Febrero es un mes lluvioso, para Harry que vivía en Inglaterra la lluvia era habitual, pero el día era precioso, uno que debería ser ocupado para pasear por el parque.
Era un día precioso y Harry se dirigía a un duelo, uno que no sabía si ganaría.
Había pisado Suiza una sola vez en su vida, era un lugar limpio y agradable, no por falta de oportunidades, ahora estaba de pie frente a un montón de muggles que lo observaban como un cazador a su presa.
Tantas cosas podían salir mal, un pequeño séquito de guardias lo habían seguido y Harry no podía culparlos por hacerlo, ellos se tomaban muy en serio su juramento de protegerlo, pero en esta ocasión ellos no podrían defenderlo, las reglas del contrato mágico eran claras, sería un uno a uno, cualquier intervención de cualquiera de las dos partes haría que el duelo se terminara y la parte que violara los términos sería considerado el perdedor.
Los muggles funcionarios lo veían mientras se acercaba, midiendolo y analizandolo, había tantas incognitas en el contrato que incluso Harry como enlace entre los dioses tenía dudas.
Los dioses fueron claros el día de la reunión, ve al lugar, lleva el contrato y preparate para pelear, el resto y las reglas ellos se harían cargo y no podía pensar ni en una forma lo que ellos harían.
— En nombre de todos los humanos le agradecemos que aceptara nuestro duelo, señor Potter. – dijo uno de los hombres reunidos.
Harry pudo escuchar el gruñido de los hombres a su espalda, sin duda ofendidos por el modo en como se refirieron a su persona, pero a Harry poco le importaba.
— Hago esto por mi gente, somos humanos y al igual que ustedes queremos acabar con este conflicto, muchas vidas se han extinguido por esto. – contestó el pelinegro, su voz extendiéndose por el claro donde se encontraban de una forma que los muggles consideraban antinatural.
— ¿Cómo se resolverá esto? – escuchó el murmullo de uno de los no magicos.
— He traído conmigo un contrato mágico, vinculante que garantice que ambos lados seremos fieles a los acuerdos una vez que este duelo termine. – Harry entendió la mano a Collin quien traía el documento firmemente guardado. Collin caminó hasta los hombres del otro bando y lo entregó antes de regresar rápidamente a su lugar. — Puede decirle a sus abogados que lo lean si así lo desean, los contratos mágicos vinculantes no tienen lagunas para evadir el compromiso, la magia siempre será sincera y sin dobles intenciones.
— ¿Qué pasaría si alguno rompiera el contrato? – preguntó uno de los señores reunidos que parecía ser el de mayor edad.
— Muerte. – dijeron todos los guardias antes que Harry pudiera hablar.
— Una vida sin honestidad no es vida y la magia quita lo que juzga como el precio correcto a los rompejuramentos. – explicó Harry. — Solo la magia conoce el precio, ella es el juez y verdugo de todos.
— Mientras revisamos el contrato, debemos decidir quien será los campeones de ambos bandos. – dijo el primer hombre que habló. — ¿Quién es su campeón?
Harry sintió a los guardias detrás de el removerse ligeramente, ninguno de ellos quería que su rey se pusiera en peligro, pero el pelinegro no podía voltearse para intentar calmarlos, no debía perder de vista al enemigo.
— Ese seré yo. – declaró Harry mirando a todos los muggles en el lugar. — ¿Quién será su campeón?
Un hombre se acercó mientras los muggles le abrían espacio, era alto y fornido, pero había algo que hacía que Harry sospechara del hombre.
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Hechicero Supremo
FanfictionLas frases de los grandes hombres son plasmadas en el alma de las personas ordinarias. Harry siempre lo dijo y ahora siendo apuntado por tres varitas de los que creyó eran su familia se dio cuenta de cuanta razón llegaban a tener los malditos. ...