UNO

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Cinco minutos...

—Es jodida suerte— exhaló su padre—¡Jodida suerte, Steve! Es lo que estábamos esperando. ¿Le dijiste que sí, ¿Verdad? No es posible que si quiera pienses en rechazarla. ¡Ja! Esa muchacha es tu salida a nuestros problemas.

« ¿Nuestros?» Pensó Steve. El término significaba demasiado.

—Firmé el acuerdo. Así que despreocúpate, puedes sentarte ya.—demandó con voz pastosa.

Joseph se acercó rebosante de ánimo y envolvió a su hijo en un abrazo; algo muy simple y rápido, estaba bien así, no era algo que Steve quisiera procesar. Una muestra de afecto luego de tanto tiempo le resultaba extraña.

—No olvides ser amable con ella, no queremos que cambie de opinión. Lo hiciste bien.

—Iré a verla mañana temprano, debemos acordar algunas cosas antes de iniciar con esto.

—Me parece perfecto, a lo mejor y es una mujer inteligente.

«Y bastante soberbia» pero se ahorró eso último.

—Qué importa—susurró, cuándo lo que esperaba poder decir era ¡¿A quién carajos le importa?! —, ella no puede sentirse más miserable que yo con todo esto.

—¡Bah! Siempre tan...cuadrado, Stevie. Esa muchacha es todo un primor, ¿A que sí?—Joseph inquirió con una sonrisa sugestiva, Steve desvió la mirada—¡Te atrapé!—lo apuntó con el índice mientras caminaba hacia el mini bar a por un vaso de bourbon—. No seas tan aburrido, disfrútalo mientras puedas. Al menos, si te la coges, será legal. Va a ser tu esposa ¿En cuánto? ¿Una semana?—soltó una carcajada cargada de burla.

Tres minutos... Las pulsaciones aumentaban mientras corría, pero los recuerdos permanecían ahí para atormentarlo. Era un arduo trabajo poder serenarse y mantener su mente en blanco pero Natasha lo tenía abrumado esa semana.

Él necesitaba descanso, olvidar que estaba compartiendo un mismo espacio con su padre y olvidarse por un maldito segundo que se había adentrado, por presión o cobardía, a la boca del lobo.

—No lo sé, ella no me lo dijo. Por ahora, todo lo que necesitas saber es que ella organizará la ceremonia de imposición de placas.

Algo por completo innecesario...no era como si quisiera recordar que casi vuela en pedazos y que además quisieron acusarlo del atentado.

—Por favor, no empieces con tus reglas estúpidas. No te crié para eso, para...¡Ocultarme información! Soy tu padre, ¿Acaso crees que debes condicionarme?—dio un sorbo largo a su bebida y buscó hacer contacto visual con su hijo.

Joseph tenía razón, él no lo había criado, no había forjado su carácter...Estar en el ejército fue lo que le otorgó disciplina, fue donde aprendió de lealtad y respeto. Lo único que debería agradecerle a Joseph era el hecho de haber despertado su interés por ser un soldado.

Un minuto...

—Tienes razón. Te debo demasiado, padre.

Steve se detuvo cuando estuvo cerca de casa y apoyó las manos sobre sus rodillas, sus piernas dolían como no era usual; disfrutaba de correr por las mañanas y nunca se quejaba, pero había aumentado el tiempo de su rutina y provocó una fisura en su equilibrado estilo de vida. O tan solo necesitaba un descanso de sí mismo.

Tuvo que concentrarse en la entrevista que llevarían a cabo en un par de horas, Natasha le había dejado estrictas instrucciones sobre qué decir y como verse en cámara; algo que ya tenía muy presente con los años de experiencia desde que la conoció.

𝐁𝐞𝐭𝐰𝐞𝐞𝐧 𝐭𝐡𝐞 𝐥𝐢𝐧𝐞 𝐨𝐟 𝐭𝐡𝐞 𝐩𝐨𝐰𝐞𝐫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora