Capitulo 17

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Caliente, la habitación se sentía caliente, como si estuvieran en medio de un incendio forestal, así se sentían.

Los invitados se habían marchado, su familia se fue y solo quedaban ellos dos en el castillo Gaeta, ante falta de palabras para describir la estructura de piedra, no había ningún alma aparte de Luna y Harry.

Ambos viajeros en el tiempo estaban en su habitación, compartiendo su primera noche como marido y mujer, los trámites serían terminados pronto, pero en ese momento no les importaba.

Solo había algo que realmente merecía su atención, la persona que estaba frente a ellos, cabellos rubios y negros, ojos verdes y grises, piel pálida y piel morena, ambos cuerpos juntos.

Besos calientes, miradas nubladas, caricias provocativas y cuerpos desnudos.

Harry besó con dulzura el cuerpo de su ahora esposa, una palabra nueva y agradable de decir, probando el sabor de su piel, acariciando con delicadeza y admiración aquel cuerpo que pertenecía a Luna.

Luna jadeó por las manos que la acariciaban, los besos húmedos que eran dejados por todo su ser y el aliento caliente que chocaba contra su piel.

Había una magia casi imposible de hacer para aquellos que no comprendían, una magia prohibida que despertó en ambos, algo que solo es posible cuando dos almas se dejan amar y se exponen ante su pareja

La magia dorada y potente de Harry envolvió a la ámbar de Luna, enroscandose entre sí mientras los dueños se exploraban libremente por primera vez.

Dedos ágiles tomaron lugar entre las piernas de ella, acariciando con suavidad sus paredes y estimulando por completo a la dama.

Alma uniéndose de forma permanente, como solo dos amantes podrían hacerlo, el deseo inundando sin dejar de lado al amor.

Manos delicadas recorrieron el cuerpo ajeno y familiar, sintiendo el calor que emana el mismo, reclamando como suyo lo que era obvio.

Gemidos pecaminosos salían de ella, gruñidos salvajes de él, aquellos dedos desaparecieron y una nueva ronda de besos comenzó.

Lo que una vez fueron dedos fueron reemplazados por su miembro, gemidos bestiales de ambos resonaron por las paredes de la habitación comenzando un baile antiguo y carnal.

Sus magias aún uniéndose, mezclándose entre sí y aceptándose uno al otro mientras el sonidos obscenos salían de sus gargantas como cantos.

Fue así cuando la liberación abrazó sus cuerpos y durmió sus sentidos que sus magias terminaron de unirse, llevándolos a una nueva ronda de placer desenfrenado y correcto, porque nada se sentía más correcto que eso.

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Albus Dumbledore se consideraba a si mismo como la clave para el desarrollo de la magia.

El creía que si todos los muggles comprendieran que la magia no era mala podrían vivir en armonía, por ello debía eliminar todo lo que los no mágicos consideraban como barbaridades o espantosas.

Pero él era y será siempre un humano, alguien que puede equivocarse y grandes consecuencias tendría por ello.

Sin embargo la gente tendía a olvidar que él era un estúpido humano, tan pequeño y débil en comparación a otros, tan insulso que creía que podía manipular al campeón de la muerte y el destino y la niña amada del mismo.

Tantos planes que Albus tenía para el último Potter, planes que fueron arruinados desde que Harry Potter ingresó a su cuarto año.

El niño volátil y vulnerable que llegaba cada año fue reemplazado por uno lleno de vida, calmado y seguro de si mismo.

Hechicero SupremoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora