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No se que mierda habrá pasado en Pucón, pero desde que llegamos los cabros apenas se hablan, el Diego ya ni va a la plaza, solo viene a verme.

Ahora estoy dando vueltas en el mall porque me quede en juntar con el Diego hace como diez minutos pero no ha llegado.

Insisto, andan demasiado raros weon.

Sentí a alguien ganarse detrás mío y una rosa apareció frente a mi.

—Lo siento, tuve que venir en micro y no pasaba nunca —dijo el Diego besando mi mejilla.

Me di vuelta y lo quede mirando.

—¿Podemos hablar?

—Si po —sonrió.

Caminamos hasta las mesas y me pregunto si quería algo para comer pero negué, si tengo hambre pero quiero hablar de esto primero..

—Es que andai raro po Diego, no solo porque andes enojado con los cabros, si no que tú... ya no eres igual que antes.

Suspiro y se pasó las manos por el pelo frustrado.

—Primero quiero aclarar que no es nada respecto a nosotros —me tomo la mano—Y si, con los cabros hemos discutido más que la cresta desde que fuimos esa tarde al súper, es que.. no puedo decirte.

—¿Por qué no?

Nos quedamos mirando a los ojos y vi como se fueron llenando de lágrimas, me acerqué a él y lo abracé.

—Solo quiero que sepai que te quiero más que la chucha y que si pudiera frenar esta wea lo haría, pero no esta en mis manos dama —sollozo.

—¿De que hablas? —fruncí el ceño.

—No te puedo decir por la chucha, perdóname —susurró.

—Es que no se que tengo que perdonarte si no has echo nada malo, haber mirame —lo tome de la barbilla—Deja de llorar, no me gusta verte triste.

Asintió mordiéndose el labio, trago grueso.

—Yo también te quiero mucho —le di un piquito—Ya po, me gusta más cuando sonríes.

—Vamos a otro lado mejor, hay mucha gente por aquí —suspiró.

Caminamos en silencio hasta la salida del mall, cruzamos todo el estacionamiento para luego llegar a la calle y cruzar, seguimos hasta llegar a una plaza.

—Diego, me estai preocupando —acaricie su mejilla.

Se sobo la cíen y nuevamente comenzó a llorar, nunca lo había visto así..

—Oye precioso —acaricie su cuello—Dime qué pasa, tal vez pueda ayudarte.

—N..no, no puedes hacer nada.

—Podemos buscar juntos una solución, ¿Confías en mi o no? —se me hizo un nudo en la garganta.

—No tiene nada que ver con la confianza —hizo una mueca.

Asentí.

No se como mierda ayudarlo, no se como chucha hacer para que vuelva a ser el Diego de antes y ya no esté tan triste, no me gusta verlo así, me carga verlo así. Pero tampoco es como que ayude mucho a entender lo que sucede.

—¿Me puedes prometer algo?

Asentí.

—Que pase lo que pase, nunca te quitarás el anillo —le corrió una lágrima.

—Lo prometo.

🛸

El Diego me dejo para la caga weon, no se porque mierda decía esas weas, no entiendo nada, estoy terrible confundida.

Hace como una hora que se fue porque tenía cosas que hacer así que me quede un buen rato aquí sola pensando en que puede pasarle pero no se me ocurrió nada.

Sentí una bocina y vi el auto de mi papá, camine hacia donde el y me subí al auto sin decir nada.

—Vamos a ir a buscar a tu mamá con la Laura ahora.

Asentí.

—¿Que pasó? ¿Te hizo algo el Diego? —frunció el ceño.

—Anda raro y no me dice nada, eso nomás.

Tal vez el Vicho tenía razón cuando dijo que el Diego solo quería tener relaciones y lueg... ¿Que mierda estoy pensando? El Diego no es así.

Pensamientos culiaos weon.

—Tal vez tiene problemas y no quiere preocuparte po Andrea.

—Mmm si —suspire.

—¡Ya deja de preocuparte de weas y pone una canción buena! —me grito.

Busque alguna canción pero al final la termino eligiendo el porque yo elijo puras weas.

Pasamos a buscar a mi mamá en el colegio en donde trabaja y me tuve que pasar a los asientos de atrás junto a la Laura que comenzó a contarme todo su día.

—Dulce o salado —dijo mi mamá mirándonos.

—Salado —respondimos al unísono con la Laura.

—¡Pero weon, tenían que decir dulce! —grito mi papá.

—Deja de gritar —se rió mi mamá.

—Es que asi me desestreso po, deberían intentarlo —paró en un semáforo.

Comenzaron a ponerse de acuerdo sobre que iba a comprar e ignore esa conversación para irme a mirando por la ventana, una vez que compraron las weas nos fuimos a la casa.

—Mañana tienes hora con la doctora —aviso mi mamá.

—No quiero ir.

—Yo te iré a dejar para que no te de flojera oh, pero vamos a llegar un poco atrasados —dijo mi papá.

Bufé.

Mierda, ojalá que no me haga exámenes weon o me van a retar.

Mi papá paró el auto frente al portón de la casa cuando unas ruedas de auto rechinaron.

—¡Bájate conchetumare!

En otra vida                                        Donde viven las historias. Descúbrelo ahora