor, sin tener que enfrentarse sólo al mundo real la mayor parte de su vida y tener que necesitar de ella solo cuando no podía valerse por sí mismo.

Después  de la comida fue de nuevo a su habitación, realizando algunas tareas que tenía pendientes debido a sus constantes ausencias. Todo transcurría con tranquilidad pero aquella sensación extraña en su garganta no lo dejaba tranquilo.  No hacía frío y no había invierno que ayudara a enfermarse de su garganta. Tampoco alguna otra cosa que pudiera enfermarlo.

Trató de ignorarlo mientras seguía con aquellos trabajos hasta sentir que no podía más, yendo directamente al baño a arrojar algunas flemas que estaban en su garganta que no sabía de donde provenían. Tenía una sensación bastante extraña que lo atemorizaba. Parecido a los efectos secundarios de sus medicinas, pero aquellas habían sido dejadas de administrársele.

Con cuidado se recostó en su cama para tratar de descansar. Era de noche y su cuero aún no se acostumbraba al ajetreado mundo de un chico universitario.

Tenía frío, así que con cuidado se cubrió totalmente con las sábanas. No se había acostado con la pijama que solía usar. Su cuero pesaba tanto que decidió acostarse con la ropa que había usado todo el día, con aquella que Jisung lo había visto esa mañana.

Poco a poco sus ojos comenzaron a cerrarse debido al cansancio. Sus músculos comenzaron a relajarse y por primera vez sentía un verdadero cambio en su sentir, cosa que era extraño. Repasaba una y otra vez los buenos momentos que había tenido, en especial los momentos con Jisung quien sin duda alguna había llegado a cambiar su vida.

Se quedó profundamente dormido mientras sus pensamientos cada vez iban vacilando haciéndolo sentir nada. Absolutamente nada. Ni dolor, ni preocupación.
Disfrutaba por última vez la sensación de su cama, de la comida hecha por su madre y de lo tierno que era Jisung con él, de sus amigos, del ajetreo de la escuela.

Su agonía estaba comenzando y, como era de esperar su madre entró a su habitación al no recibir respuestas de su hijo a la mañana siguiente.

Y fue ahí cuando el verdadero terror comenzó.

﹆ adore you | minsung Donde viven las historias. Descúbrelo ahora