El ducado Gaeta era singular, ubicado en la costa occidente italiana daba ese aire de ensueño a sus visitantes.
Había un pequeño castillo cerca de la orilla de una montaña, debajo de la misma una pequeña cueva con aguas subterráneas, escondida y con el paso exclusivo de los dueños del castillo.
Harry regresó a su apariencia habitual, observando con tranquilidad la playa de arena blanca que poseia gracias al regalo del destino, un regalo como muestra de agradecimiento por regresar a pesar de que no quería hacerlo.
— Es un lugar hermoso. – comentó Hermione viendo la playa con asombro.
Los habitantes del lugar parecían interesados por los adolescentes que estaban vistiendo demasiado formal para caminar por la hermosa playa del lugar, uno traía un traje semiformal, otro una especie de túnica larga, las dos mujeres traían vestidos demasiado elaborados para ser playeros y zapatos en lugar de sandalias, sin duda una vista extraña.
— Me siento celoso por ver la tierra de la que eres dueño Harry. – dijo Neville quitando sus zapatos para disfrutar de la arena caliente por el sol.
Eran las cuatro de la tarde, la arena estaba caliente, pero de una forma agradable, el solo del mediodía ya había pasado por lo que podías disfrutar del aire salado sin muchas molestias.
— Tendremos que venir más seguido, tal vez después de la boda. No estaría mal caminar por la arena mientras el cielo se oscurece. – comentó Luna pasándole sus zapatos a Harry al igual que Hermione.
Harry tomó ambos pares de zapatos extrañado, pero sonrió al ver cómo Luna jalaba a la castaña hacia las olas.
Por ese momento el pelinegro se sintió como un adolescente, como un verdadero adolescente, visitando la playa por primera vez en compañía de su amigo y novias, se olvidó que había viajado en el tiempo, que tenía que matar a Voldemort y arruinar los planes de Dumbledore, era solo un chico que iba a la playa, uno al que nadie conocía.
Quitó la pequeña lágrima de su mejilla, no le molestaba que alguien lo viera llorar, era humano o algo por el estilo y llorar por sentirse feliz en lugar del dolor o tristeza era la mejor sensación del mundo, tan agradable y cálida que Harry deseó que no acabara nunca.
— Estás muy callado amigo. – si Neville notó las pequeñas lágrimas en los ojos de su amigo permaneció callado, la sonrisa que acompañaba las lágrimas era muy alegre.
— Es la primera vez que voy a la playa. – comentó Harry disfrutando el sol y el olor a sal del ambiente.
— ¿Con amigos? – Harry negó levemente. — Entonces... Oh...
— No te pongas tan serio Neville. – dijo Harry empujándolo con diversión. — Me alegra que sea de esta manera.
Ninguno habló, Neville no sabía que decir y Harry no quería escuchar nada, solo el silencio y la apreciación del lugar. No había mejor imagen a los ojos de pelinegro que ver a Luna lanzando agua a Hermione con risas sonoras por el lugar.
El pelinegro fue interrumpido cuando una mujer de cabello rojo y ropa de vestir lo llamó.
— ¿Señor Gaeta? – Harry asintió a lo dicho, su magia lista para salir antes el menor movimiento de ataque de ella mujer. — Lo hemos estado esperando el señor Griphook nos dijo de su llegada el día de hoy por la tarde, tenemos mucho de que hablar. Soy Romina Montague, la encargada de los asuntos muggles y mágicas del ducado.
— Un placer señorita Montague. – el pelinegro aceptó la mano que la pelirroja antes de voltear a sus novias quienes se acercaron al ver a Harry hablar con alguien desconocido. — Ellos son mis acompañantes, Neville Longbottom, Luna Lovegood, mi prometida, y Hermione Granger, mi novia.
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Hechicero Supremo
FanfictionLas frases de los grandes hombres son plasmadas en el alma de las personas ordinarias. Harry siempre lo dijo y ahora siendo apuntado por tres varitas de los que creyó eran su familia se dio cuenta de cuanta razón llegaban a tener los malditos. ...