VEINTE

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Sarah, ajena a todo ello, mantuvo la calma y apreció que la pareja hubiera intentado mantener una conversación normal durante la cena; cosas como cuál eran los atractivos turísticos o simplemente hablar sobre el clima. Se sentía ansiosa, tenía mucho que preguntar y nada a la vez. «¿Y si hacía algo mal? ¿O si a Steve no le agradaban las preguntas?» Solo se conformó con observarlos, con ellos enfrascados en su conversación trivial se sintió reconfortante, como si de ellos emanara alguna aura cálida que aplacaba todos sus males. 

Natasha podía respirar en paz luego de que ella y Steve recibieran noticias sobre el atentado; fue una charla extensa y muy detallada de los hechos, suficiente para que no hubiera preocupaciones innecesarias; pero su estómago seguía resintiendolo todo, como si el estado nervioso en el que se encontraba por cada cosa que sucedía en su vida desde hace un tiempo se manifestara con más fuerza. Hizo un esfuerzo por terminar la comida que Sarah preparó con esmero. Se había dedicado a estudiarla entre ratos y no le parecía del todo una mujer cínica; al contrario, cuando pensaba que no la miraba podía hacerse más notoria su emoción; sus ojos se cristalizaban, había en ella cierto instinto maternal, en sus gestos como la manera en que sonreía o en la que hacía cada pequeña cosa con un gusto especial, o quizá por como miraba a Steve... Pero su opinión en ese aspecto no tenía el mismo peso que la opinión de él, era Steve quien debía tomar una decisión con respecto a su madre; ella solo lo había ayudado a enfrentarla con un pequeño empujón. 

Cuando terminaron el almuerzo, Natasha ayudó a recoger los platos en silencio, internamente sorprendida de que aquella actividad no le era extraña sino más bien familiar. Por lo general, en su casa, lo hacía el personal de limpieza; ahora estaba en un lugar mucho más pequeño, donde no había personas que recogieran los platos por ella y eso estaba bien... No es que fuese ninguna inútil, y se sentía con una responsabilidad además del trabajo, aun si esta fuera mínima.

Pasaron la tarde en silencio, Sarah les había dado algo de espacio así que Steve y ella se dedicaron a mirar fotografías viejas o a tomar algo de aire en el patio trasero. Antes de ir a la cama esa noche, Sarah la llamó.

De pronto aquello se le hizo extraño. «No necesitaba hablar con ella, ¿O si? ¿De qué podrían platicar sino de lo que ya habían platicado junto a Steve?» Se acercó con cautela suponiendo que no era el momento de ser grosera y que no debía de alarmarse bajo ninguna circunstancia. «¿Pero si era el caso y luego debía defender su posición o decía algo que pusiera a Steve en aprietos?» Estaba tan alerta a cualquier cosa que tuviera que ver con él que se sentía otra persona. Nunca reaccionaba tan directamente, no era impulsiva, mucho menos se asustaba con facilidad de lo que sea que fuese a suceder. Lo tenía todo previsto como si dispusiera de una agenda con cada cosa que alguien pueda considerar un evento desafortunado. 

Ella lo solucionaría antes de que pasara. 

Aun así, la fragilidad que había mostrado Steve desde que su padre había muerto activó un mecanismo de defensa. 

—Acércate— Sarah sonrió—. Toma asiento. 

—¿Sucede algo?—su voz resonó tentativa en medio del silencio. Obedeció, aun así, intentando parecer relajada. 

—Espero que no te moleste...Es solo que me he perdido tanto de la vida de mi hijo. Sé que quizá ahora no confiés en mí, no te culparía, apenas me conoces; pero es que he soñado con este momento durante años—sus mejillas se arrebolaron de verguenza—. No es necesario que me digas todo ahora, aunque sería lindo saber cómo se conocieron. Sé que llevan mucho tiempo siendo un matrimonio, parecen estar muy a gusto con ello. Lucen felices. 

Lo primero que apareció en la mente de Natasha fue el contrato. «No mencionaría eso, mataría toda la ilusión de la pobre mujer». Aunque si lo pensaba mejor, ya ni siquiera tenía caso recordarlo. Se había vuelto algo irrelevante, inexistente. Decidió hacer lo mismo que con su padre, contarle la verdad a medias. 

𝐁𝐞𝐭𝐰𝐞𝐞𝐧 𝐭𝐡𝐞 𝐥𝐢𝐧𝐞 𝐨𝐟 𝐭𝐡𝐞 𝐩𝐨𝐰𝐞𝐫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora