N.A: Desde ya estoy llorando. Pido perdón por las fallas, no creo estar en condiciones de corregir mucho :')
Robert Harmony.
El sol ilumina la habitación de mi pequeña rubia que se remueve entre sueños y sonríe haciéndome derramar las lágrimas que vengo conteniendo desde que la noticia de la enfermedad llegó a mis oídos.
No es fácil, no lo es cuando sé que voy a perderme buena parte de su vida, que no estaré para ella de la manera en que me gustaría.
Verla despertar es uno de mis pasatiempos favoritos desde que nació, no era Sarah quien la vigilaba de bebé, era yo. Noches sin dormir pero que valían la pena si podía contemplar lo hermosa que era. Sus ojos verdes iluminan de un modo inigualable y su sonrisa logra aliviar cualquier pesar.
Los últimos días no fueron sencillos de llevar, las diálisis me quitan las fuerzas y aun con todos los tratamientos los médicos no hallan mejoras. Mi esposa me pide que siga luchando, que lo haga por ella y las niñas... lo hago, estoy poniendo todo de mi parte para quedarme, quiero estar con mis pequeñas, quiero tomar la mano del amor de mi vida y envejecer juntos, pero cada vez me siento más débil. No me apetece decírselo, que lo lleve consigo ya es un peso demasiado grande, la noticia nos llegó unos meses después del nacimiento de Kiara y ni siquiera tendré tiempo de escucharla decirme "papá".
Adara es una niña lista, dulce y talentosa. Despierta todos los días con una sonrisa inmensa y canturrea a mi alrededor. No ha notado lo cansado que luzco, es demasiado pequeña para hacerlo; para ella sigo siendo su superhéroe, incluso cuando llevo esta lucha interna que al parecer no ganaré. Jugamos, le canto y toco la guitarra para ella, le encanta escuchar las melodías que las cuerdas pueden generar. Le estoy dando todo de mí, toda la energía que me queda porque necesito que tenga esos recuerdos cuando ya no esté, debo hacerla comprender que es valiosa y merece lo mejor de este mundo; que debe luchar por sus sueños.
Sarah es una excelente mamá y sé que la cuidará cuando pierda la batalla; pero es mi niñita, mi princesita guerrera que nunca se da por vencida y debe seguir, debe saber que la amo y la amaré siempre, sin importar en donde esté.
Mis días se acortan, puedo presentirlo, pero sigo adelante, ignoro los dolores, los malestares, la voz de mi esposa repitiendo que descanse, hago oídos sordos a todo porque el tiempo que emplearé descansando estará perdido si no puedo darle a mi pequeña más memorias que coleccionar.
Bailo con ella y le repito la historia de su nacimiento que tanto le encanta escuchar. Ada ama a las princesas, creer que todas ellas la vieron llegar ilumina su rostro de un modo que no me permito olvidar, quiero cuidar de su corazón angelical mientras pueda, hay muchas probabilidades de ser yo quien lo rompa.
Las discusiones con Sarah aumentan, sus llantos nocturnos me destrozan porque sé que le duele tanto como a mí. No la quiero dejar, cuando le pedí que se casara conmigo lo hice con la idea de que envejeceríamos juntos, de que tomaría su mano e iríamos a través de la vida salteando obstáculos y amándonos siempre; pero las cosas no siempre van como las deseamos.
Sarah quiere que me detenga, que deje de jugar con mi pequeña, que no arrulle a Kiara y le repita lo mucho que la amo, que no alce a Adara para hacerla sentir que vuela. No puedo, la amo pero no puedo. No puedo dejar de sostener a mis niñas, debo sostenerlas mientras pueda, porque ella se quedará y podrá verlas cumplir cada uno de sus sueños, las verá ser grandes en lo que decidan hacer, yo no. Yo no y debo aprovechar lo poco que me resta para que sepan siempre lo mucho que las amo, lo importantes que son para mí.
Los médicos me advirtieron que tengo el corazón débil, que en cualquier instante puede fallar; es por eso que disfruto cada minuto, cada segundo, grabo todo en mi memoria.
Las piernas me pesan y el líquido se acumula en mi cuerpo, los drenajes son cada vez más seguidos; estoy empeorando pero no lo dejo ver, dibujo mi mejor sonrisa para mi hija mayor cuando sale de la escuela y corre a mis brazos. La estrujo fuerte contra mi pecho, beso su frentecita y memorizo su dulce aroma.
Ser papá es lo mejor que me ha pasado en la vida, el momento en que Adara nació supe que no podría dejar de amarla y cuidarla nunca, era tan pequeñita que la refugié en mis brazos y me prometí protegerla de quien quisiera dañarla. Años después, el nacimiento de Kiara me confirmó que mi corazón albergaba suficiente amor para ambas, que sin importar qué lucharía por ellas y su seguridad.
Mis hijas son mis hijas, y si algo sé es que los padres y las hijas nunca se dicen adiós, porque mientras ellas existan tendrán a un padre que las amó y las ama, que las cuida desde algún lugar en el firmamento.
Mi amor no se agota, no cuando de mis niñas se trata, las veré brillar y cumplir sus sueños; estaré siempre ahí, resguardándolas y dándoles la fuerza que necesitan para seguir.
Feliz día a todos sus papás y feliz día a los que ya no están más con nosotros.
Siempre le he tenido un cariño inmenso a Robert, en especial porque en mi imaginación estaba claro que había luchado y había dado todo por mejorar; sin embargo, cuando notó que eso no era posible dejó de guardar reposo, dejó de seguir las indicaciones para poder darle memorias a sus hijas, luchó contra el dolor, contra el cansancio con tal de hacerlas sentir amadas.
Feliz día en el cielo a este super papá, que quizá perdió la batalla contra la enfermedad, pero que ganó ese lugarcito especial en el corazón de sus niñas que lo recuerdan siempre.
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INEFABLE AMOR © [TERMINADA]
RomanceAdara Harmony nunca permitió que la fama fuera un obstáculo en su vida, supo manejar todo lo que conllevaba con tal de hacer realidad cada uno de sus muy ambiciosos sueños. Un escándalo, sin embargo, puede ser el último peldaño para dejar caer las c...