VEINTITRES

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Gabriel era muy parecido a James; tenía una naturaleza curiosa, era astuto y muy persuasivo. Steve lo estaba oservando en silencio, notó que Gabe tenía predilección por el cabello de Natasha. No lo culpaba por ello, estaban en igualdad de condiciones. 

Gabriel tenía el poder de transformar la actitud de su esposa con asombrosa facilidad, y siempre había sido de esa forma. Natasha era otra cuando Gabe estaba cerca, incluso desde el embarazo de Shuri Barnes, ella dejaba sus caprichos de lado y se entregaba por completo al momento. 

Ella le acariciaba las regordetas mejillas con el dorso de su índice, lo observaba fascinada en completo silencio, se alarmaba ante la mínima cosa que pudiera lastimarlo aún si no era el caso. Simplemente, se volvía protectora, maternal. El pensamiento remeció a Steve hasta la médula. 

Él se preguntó por un momento si existía, si cabía la mínima posibilidad de que Natasha le planteara la idea. Por su parte, no podría intervenir del todo en una decisión que, en su mayoría, debía tomar ella. Él aceptaría lo que Natasha deseara. Aunque no lo negaba, ese minúsculo momento en que el pensamiento se coló en su cabeza, bastó para imaginar el panorama. 

Algo lo llenó de satisfacción e ilusión. «Si algún día tuviesen niños...»

Ciertamente era algo que antes nunca habría sido posible, desde el accidente y seguida la ola de desgracia que cayó sobre él, fue, por un tiempo, un "no" definitivo. Si antes era reacio a ello, un matrimonio por contrato lo hacía ver como algo ridículo. 

Ahora, viendo a Natasha jugar con Gabriel; tan apacible, tan hermosa, tan rebosante de afecto, se sintió como si la parte oscura de esa unión entre ella y él, nunca hubiera existido. Y si lo fue, aquel tiempo pareció fugaz. 

Lo tenía en sus manos, lo atrapó; primero despacio...y luego, de golpe.  Ahora era todo por lo que podía vivir. No podía permitir que a Natasha le sucediera algo.

Las palabras de Tony no se habían ido, no lo habían dejado conciliar el sueño siquiera, desde la noche anterior esa inquietud permanecía y lo tenía en un estado pensativo, sombrío. El agotamiento en su semblante era notorio, apenas tocó el desayuno y parecía ausente. 

Se acercó a ellos aún con el corazón latiéndole con fuerza y acarició el hombro de Natasha con ternura. 

—¿Estás bien?—Ella le preguntó con expresión inocente. 

Natasha cargaba al niño mientras este se entretenía con su cabello, Steve le retiró el mechón con absoluto cuidado de las pequeñas y traviesas manos de Gabe para colocarlo tras su oreja. 

Ella lo miró con agradecimiento y Steve le sonrió, intentando no preocuparla. Sonreír le venía bien, hablar con Natasha lo distraía de su agobio inicial. 

—Sí, todo está bien. 

—Luces cansado. —ella le acarició la mejilla. Steve suspiró al sentir la calidez de su piel.

—Es producto de la mala noche, no pude dormir. Tengo la mente en el caso, en Sarah, el trabajo...Lo lamento. 

—No tienes por qué. Tal vez deba decirle a Mae que te prepare algo de comer—sonrió—, aunque hoy preferiría comer fuera. Si te parece.

Steve la conocía lo suficiente como para captar una táctica de manipulación desde que ella se mordió el labio inferior. 

—No sé Nat...quizá Gabe no quiera. Shuri ya ha mencionado que es quisquilloso con la comida. 

Ella no perdió tiempo en rodar los ojos con notorio fastidio. 

—Típico de Barnes. No puede ser tan terrible, lo he visto comer antes, tiene predilección por el puré de papas y el pollo. Lo tengo cubierto. 

𝐁𝐞𝐭𝐰𝐞𝐞𝐧 𝐭𝐡𝐞 𝐥𝐢𝐧𝐞 𝐨𝐟 𝐭𝐡𝐞 𝐩𝐨𝐰𝐞𝐫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora