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Diego.

—Pero Diego, llámala —dijo la Laura haciendo puchero.

Suspiré cansado.

—Laura, deben estar ocupados, en diez minutos más los llamamos —le sonreí aunque estoy súper nervioso.

—¿Se va a morir igual que mi abuela? —preguntó.

—No, no digas eso, ella no se va a morir.

Asintió y abrazó sus rodillas, pero no duró mucho así porque después se paró para ir a buscar al café con leche, nombre culiao que tiene el perro. Empezó a jugar con el, corre por toda la casa mientras se ríe.

Hace caleta que no hablaba con la Andrea y cuando vi que me estaba llamando fue.. fue la raja weon, me volvió toda la alegría al cuerpo. Pero cuando me hablo de esa manera, tan fría y tan.. tan no se, como si me odiara, me fui a la cresta.

Enterarme de qué tal vez puede estar embarazada y que tiene una enfermedad me dejo aún más pal pico, no se que hacer, en el liceo nunca me enseñaron que wea hacer en estos casos weon, las matemáticas no me están ayudando viejo culiao.

Me levante del sillón y camine al baño, me mire por unos segundos al espejo y luego me lave la cara, suspiré. Por alguna razón mire el mueble, ahí está el test de embarazo..

¿Se lo habrá hecho?

Lo tome y me fije en la rayitas, ¿Por qué no hay rayitas? ¿Que wea compre? Weon la señora me dijo que ese era uno de los mejores, bufé.

Not Pregnant.

¿Que chucha significa esa wea?

Me metí a google y lo busqué en el traductor; No Embarazada.

Se me fue un peso de encima, pero volvió ese peso al instante. ¿Por qué vomita y tiene esos mareos? Quizá es por la enfermedad que tiene, ni siquiera me dijo cómo se llamaba.

Sentí el timbre sonar y fui a ver antes de que la Laura abriera la puerta, una señora de como la edad de los tíos apareció, junto a otro caballero que tiene una cara de gringo al igual que su hijo que tiene como doce años.

—¿Quien eres tú? —me preguntó la señora con el ceño fruncido.

—Soy..

—¡Tia Paz! —gritó la Laura y fue a abrazar a la señora—El es el Diego, el pololo de la Andrea, ¿Cierto?

Ojalá.

—Así que tú eres el famoso Diego —sonrió y entró como Pedro por su casa. Nos saludamos y nos sentamos en el sillón.

—¿Y donde están? —preguntó el caballero con un acento raro.

Les conté que la tuvieron que llevar al hospital pero que no sabía porque, la señora que al parecer se llama Paz no dudó en llamar a la tía, hablaron algunos minutos y luego suspiró.

—¿Está bien? —le pregunté.

—La van a dejar hospitalizada —fue lo único que dijo.

Asentí y me revolví el pelo nervioso.

—Voy a ir a verla.

🛸

Dude en entrar, pero de igual forma lo hice, tiene una mascarilla de esas que dan oxígeno y unas máquinas culias.

Me acerqué a ella que desde que abrí la puerta me mira fijamente, le tome su manito y sus ojos se aguaron.

—Hasta así te ves hermosa —sonreí.

—Lo siento por hablarte así —se limpió una lagrima.

—No importa, los dos estábamos con mucha presión y es normal —entrelacé mucho mano con la de la Andrea—Vi el test y no estás embarazada, así que..

—No, no te vayas por favor —me agarro la mano con fuerza.

—¿Que te hace pensar que me iré? —me senté en la camilla y la Andrea sonrió.

—Mi enfermedad —desvío su mirada.

¿De verdad piensa que me iré por que esta enferma? Weon, eso solo me hace querer estar más con ella.

—No seas tontita, haber, déjame acostarme a tu lado porque viajar en ese bus fue realmente incómodo —me recosté a su lado y la abrace—Pero valió la pena para verte otra vez.

Se acurrucó a mi lado y trato de sacarse la mascarilla pero no la dejé.

—Me molesta —se quejó.

—Pero por algo te pusieron esto po, ¿Como te sientes? —jugué con su pelo.

—No muy bien, pero es soportable.

—¿No tiene cura?

Negó.

—Puta la wea reina —la miré por unos segundos—Pero vamos a seguir el tratamiento y vas a estar bien, ¿Ya? Nada más de correr, de tomar caf...

—No, Diego, no quiero más restricciones, toda mi vida he vivido con ellas y contigo me sentía libre, por favor no me digas lo que tengo que hacer y que no —sonó frustrada.

—Bueno, no lo haré. Pero igual tomarse un juguito es más rico que un café, ¿No crees? —le hice un poco de cosquillas y se rió.

—Te amo —se saco la mascarilla y me dio un piquito.

Volví a ponerle la mascarilla y junte mi frente con la suya.

—Yo también te amo.

En otra vida                                        Donde viven las historias. Descúbrelo ahora