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Diego.

No se donde cresta estoy metido pero al menos ya perdimos a esos perkines culiaos, que hubiéramos dado la cara con los cabros pero estaba la Ale con la Andrea y no las íbamos a meter en nuestras weas.

Me meti a un callejón bastante oscuro, dejé de correr y le hable a la Andrea que va en mi espalda, se bajó y tuve que sostenerla porque casi se cae, ¿Que wea?

Se sentó en el piso y abrazó sus rodillas mientras llora, me arrodille frente a ella y saque sus manos de su cara.

—¿Que pasa?

—Necesito irme a mi casa, no debí venir, llama a mi papá por favor —las lágrimas rodaron por sus mejillas.

—¿Tienes tu celular?

—Me duele mucho —se quejó.

Puta la wea me estoy desesperando, no se que le pasa y tampoco sé qué mierda hacer, ni siquiera se donde vive.

La Ale.

Saque mi celular y llame a la Ale pero no contestó, llame a los otros dos aweonaos pero tampoco. Y me preocupe más, en vola los alcanzaron esos weones.

Bufé.

Haber, cálmate y piensa, ¿Que puedo hacer?

—Permiso dama —metí mi mano en los bolsillos de su poleron y saque su celular.

Tiene buen celular..

Agarre su mano derecha y coloque su pulgar sobre la wea del lector de huella para desbloquearlo, siempre es con el pulgar que se desbloquea.

Busque en sus contactos algo relacionado con papá y lo encontré.

Se demoró un poco en contestar.

¿Que pasó princesa?

—Ehh.. soy una amigo de la Andrea —mentí—Ella esta mal, está llorando y no se que hacer para que se calme, me dijo que te llamara.

—Mándame la ubicación —sonó bastante preocupado—Yo voy altiro, dile que se calme porfa, no la dejes sola —corto, me metí a whatsapp y le mandé la ubicación al papá.

Guarde su celular en mi bolsillo por alguna razón y volví a tomar sus manos.

—Ya viene, dijo que te calmarás —acaricie su rostro.

Negó con los ojos cerrados. Me senté a su lado y como pude la senté sobre mi regazo, se apoyó en mi pecho entre quejas y sollozos, toqué con cuidado su espalda.

—Tranquila dama, ya va a pasar —traté de calmarla.

No se que va a pasar, no se que mierda le pasa, no se porque llora, no entiendo ni una wea, solo se que le duele algo y le duele mucho porque llora como si hubiera recibido un balazo en el estómago.

Agarro el cuello de mi polerón y lo apretó un poco mientras solloza.

—Diego.. —dijo con dificultad.

—Shhh, tranquilita —le di un beso en el pelo.

Sentí un auto pegar el medio frenazo y me asuste al pensar que esos weones nos encontraron, pero no fue así menos mal, solo son los papas de la Andrea.

—Hija, mi amor —le hablo su mamá con los ojos llenos de lágrimas.

—Hay que llevarla al hospital —dijo el papá más nervioso que la conchetumare—Eri un aweonao Sebastián —susurró.

El antes mencionado trato de tomarla en brazos pero esta se quejó asi que me paré yo con ella en brazos y la dejé en el asiento trasero del auto en donde va una pequeñita en su silla durmiendo.

En otra vida                                        Donde viven las historias. Descúbrelo ahora