CATORCE

1.2K 113 47
                                    

Natasha sintió su propio cuerpo temblar de ira. Matt era ese tipo de obstáculos que prefería rodear para no tener que toparlo; no presentaba un gran esfuerzo el tener que ignorarlo, de hecho. Pero no solo había sido tan cobarde como para comprometer su integridad, sino incluir a Steve. Ese no era un asunto en el que él tuviese parte. Claro que no. Él estaba aislado de ello.

Y en consecuencia, parecía que lo poco que habían construido se había vuelto a enfriar.

No se atrevió a mirarlo por esa razón, él había golpeado la puerta con una patada y ella había arrojado el bolso sobre la mesa de centro con tanta fuerza que terminó por volcar un adorno sobre la alfombra.

Natasha ahogó un grito de frustración, no solo eso, sino que su cabeza comenzaba a darle vueltas y estaba comenzando a marearse.

Pudo escuchar los pasos pesados de Steve arrastrarse tras ella, cada que él subía un escalón lo seguía dos pasos por detrás, en silencio absoluto, solo contemplando su espalda tensa con culpa. Odiaba sentirse culpable. Sin embargo, cuando llegaron a la habitación, Steve aguardó por ella para cederle el paso.

Natasha giró sobre sus talones, encontrándolo con la cabeza baja y con la espalda apoyada contra la pared. Un mechón de cabello le caía por la frente, llevaba el ceño fruncido...y los ojos cerrados, también parecía respirar errático.

«¿Acaso...debía decir que lo sentía?».

Steve la miró, y eso bastó para congelarla. Su semblante era oscuro y le advertía que debía ser cautelosa.

Sin embargo, muy lejos de lo que pudiera pensar Natasha, Steve se fijó en ella solo para encontrar a una muchacha asustada. Podía leerlo en su rostro. Su máscara estoica o lo que quisiera hacer para que él no notara que lo sucedido la había desequilibrado al grado de preocuparla no le estaba funcionando.

Él estaba enfadado; más que eso, estaba furioso. Pero no con ella. No podía culpar a Natasha de un pasado por el que él demostró tan poco interés...Sería injusto. Tal vez esas fueron las consecuencias de sus actos. De cualquier modo, era demasiado que soportar en una noche y Natasha no lo merecía. Ese antiguo abogado suyo, sin embargo, se merecía otro golpe de su parte.

La esquivó, mirarla era demasiado. Sus emociones estaban a flor de piel. Tenía que ordenar su mente, así que se sentó en el borde de la cama.

—¡Maldición!

Natasha no supo si lo dijo por el golpe que le había dejado un corte, por ella o por el espectáculo de Matt hace un rato. Pero cuando Steve se llevó la mano al rostro, pudo deducirlo. Aun así, estaba segura de que Steve no quería más que mandar todo al demonio. Lo que sea.

Quizá ella también quería maldecir. Quizá ella quería también mandar a Matt al demonio y que ardiera en el infierno junto con ella. Sí...porque se llevaba gran parte de la culpa.

Sus ojos cansados se cerraron pesados y sus labios se fruncieron con irritación. Natasha no esperó a preguntarle nada a Steve, esperar su aprobación o siquiera aguardar a que dijera una sola palabra más. Simplemente se dirigió al baño y le avisó:

—Iré por el maletín de primeros auxilios.

—No te molestes, iré a lavarme el rostro—gruñó entre dientes, pero ella no se detuvo—. Natasha...— su voz profunda y áspera no consiguió que se detuviera. Ella entró y salió del baño con el maletín y se plantó frente a él sin darle la opción de que se moviera.

Era condenadamente terca. Y Steve no quería, no podía lidiar con eso en ese instante.

Él suspiró como si estuviera en su punto más frágil y negó con desgana.

𝐁𝐞𝐭𝐰𝐞𝐞𝐧 𝐭𝐡𝐞 𝐥𝐢𝐧𝐞 𝐨𝐟 𝐭𝐡𝐞 𝐩𝐨𝐰𝐞𝐫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora