Todo el mundo quiere vivir en un sueño, cosas irreales e imposibles o al menos para los muggles.
Ellos sueñan con volar sin necesidad de artefactos, los magos vuelan al poner magia, desean ser invisibles y con un movimiento de varita o un artilugio pueden hacerlo, teletransportación con solo tener una licencia pueden aparecer en cualquier lugar permitido.
Para los magos, los sueños que tienen los muggles son hechos, la magia, es lo único que hace la diferencia entre uno y otro.
Sin embargo, los magos subestimaban el poder de los muggles, ellos podían causar destrucción que la magia no era lo suficientemente fuerte para resistir. Bombas, armas, tecnología, había tanto en lo que los muggles lo había superado porque los magos tenían todo tan sencillo, a un movimiento de varita.
Harry no sabía la razón por la que pensaba en eso tan temprano en la mañana, su reloj de mano, un pequeño regalo por parte de Remus marcaba las cuatro de la mañana, era muy temprano y el no había dormido nada. No era porque no lo hubiera intentado, lo había hecho, rodó por la cama, contó ovejas, inventó una historia rara para dormir y aún así no podía.
Algo le decía que no durmiera, algo ocurriría que requería que él estuviera despierto a esa hora.
Movimiento repentino en la puerta del cuarto, sus sentidos mejorados gracias a su animagia y ser veterano de guerra.
El sonido de la puerta abierta lo alertó, pasos apresurados y el movimiento del dosel siendo corrido hizo que su varita estuviera en sus manos en segundos.
Frente a él, estaba la profesora Mcgonagall con cara de sorpresa al ser apuntada por la varita de su alumno.
— Señor Potter necesito que me acompañe. - la voz suave de la mujer hizo que el pelinegro se levantara rápidamente.
Minerva Mcgonagall solo había utilizado ese tono cuando Hermione había sido petrificada en su segundo año.
— ¿Está todo bien profesora? - preguntó Harry mientras se vestía con la playera de su pijama.
— Le daré los detalles más adelante, esperaré abajo. Tal vez sea conveniente despertar al señor Longbottom. - la profesora se alejó dejando al pelinegro con dudas.
Harry se acercó a la cama de Neville y abrió la cortina, el rubio oscuro estaba dormido profundamente.
— Nevillle levántate, algo pasó y Mcgonagall nos quiere abajo rápido. - dijo el pelinegro mientras despertaba a su amigo.
Neville se levantó con torpeza intentando encontrar sus zapatos, en cuanto los tubo puestos Harry ya estaba en la puerta con su bata de dormir puesta y otra en mano.
Ambos bajaron rápidamente ignorando los ronquidos de los demás, ambos preguntándose qué era lo que había ocurrido que requería su presencia tan temprano.
— Síganme. - fue lo único que dijo la profesora de transformaciones antes de empezar a caminar fuera de la sala común.
Ambos leones alcanzaron a la profesora unos segundos después, la magia de Harry por alguna razón se sentía nerviosa, en cualquier momento saldría disparada.
— ¿Profesora que está sucediendo? - la voz de Neville interrumpió la concentración de Harry haciendo que uno de los cuadros cayera al suelo.
— Alguien atacó a la señorita Lovegood, se encuentra en la enfermería. Creímos que sus amigos querrían saberlo. – al escuchar eso, Harry dejó de caminar intentando controlar su magia que pedía a gritos salir y encontrar al responsable del ataque.
Neville frunció el seño al escuchar lo que la profesora dijo, volteando en automático a ver a su amigo quien seguía parado a unos pasos de el.
— Harry... - Neville fue ignorado por el pelinegro y empezó a correr hacia la enfermería ignorando los gritos de la profesora para detenerlo.
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Hechicero Supremo
FanfictionLas frases de los grandes hombres son plasmadas en el alma de las personas ordinarias. Harry siempre lo dijo y ahora siendo apuntado por tres varitas de los que creyó eran su familia se dio cuenta de cuanta razón llegaban a tener los malditos. ...