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Me puse mis audífonos pero la Laura me los sacó.

—No, tienes que estar atenta —dijo más nerviosa que mi papá jugando play.

—Verdad, lo siento —suspiré y me puse solo un audífono sin que se diera cuenta.

Me limpié las lágrimas que quedaron de mi despedida con la Ale, la cual esta pal pico igual que yo, el Jaime cumplió su palabra y le dijo la verdad.

Al final las dos estamos sufriendo por unos ladrones culiaos, porque los dos nos robaron el corazón..

Y el Diego hasta mi primera vez. Mierda weon, esto no da risa, esto es realmente triste.

Por alguna razón solté una risita.

—¿De que te ríes? —me preguntó la Laura con el ceño fruncido.

—De nada oh, oye —mire bien la calle por donde vamos—¿Por qué nos vamos por aquí?

—¿Tú crees que el Milo me perdonaría si no nos vamos a despedir de él? —preguntó mi papá.

Oh, mierda.

—Además te pasas a despedir del Diego, ¿O no? —me miró por el espejo retrovisor.

Mi mamá le pego un codazo.

Si papá, también aprovechas de que te vuelva a robar este auto, que ni siquiera sé de donde lo sacaste.

—No se, tal vez —me encogí de hombros.

—¡Yo quiero despedirme de la Cristina, por favor! —gritó la Laura.

Cállate cabra culia.

—Si te vas a despedir de ella —dijo mi mamá.

¡Nooooooo! Maldito el día que se hicieron amigas weon.

Entramos al pasaje y se me erizo la piel, puta la wea, más encima esta la moto, de seguro tiene que estar ahí. Mi papá se estacionó afuera de la casa del Milo y de mi abuela así que nos bajamos y entramos.

—¡Milo culiao si estás durmiendo levántate o te voy a tirar agua! —grito mi papá a todo pulmón.

El Milo salió de la cocina con una paila de huevos revueltos la cual dejó sobre la mesa y abrazó a mi papá.

—¿Ya se van?

—¡Yo quiero huevo! —gritó la Laura.

—Hay pancito ahí o comételo a cucharadas, lo que quieras —le dijo el Milo a punto de llorar.

—¿Por qué no vienes con nosotros weon? Aquí vas a estar solo nomas —le dijo mi mamá.

Sonrío.

—Podría ser, lo voy a pensar en mis días de soledad —suspiró.

—Creo que.. hay que hablar sobre esto —le dijo mi papá mirando la casa.

—Mientras que conversan nosotras iremos a despedirnos de la Cristina y.. del Diego —dijo lo ultimo mi mirándome.

—Despídanse de mi parte porfa —habló mi papá.

Mi mamá asintió y salió junto a la Laura de la casa, los dos me quedaron mirando y mejor salí de allí, seguí a mi mamá hasta la casa del Diego y suspiré.

—¡Cristina! —gritó la Laura y golpeó el portón, el conchetumare no deja de ladrar.

A los segundos el papá del Diego abrió la puerta y quedó mirando a mi mamá de una forma rara.

—Tío, ¿Está la Cristina? Nos venimos a despedir porque ya no viviremos más aquí —le contó la Laura.

Su expresión cambió.

En otra vida                                        Donde viven las historias. Descúbrelo ahora